30 años del Banco Nacional de Datos Genéticos: «El delito de apropiación se sigue cometiendo»

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El Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) creado a partir de la lucha de Abuelas de Plaza de Mayo, cumple 30 años en el trabajo de búsqueda de los nietos apropiados en marco de la dictadura cívico-militar. El organismo es pionero en el campo de la genética forense y ejemplo en todo el mundo en la restitución de identidades en marco de delitos de lesa humanidad. «Este organismo es un legado de las Abuelas para la restitución de los nietos nacidos en cautiverio y para todos los países que hayan sufrido estas tragedias», sentencia Mariana Herrera Piñero, Directora General del BNDG, a La Primera Piedra.



 ¿Qué significa trabajar en ciencia al servicio de la justicia?

— Si uno hace un recorrido de lo que fue la historia de la ciencia en la humanidad, muchas veces ha sido funcional a delitos muy graves como, por ejemplo, la creación de las bombas atómicas, el desarrollo de armas químicas, los experimentos farmacológicos con poblaciones vulnerables. Hay un montón de situaciones en las cuales la ciencia ha cumplido un rol bastante triste en lo que respecta a derechos humanos, pero al trabajar en estas causas, me parece que la ciencia se redime. El Banco, a través de la ciencia forense, está tomando un rol social que sirve para reconstruir la historia de lo que pasó en el país, para la construcción de la memoria y para ayudar en el avance de los procesos judiciales.

El BNDG, a través de la ciencia forense, está tomando un rol social que sirve para reconstruir la historia de lo que pasó en el país, para la construcción de la memoria y para ayudar en el avance de los procesos judiciales.

— ¿Ayudaron a acelerar los procesos judiciales?

— En el año 1998, el Banco identifica y recupera la identidad de una nieta que es Claudia Poblete Hlaczik. La recuperación de su identidad y el juicio contra su apropiador e incluso contra el obstetra que participó de la apropiación fue lo que abrió la puerta para que se demostrara que el robo de bebés había sido un plan sistemático. Al poder abrir esa rendija se pudieron derogar las leyes de obediencia debida y punto final en el Congreso, anularlas en el 2003 y, en el año 2005, a raíz de ese juicio y de esas pruebas que aportó la ciencia, la Corte Suprema de Justicia las declaró inconstitucional. Eso abrió la puerta para que se retomaran los juicios, y en esos procesos judiciales se armaron megacausas en las que se demostró que hubo delitos de apropiación de identidad. Cuando la ciencia recupera ese rol social en el cual puede restituir la identidad de las personas está cerrando la puerta de que estas cosas puedan volver a suceder, en definitiva, está construyendo presente y futuro. Ahí es donde todos los que trabajamos en el Banco tomamos real dimensión del papel que estamos cumpliendo, cuando vemos que esto sirve para prevenir que en el futuro sigan pasando las mismas cosas.

DDJJ en Argentina LSF

En la actualidad, ¿cómo acompañan los juicios? 

— En los juicios hay una causa madre que presenta Abuelas (de Plaza de Mayo) para que la justicia pueda hacer todas las investigaciones en lo que tiene que ver con delitos de apropiación de identidad que ocurrieron durante la última dictadura cívico-militar. Cuando restituimos una identidad, es la justicia la que nos pide toda la información. La prueba científica es la que avala que la justicia empiece a investigar a los apropiadores, o en el marco de qué se dio ese delito de apropiación. La ciencia pone la valoración objetiva y concreta, efectivamente, esa sospecha de que una persona puede ser un nieto.

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— En las notas que circularon sobre los 30 años del BNDG mencionaste que la prueba científica y concreta del delito chocaba contra una sociedad negadora

— Creo que las sociedades son negadoras de las cosas dolorosas de la historia. En este aspecto, Argentina no queda exenta por más que ha sido la conciencia de la región de los delitos de lesa humanidad. La sociedad no quiere reveer las cosas dolorosas y muchas veces no entiende que revisarlas hace que después no vuelvan a perpetrarse. Me parece que cuando hay una restitución, es como un golpe en la sociedad que le marca que esto sucedió y que sigue sucediendo. El delito de apropiación sigue cometiéndose en el tiempo, entonces, marca que los nietos hasta que no son recuperados siguen siendo delito presente. Eso enfrenta a la sociedad respecto de su propia identidad, porque estamos poniendo la demostración objetiva de que esto sucedió y que no hay discusión al respecto. Mientras tanto, entre una restitución y otra, pueden fluir esas discusiones sobre los números de los bebés robados o los desaparecidos, pero cada identificación de una persona desaparecida, cada recuperación de un nieto es un golpe para la sociedad, porque le hace reconstruir el propio rompecabezas que tiene que armar respecto de su propia identidad.

Cada identificación de una persona desaparecida, cada recuperación de un nieto es un golpe para la sociedad, porque le hace reconstruir el propio rompecabezas que tiene que armar respecto de su propia identidad.

— En este sentido, los delitos que no son juzgados ni analizados por la sociedad pueden seguir sucediéndose

— Sí. Por ejemplo, está demostrado que durante la dictadura cívico militar hubo una práctica sistemática de abuso y ensañamiento de las fuerzas armadas contra las mujeres, específicamente por ser mujeres. La idea de ejercer esa violencia a través de torturas físicas y psicológicas, y de la expropiación de su propia progenie está directamente relacionada a la decisión patriarcal y machista de querer someter a la mujer y devolverla al rol social del cual no tendría que haber salido nunca. Esos asesinatos de mujeres fueron feminicidios y así también se tienen que tomar en los juicios, además de ser juzgados por lesa humanidad. Nosotros enterramos eso en el pasado sin juzgarlos, y se siguen cometiendo los mismos femicidios en el día de hoy, eso se debe enfrentar. Si no se ponen en evidencia ante la sociedad los delitos que se cometieron en ese momento, eso se sigue perpetrando y los tenemos hoy en día porque el discurso no cambió, porque no se revisó la historia y porque no se analizó que hubo prácticas feminicidas en la última dictadura cívico militar. Todo es parte de esa lógica.



— Abuelas de Plaza de Mayo inició el recorrido que generó la creación del Banco, ¿cómo fueron esos momentos?

— En 1984, por pedido de Abuelas, vino una comisión de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, para poder pensar cómo se podían resolver estos casos tan complejos que teníamos en Argentina, es decir, encontrar nietos faltando la generación de los padres. Era una época muy difícil. El mundo no estaba preparado para escuchar lo que había pasado en Argentina, no podían entender que roben bebés como una práctica sistematizada. Además, la democracia estaba muy fresca en ese momento, había mucho miedo y había fuerzas armadas con mucho poder. No era fácil la tarea que tenían, ni lidiar con una sociedad que estaba asustada, temerosa y que era, en parte, negadora de la realidad. No era fácil pensar un tipo de estadística forense y un tipo de estudio genético que no estaba creado: un estudio de abuelidad que no estaba pensado.

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— ¿Cómo fue desarrollar algo que no existía?

— Esto complejizaba mucho más la búsqueda y disparó toda una generación de matemáticos, genetistas, científicos que se abocaron a pensar en una estadística muy compleja para resolver estos casos. Por otro lado, tenían que pensar marcadores genéticos que pudieran servir y que existieran en el país. Se pensaron en relación con el trasplante de órganos, que es la histocompatibilidad, con los grupos sanguíneos, es decir, tomaron lo que tenían a mano, hicieron sus cálculos con una nieta que se sabía que era biológica y les dio bien. Fue un milagro en la ciencia. A partir de ahí surgen las primeras prácticas de antropología forense que estaban directamente vinculadas a la identificación de desaparecidos. Esto era genética forense aplicada a la búsqueda de los nietos y antropología forense directamente asociada a la identificación de desaparecidos. No había en el mundo algo similar.

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— El trabajo del Banco es pionero en el mundo, ¿los primeros años fueron los más duros?

— La gente que trabajaba en el Banco tenía un trabajo difícil, tenía que adaptar su cabeza a estas técnicas nuevas y tenía presiones porque los chicos eran menores de edad, por lo que todas las causas eran judiciales. A su vez, había un poder mediático que estaba encontra de sacar esos chicos de las familias apropiadoras y ponerlos en las que habían sido víctimas de la desaparición forzada. Había un intento de desprestigio mediático respecto de lo que podía hacer el Banco Nacional de Datos Genéticos. Si bien el gobierno de Alfonsín estaba muy comprometido con resolver estos casos, luego vinieron gobiernos que les costaba un poco más la situación. Nosotros fluimos entre distintos gobiernos y todas esas situaciones impactan directamente en las políticas de derechos humanos, entonces, no fue fácil. Fue una tarea realmente loable por el equipo de trabajadores que tuvieron que recrearse constantemente. Fue un desafío por todos lados, que se tomó con mucho coraje, por la época, un desafío intelectual y un desafío emocional muy grande.

— ¿Cómo es el trabajo en el BNDG en el contexto político actual?

— El Banco Nacional de Datos Genéticos está bajo la órbita del Ministerio de Ciencia y Tecnología, y en lo que refiere a la política del ministerio respecto de este tipo de temas y de reparación de delitos de lesa humanidad la política no cambió. Tienen el mismo compromiso que tenían antes y la realidad es que nosotros tenemos un apoyo incondicional. Respecto a la política de derechos humanos de este gobierno, habría que preguntarle a los organismos cómo les está impactando. A mi me preocupa especialmente el fallo de la Corte Suprema sobre el 2×1, creo que eso es un mazazo, es banalizar lo que fueron estos crímenes y ponerlos al nivel de crímenes comunes. También es grave que la Corte haya dicho que los fallos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos no son vinculantes. Argentina ha generado mucha conciencia en el mundo, entonces, que de golpe, el mismo país esté abriendo las puertas para volver para atrás es grave no solo para Argentina sino para el mundo, porque hay otros países de la región que recién ahora están empezando a revisar estos temas. Si Argentina retrocede, esos países o esos gobiernos no van a seguir adelante. Esto es lo que más me preocupa de este contexto.

Argentina ha generado mucha conciencia en el mundo, entonces, que de golpe, el mismo país esté abriendo las puertas para volver para atrás es grave no solo para Argentina sino para el mundo, porque hay otros países de la región que recién ahora están empezando a revisar estos temas. Si Argentina retrocede, esos países o esos gobiernos no van a seguir adelante.



— ¿Qué es la identidad? ¿Cómo es el choque entre lo biológico y lo cultural?

— La identidad no son los genes. La identidad se genera desde que uno nace hasta que muere y tiene un impacto de los genes, que es el menor, aproximadamente un 30%, y después el 70% es una construcción cultural, que tiene que ver con toda esa historia que se va construyendo. La identidad es algo que permanentemente se renueva, con cada cosa que hacemos todos los días e incorporamos del mundo. Los genes son sólo una parte de la identidad. Lo que recuperan sus nietos es su identidad biológica, en un primer plano, y después la incorporación de toda la historia de sus padres, las relaciones, cómo es su familia, la recuperación de sus vínculos afectivos. Una persona no recupera la identidad sino que ya la tiene. Los nietos recuperan la identidad biológica y su historia, y agregan una parte del rompecabezas a su propia identidad y a quienes son hoy.

— ¿Cómo ven eso en los nietos que fueron restituidos?

— En cada nieto se juega distinto. En algunos casos casi no queda familia, o viven en el exterior entonces los vínculos se generan de otra forma. En otros casos, las familias están muy heridas y es difícil compatibilizar. Hay nietos que valoran y cargan con la mochila de su propia historia anterior, pero hay familias que no quieren escuchar esos recuerdos. Hay veces que es fácil y otras es muy complejo. Cuando le preguntaron a Leonardo Fossati lo más importante de recuperar su identidad biológica respondió que el momento más sentido fue cuando pudo cambiar el apellido de su hijo porque él sentía que también había sido víctima. Ahí se demostró que la identidad se hereda. Hay una víctima que fue arrancada de su madre pero después hay otras víctimas que tienen la identidad cambiada y que se les está negando una parte de su historia. Tampoco es lo mismo para un nieto cuando recupera su identidad estar soltero o casado con una familia, o tener un hijo cuando transcurre la recuperación de su identidad y se da cuenta de la sensación de ese vinculo tan poderoso que le muestra que es insoportable que lo puedan arrancar. Hay mucho que se juega en el reacomodo de la identidad de los nietos.

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— El BNDG cuenta con alrededor de 300 grupos familiares, ¿es necesario recopilar más información?

— Por Abuelas y Amnistía Internacional está calculado que más o menos hubo unas 500 embarazadas que fueron secuestradas. Ya hubo 122 restituciones, es decir, que entre los 300 grupos que tenemos más los recuperados estamos en 422, que se acerca mucho al número estimado. No son pocos los grupos familiares que hay, pero algunos grupos hay que completarlos más para que puedan dar una información que sea estadísticamente significativa, para eso estamos trabajando también con la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad y con la Justicia. Creamos un Equipo de Antropólogos Forenses que se encargan de exhumar los cuerpos de aquellas personas que habían fallecido antes de dar su muestra para completar el grupo. La CONADI todos los años incorpora algunos grupos, por investigaciones, o porque era muy difícil saber quienes eran las mujeres embarazadas que estaban en los centros clandestinos, muchas usaban un alias y no tenían sus propios nombres, entonces, hasta que la Comisión hace una investigación, recién ahí puede contactar a la familia para que venga al Banco. Todavía se sigue ampliando eso.

— ¿Cuándo se acaba el trabajo del Banco?

— El trabajo del Banco no se acaba porque tiene como objeto en la ley, por un lado, la búsqueda de nietos pero, por otro lado, colaborar con la identificación de personas desaparecidas, con la justicia, con el Equipo Argentino de Antropología Forense, con organizaciones nacionales e internacionales. De hecho nosotros estamos trabajando y asesorando a distintos países, el Banco es una institución que puede generar políticas públicas y recomendaciones, tiene la obligación de hacer capacitación y puede generar proyectos de investigación. El Banco tiene una proyección a futuro que va mucho más allá de las pipetas en el laboratorio, nosotros soñamos con hacer acá un instituto de capacitación en ciencias forenses para que puedan ayudar a pensar cómo son las situaciones de investigación en el caso de personas desaparecidas. Este organismo es un legado de las Abuelas, no solamente para la restitución de los nietos nacidos en cautiverio, sino para todos los países que hayan sufrido estas tragedias.



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