Apenas el fin del mundo: comunicar lo peor

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Apenas el fin del mundo es una obra que habla sobre las dificultades que se presentan al momento de comunicar. Y se trata aquí de comunicar lo peor: la muerte. Pero también se nos interpela desde un lugar menos trascendental y mucho más cotidiano: el encuentro familiar después de varios años sin verse. Estos personajes, ¿son los mismos de siempre o han cambiado profundamente? ¿Cuánto sabe uno del otro? ¿Acaso podemos seguir llamando «familia» a ese conjunto de personas reunido de forma tan arbitraria? Con la traducción de Jaime Arrambide y la dirección de Florencia Fernández, esta pieza nos encierra en una casa junto a cinco personajes para rastrear aquellas respuestas que ni ellos mismos pueden darse.



Una casa, cinco personajes y una terrible noticia. De esta manera podría sintetizarse el corazón de la estructura madre que organiza la obra de Jean-Luc Lagarce, Apenas el fin del mundo (recientemente adaptada al cine por el canadiense Xavier Dolan). En un primer vistazo, esa terrible noticia parecería ser la pieza clave de esta arquitectura. ¿Cómo comunicar la muerte? Louis (Santiago Cirio) nos advierte sobre la inminencia de su muerte desde el inicio. Nadie más lo sabe. De este modo se construye un primer lazo de complicidad entre el protagonista y el público.

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Pero esa noticia tan impactante como esperable (finalmente todos los hombres deben morir), será rápidamente desplazada del centro de la escena para colocar en su lugar a estos cinco personajes con sus complejos entramados familiares. Se sabe que la familia no es algo que uno pueda elegir; afortunadamente en algunos casos y lamentablemente en otros, la familia viene con la sangre que corre por nuestras vena… y punto. No puede haber objeciones.

Apenas el fin

Por esta simple razón, la reunión de Louis con su madre, sus hermanos y su cuñada no será fácil. Él es el hijo mayor y se ha ido hace tiempo; cada tanto envía postales con mensajes breves, mezquinos: «Estoy bien y espero que ustedes también». Él retorna a su casa al mejor estilo del protagonista de la parábola del «hijo pródigo», con el propósito de comunicar su muerte. Pero en el transcurso de esta reunión (en apariencia inocente) comprobarán cuán poco se conocen y qué tan infranqueables son las murallas que separan unas vidas de otras.

En ese flujo discontinuo y titubeante de monólogos reside gran parte de la potencia de esta pieza. Ninguno de ellos encuentra la manera de ser claro; ninguno es capaz de decir todo lo que quiere decir

Con la llegada de Louis se despiertan muchos interrogantes que parecían dormidos y emergen varias cuestiones propias de la condición humana. ¿Por qué ya no los visita? ¿Por qué no permite que lo visiten? ¿Por qué después de tantos años ni siquiera saben dónde vive exactamente? ¿Por qué razón no se preocupa por ellos? ¿Por qué los ha abandonado? ¿Por qué no escribe cartas más extensas? ¿Por qué no es capaz de utilizar su don con los más cercanos? ¿Por qué ha vuelto? Así, el protagonista tendrá encuentros particulares con cada uno de los miembros de su familia, durante los cuales prácticamente no tendrá ninguna capacidad de intervención.

En este sentido, Apenas el fin del mundo es un despliegue alternado de monólogos dirigidos a Louis, estructurado a su vez por el monólogo del protagonista frente a los espectadores de la sala, que opera como una suerte de hilo conductor. Cada personaje lanzará sus reproches y rencores, y muchas de esas sentencias darán justo en el blanco para quebrar al protagonista. En ese flujo discontinuo y titubeante de monólogos reside gran parte de la potencia de esta pieza. Ninguno de ellos encuentra la manera de ser claro; ninguno es capaz de decir todo lo que quiere decir; ninguno puede dominar el fluir de sus palabras, que oscilan permanentemente entre la lateralidad, el tiro por elevación, la evasión o el rotundo silencio.

¿En qué medida somos capaces de expresarnos de manera transparente? ¿Cuánto de lo que intentamos decirle a los otros efectivamente se concreta en palabras?

Una profunda soledad es finalmente aquello que marca a todos los personajes por igual. Están reunidos, viven juntos, tienen cierta vida social, parejas, hijos; pero, aún así, se encuentran completamente solos en el mundo, y la distancia entre ellos parece empeorarlo todo. Con una muy buena puesta que logra disponer adecuadamente los espacios que ofician como pequeños escenarios de esos encuentros, un buen manejo de las luces y la música, una dirección atinada y actuaciones convincentes (Santigao Cirio, Sara Estefanía Córdoba, Guido Napolitano Rodriguez, Rosario Ruete, Bruna Sambataro)Apenas el fin del mundo logra generar en el espectador la pregunta por la comunicación en la vida cotidiana y en las relaciones interpersonales: ¿en qué medida somos capaces de expresarnos de manera transparente? ¿Cuánto de lo que intentamos decirle a los otros efectivamente se concreta en palabras?



Funciones: Viernes 20.30 hs. // Portón de Sánchez (Sánchez de Bustamante 1034)
Localidades: $200/$150 // Reservas por Alternativa Teatral o www.elportondesanchez.com.ar

FICHA TÉCNICO-ARTÍSTICA:
Autoría: Jean- Luc Lagarce
Traducción: Jaime Arrambide
Actúan: Santiago Cirio, Sara Estefanía Córdoba, Guido Napolitano Rodriguez, Rosario Ruete, Bruna Sambataro
Vestuario: Sofía Davies
Escenografía: Sofía Cobas Alè
Diseño de Iluminación: Toía Béhèran
Diseño de Sonido: Martín Simonovich
Fotografía: Franco Vega Lopez, María Gudalupe Guiñazú
Diseño Gráfico: María Guadalupe Guiñazú
Asistencia de Dirección: Dalila Serebrinsky
Dirección: Florencea Fernández

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