Dieciocho años atrás, Juan Rodó comenzó a soñar con traer a la Argentina el exitoso musical de Broadway, Jekyll & Hyde. Hoy, junto a un elenco de notables profesionales y en una apuesta teatral arriesgada para los tiempos que corren en nuestro país, aquel sueño se concreta cada noche en el Teatro Metropolitan (Corrientes 1343). La Primera Piedra entrevistó al protagonista de este éxito de la calle Corrientes para conocer con mayor profundidad los detalles de este sueño hecho realidad.
Son las 18 hs. Juan Rodó debe atravesar el caos urbano para llegar al Metropolitan: tránsito, bocinazos, calor, transeúntes exasperados. Este escenario ciertamente escapa de lo idílico, y quizás por esa razón el hall del teatro se convierte mágicamente en un refugio donde el personal cortés y la frescura del aire acondicionado predisponen cuerpo y mente para el goce artístico. Después de un rato, el intérprete de una de las criaturas más legendarias de la literatura inglesa -el Jekyll/Hyde de Stevenson- se hace presente. Juan Rodó parece agitado. Tiene por delante dos entrevistas y la preparación de su instrumento: el cuerpo, la voz. Nos conduce hasta los camarines con el mismo apuro con el que llegó, abre la puerta y nos invita a la comodidad de un sillón que ocupa un tercio del espacio. Después de las corridas, se toma el tiempo para responder nuestras preguntas y, poco a poco, llega al estado de reposo.
— ¿Por qué traer Jekyll & Hyde a Argentina en este momento? ¿Fue una iniciativa tuya?
— Sí, fue absolutamente mía. Hace dieciocho años que estoy intentando realizarlo, que algún productor se arriesgara a producirlo. En estos años he golpeado muchas puertas y no tuve mucha suerte, hasta que se dieron una serie de cuestiones que me permitieron poder llevarlo a cabo. Hacer este musical en Argentina es algo así como una patriada, porque se trata de uno de los musicales más importantes de Broadway y me parece que es una apuesta muy interesante. A mí fundamentalmente me atrajo el personaje, su dualidad y la posibilidad de poder representar esa complejidad sobre el escenario. Poder hacer esto en Argentina hoy es un milagro.
— En la novela, Stevenson todo el tiempo remarca el aspecto «no humano» del personaje. Sin embargo, hay una humanidad muy interesante en este Jekyll/Hyde. ¿Por qué creés que hechiza tanto este personaje?
— Porque no deja de ser una lucha. Lo que la obra muestra constantemente es el intento del hombre bueno, en este caso Jekyll, el científico noble, por encontrar ese ideal de ser humano puro en una sociedad donde no exista el mal. Y esa pulseada finalmente genera una empatía muy fuerte, porque es parte de lo cotidiano: todos los días nos enteramos de noticias sobre el triunfo del mal o del bien en diferentes áreas, ¿no? Esto ocurre en nuestra vida cotidiana y también es parte de la esencia del ser humano. La posibilidad de elegir el camino bueno o el camino malo se nos presenta a cada paso. De todas maneras, aunque a mí la obra me fascinó desde el primer momento, nunca pensé que se convertiría en este éxito ni que tendría tal repercusión en el público.
— ¿Cuál creés que es el componente que determina que un musical se convierta en esta clase de éxito?
— Bueno, eso es inexplicable. Creo que nadie lo podría decir, porque si uno tuviese la fórmula podría replicarla todo el tiempo. Lo único que sé es que cuando el telón se baja, lejos de bajonearse —porque la obra también tiene una fuerte carga emocional— el público sale conmocionado pero… ¡arriba!
— ¿Cómo fue la llegada de la obra a nuestro país, considerando que no hay una tradición de musicales tan fuerte como en otras ciudades del mundo? Al menos no de esta envergadura.
— Bueno, siempre es una lucha hacer un musical en Argentina. Y que sea un éxito es todavía más difícil.
— ¿Cómo abordaste la construcción de este personaje tan complejo?
— Tuve una coach, Lili Popovich, que me entrenó durante varios meses, y además conté con la dirección de Sergio Lombardo y la ayuda de Cristian Aladio. Trabajé a tres puntas y sobre todo sabiendo que mi enfoque de Jekyll nunca debía cruzarse con el de Hyde, y que ambos debían ser creíbles: nunca caer en la obviedad del «monstruo hydesco» y fácil. Y Jekyll, por su parte, aunque sobrio, inglés y flemático, debía tener la suficiente fuerza como para generar su propio impacto aún dentro de esa sobriedad. Trabajé muchísimo los dos personajes. Primero empecé por Jekyll; busqué el tono de este científico tan noble y sensible. Y una vez que lo encontré, después fui a Hyde; con él tuve que hacer un trabajo corporal, para poder representar no sólo la maldad sino también la liberación de toda barrera moral y ética, en un espacio donde él se permite hacer lo que quiere. En una de las canciones él se pregunta: «¿Qué es esta fuerza que hay en mí?», porque hay sin dudas una fuerza que excede al propio cuerpo, algo sobrehumano.
— ¿Qué pusiste de vos en este personaje? Porque has transitado por personajes muy oscuros como Drácula, Calígula, Jack el Destripador, ¿qué encontrás en ellos?
— Sí, si bien interpreté personajes muy oscuros, en este caso hay algo de Jekyll que me enamora: su lucha hasta el final. Porque cuando el tipo ya está destruido y Hyde lo pasó por encima, él todavía sigue creyendo que puede ganar esa batalla. Y, aún así, no la gana. Eso me parece muy emocionante. Es como un soldado cascoteado que continúa luchando. Hyde no me parece emotivo, sino más bien divertido. Creo que es lindo poder jugar con ese antagonismo, un ser tan opuesto a Jekyll y tan brutal, porque al fin y al cabo es una bestia.
— Y por esa misma razón el teatro debe ser también un espacio de liberación de esas bestias y fantasmas, ¿no?
— Sí, claro. La posibilidad de poder encarnar personajes tan diferentes a uno.
— Desde hace varios años estás al frente de una escuela de comedia musical. ¿Cómo ves el panorama del teatro en general y del musical en particular desde el rol de director? ¿Cómo ves ese semillero y las próximas generaciones?
— Bueno, por mi escuela ha pasado gente muy talentosa y muchos de ellos están trabajando actualmente en otras obras. Ciertamente los espacios no abundan. Hoy hay tres musicales en cartelera y seguramente en el año vayan apareciendo algunos más. Pero el promedio acá es de cinco musicales por año, y no mucho más. Los espacios que hay disponibles para que la gente pueda ocupar son muy escasos; sin embargo, hay muchísimos profesionales talentosos y preparados. Este elenco, por ejemplo, perfectamente podría ser de 35 personas si sobrara dinero y público. Pero como Argentina es un país complicado —y cada vez más— esto hace que todo se limite y el teatro lo padezca. Otra de las cuestiones es que hay mucha gente que quiere triunfar, pero tampoco abundan las personas abnegadas, dedicadas plenamente al trabajo.
— ¿Y cómo elegís tu elenco? Porque me imagino que en esta oportunidad habrás tenido alguna injerencia en la elección.
— Sí, absoluta. Primero trato de elegir gente que conozco o que me recomiendan a nivel humano. Después, considero las especificidades de la obra. Jekyll, por ejemplo, tiene una exigencia vocal muy importante y ciertas particularidades en el physique du rôl de cada personaje. Al mismo tiempo, nosotros le dimos un matiz coreográfico; entonces los pocos actores que elegíamos, además de cantar debían bailar muy bien.
— Desde lo musical se obtuvo algo muy compacto e intenso con pocos recursos, ¿cómo se llegó a eso?
— Gracias a la utilización de sintetizadores y sampleo, que nos permitió contar con instrumentos que no podíamos tener en vivo de otra manera. Es una técnica que se usa mucho en Broadway; se reemplazan filas de cuerdas por sintetizadores y se logra ese efecto.
— Si tuvieses que decirle a los lectores por qué tienen que ver esta obra, ¿qué les dirías?
— Bueno, es un musical que probablemente no vuelva a producirse en Argentina. A mí me costó dieciocho años traerlo acá (risas). ¡Hay que aprovechar! Y podrán verlo en español. Es una historia que modifica, que emociona profundamente, y todas las piezas musicales son hermosas; es una partitura muy pareja y eso no es muy común. Además, se trata de un elenco muy especial: Raúl Lavié le aporta algo único desde lo interpretativo, Damián Mahler también desde la dirección musical, y la puesta en escena no tiene nada que envidiarle a la versión de Broadway. Es una combinación de muchos factores que logran darle un nivel artístico increíble.
Funciones: Miércoles, jueves y viernes (20.30 hs.) // Sábados (18.30 y 21.45 hs.) // Domingos (20 hs.)
Metropolitan Citi (Av. Corrientes 1343)
Localidades desde $450
FICHA TÉCNICA
Elenco: Juan Rodó, Raúl Lavié, Natalie Pérez (incorporación por 3 únicas semanas en el rol de Lucy) Eluney Zalazar, Luis Podestá, Sebastián Vitale, Manuel Victoria, Emiliano Fegger, Lucas Arbues, Patricio Witis, Marcos Gorosito, Karina Barda, Pilar Muerza, Juan Ignacio Bianchi
Dirección General: Sergio Lombardo /Dirección Musical y dirección coral: DAMIÁN MAHLER
Dirección vocal: Juan Rodó / Coreografía: Mariano Botindari/ Escenografía: Silvana Ovsejevich
Diseño de Luces: Santiago González Urrutia / Diseño de Sonido: Ova Mahler
Diseño de vestuario: Vanesa Abramovich / Diseño de maquillaje y caracterización: Vanesa Bruni
Fotografía: Nacho Lunadei / Diseño Audiovisual: Matias Sánchez de Bustamente
Diseño Gráfico: Lucas Tagliazucchi / Prensa y Difusión: We Prensa
Traducción y adaptación de canciones: Lorna Dobie
Traducción y adaptación de letras: Angie y Florencia Mc Donough
Stage Manager: Germán Martins / Asistencia de Dirección: Christian Alladio / Producción Ejecutiva: Roro Pellegrini
Producción general: Andrés Cipitria – Julieta Kalik – JORGE LOCKETT – MARCELO LOMBARDO – DANIEL VERCELLI