En un contexto cada vez más difícil para los trabajadores de todos los sectores, Clarín echó del taller de imprenta Artes Gráficas Rìoplatenses (AGR) a 380 empleados de su planta de un día para el otro. Desde el día cero, mantienen una lucha que ya lleva más de un mes, mientras que la empresa sigue apelando al desgaste de los obreros y el Estado continúa sin intervenir.
“Lo que ellos no quieren es tener un taller organizado”, sentencia Marcelo Quintero, uno de los delegados de la comisión interna de AGR-Clarín y uno de los despedidos por el grupo mediático más importante del país. «Clarín no quiere seguir pagando salarios por convenio, quiere tercerizar, precarizar el trabajo y pagar miserias, mientras ellos se llenan de dinero”. Conocé los detalles desde el interior de la organización de los trabajadores, en la siguiente entrevista.
— A más de un mes de la toma del taller gráfico, ¿en qué situación se encuentran?
— Con mis compañeros estamos muy firmes porque sabemos que esto es un cierre trucho, porque nuestro trabajo se sigue haciendo afuera. Se sigue imprimiendo en más de 40 talleres diferentes del Gran Buenos Aires y Capital Federal. No se trata de un empresario que fabricaba zapatillas y porque abrieron importaciones no puede competir con el mercado externo. Si fuera esa la historia, la cosa sería diferente pero acá vemos cómo día a día nuestro trabajo se va distribuyendo por un montón de gráficas. Además, Clarín se toma hasta el atrevimiento de firmar en el pie de página: “Hecho en Artes Gráficas Rioplatense”, es decir, que seguimos imprimiendo sin imprimir.
— ¿Están derivando el mismo trabajo que ustedes hacían?
— Claro, y esto es lo que da mucha fuerza a los compañeros. Esto es solamente una maniobra para disolver una organización que nosotros conseguimos hace cinco años atrás cuando pudimos hacer respetar en el taller un convenio colectivo. Desde el 2011 estamos organizados desde la comisión interna del taller. Antes, Clarín hacía y deshacía las cosas como quería.
Esto es solamente una maniobra para disolver una organización que nosotros conseguimos hace cinco años atrás cuando pudimos hacer respetar en el taller un convenio colectivo. Antes, Clarín hacía y deshacía las cosas como quería.
— ¿Qué lograron con la organización?
— Conseguimos que todos trabajemos de lunes a viernes, antes sólo teníamos francos rotativos en la semana y sin necesidad. También, conseguimos que nos empiecen a pagar las paritarias como correspondía: antes nos pagaban los aumentos que ellos querían o se nos congelaba el sueldo. Acá era todo un caos, no se respetaba al trabajador. Y, a partir de la organización, se vieron un montón de cambios favorables al obrero. En este poco tiempo, nos ganamos la confianza de la gente y por eso, hoy, nos acompañan porque saben que no los estamos tirando a un abismo.
— ¿Cómo llevan adelante la toma y las actividades para visibilizar este conflicto?
— Hay compañeros firmes en la toma, pero también gente haciendo actividades todos los días. Tenemos mucho apoyo de nuestras familias, eso es fundamental. Está la comisión de mujeres donde están nuestras esposas. Ellas mismas van a contar un poco nuestra historia y salen a juntar un poco de dinero para el fondo de huelga y para poder seguir bancando este conflicto. Después de todo, la empresa se juega al desgaste, a las necesidades del obrero.
— ¿Veían venir el cierre de la fábrica por parte de la empresa?
— Ya en noviembre habíamos generado una denuncia en el Ministerio de Trabajo, y desde la empresa nos dijeron que no tenían la intención de echar a nadie. Pero nos llamaba la atención porque veíamos un vaciamiento del taller. Diariamente se llevaban toneladas de materiales, tintas, insumos. Dentro del taller teníamos una oficina donde trabajan tres personas que se encargaban pura y exclusivamente a tercerizar nuestro trabajo. Así y todo, nosotros teníamos trabajo de lunes a viernes. Pero sí, nosotros ya lo veíamos venir. Es más lo decíamos en las asambleas: “Compañeros guardemos algo de dinero, vemos que la empresa se está trayendo algo entre manos”, lo que pasa es que no podíamos hacer un paro preventivo. Teníamos que esperar el accionar de ellos, no nos quedaba otra.
Nosotros ya lo veíamos venir. Es más lo decíamos en las asambleas: “Compañeros guardemos algo de dinero, vemos que la empresa se está trayendo algo entre manos”, lo que pasa es que no podíamos hacer un paro preventivo. Teníamos que esperar el accionar de ellos, no nos quedaba otra.
— ¿Por eso hicieron la vigilia antes del cierre?
— Claro, la vigilia alrededor del taller la hicimos la última semana de trabajo porque el vaciamiento cada vez era más intenso y teníamos miedo que se lleven algunas máquinas. Nos quedamos sábado y domingo a controlar que no se lleven nada, porque ya veníamos viendo lo que se traía entre manos la empresa. Después llevaron a cabo su gran plan, cerrar de la noche a la mañana y hacernos un paro a nosotros. Un lock-out patronal. Porque ellos no van a dejar de imprimir, no van a dejar de producir todos los productos que hace Clarín. No, eso continua. Lo que ellos no quieren es tener un taller organizado.
— ¿Tuvieron algún aviso previo desde Clarín?
— En una reunión interna entre la comisión interna y la patronal, antes de todo esto, nos dijeron: «Ustedes están parados en un convenio colectivo del año ‘87 y estamos en el 2017, tenemos que tratar de ver cómo hacemos para modificarlo. Nosotros necesitamos producir el doble con menos personal, o sino este taller no va a funcionar, no puede funcionar». A eso habíamos respondido que de ninguna manera lo podíamos permitir.
Llevaron a cabo su gran plan, cerrar de la noche a la mañana y hacernos un paro a nosotros. Un lock-out patronal. Porque ellos no van a dejar de imprimir, no van a dejar de producir todos los productos que hace Clarín. No, eso continua. Lo que ellos no quieren es tener un taller organizado.
— Desde que tomaron la fábrica, ¿tuvieron algún tipo de respuesta de la empresa y/o del gobierno nacional?
— Luego de la toma y la represión feroz en el segundo día, tuvimos nuestra primera reunión en el Ministerio de Trabajo donde nos plantearon que la situación los excedia, que no podían tomar ningún tipo de decisión y que lo iban a llevar a las autoridades más altas. La empresa, en la misma reunión, dijo que esto no iba a funcionar más, que no quieren trabajar más con este taller. Luego marchamos al Ministerio para exigir una nueva reunión y una solución por parte de Jorge Triaca (ministro de Trabajo). Nos atendió el viceministro y, por segunda vez, nos dice que el tema lo excede, si al viceministro de trabajo lo excede un problema laboral estamos bastante complicados. Encima le daba la razón a la empresa, decía que estaba en todo su derecho de cerrar sus puertas mientras pague indemnizaciones. Pero estaría en todo su derecho si no va a continuar con los trabajos, acá es muy evidente que continúan produciendo. Pero el tema es que Clarín no quiere seguir pagando salarios por convenio, quiere tercerizar, precarizar el trabajo y pagar miserias, mientras ellos se llenan de dinero.
— ¿Siguen sin poder reunirse con Jorge Triaca?
— Realizamos cortes en Puente Pueyrredón, Acceso Oeste y Panamericana reclamando una reunión y una respuesta inmediata de Triaca. Nos dieron una reunión pero no nos atendió, se ve que evita la situación, y nos atiende, una vez más, una persona que tampoco era idónea para darnos respuestas. En esa misma reunión, se comprometieron a darnos una nueva reunión con el ministro, de verdad, firmaron un compromiso con que eso iba a suceder y tampoco lo cumplieron.
— ¿Qué esperan que suceda en esa reunión?
— Pedir por la reincorporación de todos nuestros compañeros. Que el Ministerio o el Estado haga cumplir la ley y que regularice esto.
Nuestra intención es tratar de forzar o torcerle la mano al Ministerio de Trabajo. Bajo órdenes del gobierno, acá hay una asociación entre Clarín y el Gobierno. Y el único que puede dar solución acá es el Estado. No hay otro.
— Viendo esta secuencia de incumplimientos, ¿ven relación entre su situación con la empresa y el accionar del gobierno respecto a un contexto general de precarización laboral?
— Sí, totalmente. Es la línea que bajan desde el gobierno hacia todas las patronales. La CGT va a hacer una movilización recién en marzo, eso es para acomodar todo lo que tengan que acomodar durante diciembre, enero y febrero. Es toda una misma línea. El mismo gobierno quiere modificar los convenios colectivos, lo ha hecho público.
— En este contexto, y teniendo en cuenta su organización, ¿qué expectativas tienen sobre la resolución del conflicto?
— Nuestra intención es tratar de forzar o torcerle la mano al Ministerio de Trabajo. Bajo órdenes del gobierno, acá hay una asociación entre Clarín y el Gobierno. Y el único que puede dar solución acá es el Estado. No hay otro. Esperamos que con esta movilización a Plaza de Mayo para entregar un petitorio dirigido al presidente, dejen de hacerse los distraídos. Esto tiene que generar que desde el gobierno digan: “Clarín, hasta acá te acompañé, me estás haciendo un quilombo, y ya está, tengo que tomar cartas en el asunto”. Porque hasta el momento, tanto el Ministerio de Trabajo como el gobierno están apelando a ver cómo la gente se desgasta y se va yendo, pero el grueso de la gente que quedó está muy dispuesta a ir hasta las últimas consecuencias.