Una voz: lo singular para hablar de lo universal

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Una voz se trata de un ciclo de teatro que pone la palabra en el centro de la escena, que erige a la voz humana como única protagonista de un espacio tan despojado como cargado de significaciones. En el caos y la yuxtaposición de fragmentos es donde estalla el sentido de una forma clara e intensa. Una muchacha desesperada que sólo es capaz de comunicarse con su extraña mascota llamada Karma: nada más y nada menos que… ¡un camarón! Un chamán que hace catarsis en una sala de espera ubicada en pleno Miami Beach. El bio-musical científico de Christiane, una figura trascendental en la investigación de la leucemia. El ciclo cuenta con la participación de Virginia Smith, Dennis Smith y Belén Pasqualini, y se lleva a cabo todos los viernes a las 21 hs. en el Centro Cultural San Martín (Sarmiento 1551).


Karma y yo es una pieza escrita por Virginia Smith que ha sido elaborada en el marco de una temporada como becaria en la Royal Academy of Dramatic Arts de Londres (Inglaterra) entre 2014 y 2016, dentro del Programa de Estudios en el Extranjero 2015-2016 del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. Este unipersonal fue estrenado el año pasado en el Camden Fridge y cuenta con la interpretación de la mismísima Virginia Smith y dirección de su hermano Dennis Smith, además de la participación de Fernando Losada al piano.

La voz de este unipersonal está encarnada en la figura de Mía, una chica -en apariencia- bastante corriente, que habla sin parar con Karma, su mascota. Pero Karma no es un perro, un gato o un hámster, sino… ¡un camarón! Y ese es el primer dato que comienza a delinear a un personaje no tan común y corriente.

Mía habla y, al tiempo que habla, pone en escena.

Cierto día Mía vuelve del trabajo y encuentra su departamento completamente vacío. Le han robado, la han despojado de todo (pero quizás no es la primera vez que esto le ocurre). Sabe perfectamente quién ha sido el responsable; sólo queda una nota pegada sobre el cristal de la pecera de Karma. Entonces llama a la policía para pedir ayuda, y mientras espera a que el auxilio llegue… ella habla. Habla, habla, y no puede parar de hablar. No hay muchos interlocutores en el perímetro, pero tampoco parece necesitarlos. El único oyente es Karma, su solitario camarón.

Mía habla y, al tiempo que habla, pone en escena. Habla sobre sus traumas de infancia, sus recuerdos y (por supuesto) sus padres; habla sobre la muerte y los sucesivos entierros de animales en el jardín de su casa; habla sobre un antiguo affaire nacido en el trabajo; y habla sobre Peter, aquel cantante callejero que decidió llevar a su casa tal vez para remediar su soledad; habla de la traición, de sentirse diferente y de su incapacidad para mantener una conversación más allá de las tres palabras. Pero cuando habla de todas estas cosas, implícita o explícitamente invoca la sombra de su hermano. No era normal, dice. Era mucho más que eso: él era especial. Mía está desesperada y por eso habla. Esa parece ser la única manera de anular el silencio espectral que la atormenta.

Habla, habla, y no puede parar de hablar. No hay muchos interlocutores en el perímetro, pero tampoco parece necesitarlos. El único oyente es Karma, su solitario camarón

Los relatos, los personajes, las acciones y la catarsis van sucediéndose en una cadena vertiginosa que emana de una única voz, de un único cuerpo que domina la escena. Es un cuerpo menudo y una voz más bien débil que, sin embargo, va llenando el espacio a medida que desenmaraña su madeja de hilos: lo puebla de figuras, lo carga de sentidos. Virginia Smith es una actriz de gran destreza, capaz de crear los diversos climas por los que transita su personaje y de sumergirnos en diversos traumas y situaciones, al punto de preguntarnos: «¿A quién le ocurren todas estas cosas?».

Los relatos, los personajes, las acciones y la catarsis van sucediéndose en una cadena vertiginosa que emana de una única voz, de un único cuerpo que domina la escena

Su narración parece denunciar pequeñas tragedias cotidianas, pero detrás de esa fachada sutil se enmascara uno de los peores y más oscuros dramas humanos: ser diferente. Sentirse diferente. Pensarse diferente. Ser pensado como alguien diferente. ¿Cuál es la frontera que divide lo normal de lo especial? ¿Acaso alguien es capaz de verla? En su verborragia aparecen todas estas inquietudes, y Mía intentará resolver algunos de sus pesados traumas aún cuando todo parece indicar que ya es demasiado tarde.

En esa voz que se viste con las prendas de lo aparentemente singular, lo peculiar, lo extraño, lo ajeno (la alteridad, la cosa-otra), aparecen sin embargo los dramas universales de la condición humana, nuestros pequeños y grandes tormentos: la soledad, la traición, la diferencia, el amor, las frustraciones, la muerte. Una muy buena opción que ofrece la cartelera teatral porteña en un espacio que forma parte del Complejo Teatral de Buenos Aires (bastante despojado en estos tiempos, ¿para qué omitir el comentario?). Los verdaderos artistas son quienes continúan sosteniendo el nivel artístico en esta ciudad.


Funciones: Viernes a las 21 hs.
Centro Cultural San Martín (Sarmiento 1551) // Sala 3
Localidades: $130

FICHA TÉCNICA-ARTÍSTICA:
Título: Karma y yo
Duración: 55 minutos
Intérprete: Virginia Smith
Dramaturgia: Virginia Smith
Participación en piano: Fernando Losada
Dirección y Producción general: Dennis Smith
Diseño de iluminación: Claudio Del Bianco
Prensa: WE Prensa

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