Ayer, el aborto volvió a estar en el centro de la escena, pero otra vez desde el lado acusatorio y no desde la búsqueda de soluciones. En su carta apostólica «Misericordia et Misera», divulgada este lunes por la Santa Sede, el Papa Francisco no modifica la posición de la Iglesia Católica respecto de la decisión de abortar. Aunque agrega: «Con la misma fuerza, sin embargo, puedo y debo afirmar que no existe ningún pecado que la misericordia de Dios no pueda alcanzar y destruir, allí donde encuentra un corazón arrepentido». ¿Hasta donde la hipocresía nos deja ver para otro lado?
Doce años de kirchnerismo, uno de macrismo y el aborto legal, seguro y gratuito sigue brillando por su ausencia. Mientras tanto, miles de mujeres de todas las clases sociales son sometidas a prácticas ilegales que ponen en riesgo su integridad física y psicológica. Por ejemplo, según La Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Instituto Guttmacher, en países como Argentina donde existen leyes muy restrictivas, se practican cerca de medio millón de abortos de manera clandestina.
Si el papa fuera mujer
Durante el día de ayer, los medios de comunicación debatían sobre las novedades que venían desde Roma de la mano del Papa Francisco sobre el tema. El mismo Bergoglio, que declaró a la Ley de Matrimonio Igualitario como «una guerra de Dios», señaló en su carta apostólica «Misericordia et Misera» que no modifica la posición de la Iglesia Católica respecto de la decisión de abortar, la cual sigue mencionando como un «pecado grave» ya que «pone fin a una vida humana inocente».
Sin embargo, lo novedoso era lo que seguía después, donde añadía que «con la misma fuerza, sin embargo, puedo y debo afirmar que no existe ningún pecado que la misericordia de Dios no pueda alcanzar y destruir, allí donde encuentra un corazón arrepentido» dejando así que «que cada sacerdote sea guía, apoyo y alivio a la hora de acompañar a los penitentes en este camino de reconciliación especial».
Es decir: abortar sigue siendo ilegal, miles de mujeres tienen que pasar por una experiencia traumática desde lo físico y psicológico por un Estado que mira para otro lado y una religión que, con una pata apoyada en los grandes medios, carga moralmente. Sólo que, al igual que a genocidas como Videla, Massera y Agosti, puede perdonarlos. En otras palabras, parece aliviar más la carga moral de los propios curas que las mujeres que decidieron abortar.
Es decir: abortar sigue siendo ilegal, miles de mujeres tienen que pasar por una experiencia traumática desde lo físico y psicológico por un Estado que mira para otro lado y una religión que, con una pata apoyada en los grandes medios, carga moralmente
Como fruto del impacto de esta noticia, en los medios de comunicación invitaron a muchos»especialistas», periodistas y obispos para hablar de las ¿buenas? nuevas. Como no podía ser de otra manera, la inmensa mayoría eran varones. Por ejemplo, en Todo Noticias (TN), Nelson Castro se tiraba centros con un arzobispo diciendo: «Muchas mujeres se arrepienten de haber abortado», haciendo foco en lo importante de encontrar el perdón divino que muchas quizás nunca pidieron. Sí, varones opinando sobre el aborto al mismo tiempo que las mujeres que abortaron siguen silenciadas por esos mismos medios, judicializadas o muertas.
El debate en Argentina
Las novedades desde El Vaticano llegan días después de que el debate por la Ley de Aborto, Legal, Seguro y Gratuito quedara postergado otra vez en el Congreso de la Nación con el guiño de muchos partidos políticos. Al respecto, Victoria Donda, una de las legisladoras que presentó uno de los tres proyectos para la interrupción involuntaria del embarazo señaló: “entre 460.000 y 600.000 mujeres recurren cada año al aborto clandestino; 80.000 deben ser hospitalizadas por complicaciones y 100 mueren por causa de la clandestinidad del aborto”.
El proyecto impulsado por la Campaña Nacional por el derecho al Aborto Seguro, Legal y Gratuito, firmado por Donda, prevé que la interrupción del embarazo (IVE) pueda realizarse durante las primeras 14 semanas del proceso gestacional, dentro del sistema de salud público, el privado y el gestionado por las obras sociales, y contempla que la mujer acceda al aborto cuando el embarazo sea producto de una violación y o corra riesgo su salud.
Sin embargo, el cierre de las sesiones ordinarias, previsto para el 30 de noviembre, no deja margen para avanzar en el tratamiento, como si fuera a propósito dejarlo para el final. Tal como viene ocurriendo en años anteriores, no existe la voluntad política oficialista y opositora –de antes y de ahora– para sacar un dictamen que resuelva la problemática que lleva a que cada vez más mujeres aborten de manera ilegal, sin ningún tipo de protección sanitaria y en condiciones inhumanas.
Tal como viene ocurriendo en años anteriores, no existe la voluntad política oficialista y opositora –de antes y de ahora– para sacar un dictamen que resuelva la problemática que lleva a que cada vez más mujeres aborten de manera ilegal, sin ningún tipo de protección sanitaria y en condiciones inhumanas.
Mientras tanto, la religión y un Estado patriarcal siguen mirando para el costado, preocupándose más por las almas que por las mujeres que arriesgan su vida todos los años, sobre todo las pertenecientes a las clases más desfavorecidas, que sufren una desprotección más a la larga lista de atropellos. En definitiva, mientras el Papa tira papelitos de colores religiosos, las mujeres más humildes se desangran en salas precarias.