El próximo sábado 26 de noviembre se celebra la XXV Marcha del Orgullo LGBTIQ en Buenos Aires. La convocatoria es a las 13 horas en la Plaza de Mayo para comenzar con la tradicional Feria del Orgullo. Se estima que a las 16 horas empezará la caminata hacia el Congreso bajo la consigna “Basta de violencia institucional y asesinatos a personas trans. ¡Ley Antidiscriminatoria Ya!”.
Después de más de 20 años de la primera marcha de 1992, en la cual 250 personas caminaron con caretas por miedo a perder sus empleos, parece necesario recordar algunos motivos por los cuales, aún en 2016, es necesario seguir realizando la Marcha del Orgullo LGBTIQ. Para empezar, porque muchos de los derechos que la comunidad reclama desde años todavía no se hacen efectivos: inclusión y cupo laboral trans en todo el país; Ley de Emergencia Nacional contra víctimas de violencia de género; Aborto legal, público y gratuito.
A esto hay que agregar el angustioso contexto de un Estado completamente ausente que no logra separarse de la Iglesia y que se desligó de sus responsabilidades sociales. Un Estado que no trabaja por la inclusión, que no vela por una educación sexual integral que contemple la diversidad. Un Estado que, en definitiva, está lejos de cumplir su histórica promesa de disminuir el racismo, el sexismo y la xenofobia de base que lo constituyen.
La Marcha del Orgullo también es una celebración. El sábado 26 se celebran todos los triunfos logrados a través de una ardua lucha. Lejos de estar en un lugar de debilidad, la comunidad LGBTIQ crece, se fortalece, se anima a salir y a mostrar rostros, a mostrar cuerpos sin vergüenza, sin tapujos, sin necesidad de esconderse detrás de una careta “por miedo a”. Algo ha cambiado, entonces, en los últimos años, y esa es una transformación que no queremos perder.
Entonces, parece obvio tener que explicar que se sigue marchando por el Orgullo LGBTIQ porque los crímenes por cuestiones de género y diversidad encabezan la lista de crímenes religiosos, porque la adopción homoparental sigue siendo imposible, porque las compañeras trans continúan siendo perseguidas y asesinadas, y porque a ninguna pareja heterosexual se las ha echado de ningún bar o lugar público por ser «heterosexuales».
Terminando de relatar lo que parece obvio, es necesario decir que la Marcha del Orgullo también es una celebración. El sábado 26 se celebran todos los triunfos logrados a través de una ardua lucha. Lejos de estar en un lugar de debilidad, la comunidad LGBTIQ crece, se fortalece, se anima a salir y a mostrar rostros, a mostrar cuerpos sin vergüenza, sin tapujos, sin necesidad de esconderse detrás de una careta “por miedo a”. Algo ha cambiado, entonces, en los últimos años, y esa es una transformación que no queremos perder.
A pesar de los logros alcanzados en los últimos 20 años, el discurso dominante de la heteronormatividad, con sus juicios de valor y sus estereotipos, continúa siendo imperativo y hace que muchas personas no puedan vivir con libertad su elección. Es urgente, por lo tanto, que esta ley se sancione ¡ya! porque las persecusiones, los asesinatos, la violencia institucional, física y simbólica, continúa hacia la comunidad LGBTIQ, y no existe el amparo de una ley que la proteja.
Por eso, la Marcha del Orgullo LGBTIQ invita al resto de la sociedad a que vaya perdiendo los escombros de un patriarcado heternormativo y dominante que aún pesa en sus discursos.
¿Por qué es tan importante acompañar la marcha de este año?
El 2016 fue un año lleno de demandas y movilizaciones por cuestiones de género, diversidad y discriminación. El 3 de junio se vivió una segunda marcha multitudinaria contra la violencia de género bajo el lema #NiUnaMenos, y poco tiempo atrás se realizó el primer Paro Nacional de Mujeres. Además, vivimos un nuevo Encuentro Nacional de Mujeres en Rosario en donde los reclamos se volvieron a alzar por un Aborto Legal y una Ley de Emergencia Nacional.
Pero así como estos reclamos llenaron las calles, no faltaron, en cada uno de ellos, los contradiscursos vacíos (desde el “¿Por qué no #NiUnoMenos?” hasta el “¿Por qué no decimos #NadieMenos?”) e incluso la repetición de una represión violenta contra las compañeras que asistieron al Encuentro Nacional de Mujeres en Rosario, que ya se había vivido el año pasado en el mismo encuentro en Mar del Plata. Entonces, ¿por qué hablamos de una “Ley Antidiscriminatoria” y por qué se la necesita YA?
A pesar de los logros alcanzados en los últimos 20 años, el discurso dominante de la heteronormatividad, con sus juicios de valor y sus estereotipos, continúa siendo imperativos y hace que muchas personas no puedan vivir con libertad su elección. Es urgente, por lo tanto, que esta ley se sancione ¡ya! porque las persecusiones, los asesinatos, la violencia institucional, física y simbólica, continúa hacia la comunidad LGBTIQ, y no existe el amparo de una ley que la proteja.
Porque todavía hay gente que no logra correrse de estos lugares comunes del discurso dominante: ¿Cuál es la necesidad de que se vistan así?, ¿es necesario que lo hagan público?. La respuesta es SÍ, es necesario, porque la visibilización de los cuerpos es, también, parte de una lucha contra una suerte de «aceptación que reprime», que pide que la diversidad se mantenga puertas adentro, escondida o tapada, que limita y pone trabas a la aceptación de los cuerpos, a la libertad de la elección sexual, y por reprimir y silenciar, asesina.
Si todavía te preguntás “¿Por qué no hay una marcha del orgullo heterosexual?”, entonces, te acercamos algunos motivos para que, por favor, lo vuelvas a pensar:
Porque a nivel global, 78 países penalizan las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo llegando, en algunos casos, a la pena de muerte.
¿O acaso conocés a alguien a quien hayan matado por ser heterosexual?
No existe, aún, un protocolo de atención para las fuerzas de seguridad ante casos de discriminación y violencia de género.
Porque el binarismo de género es una construcción cultural anacrónica y la sexualidad es una elección que todavía no se respeta.
Porque aún se espera de alguien, cuando nace, que sea heterosexual.
Porque hace falta un acceso real a la salud integral, trabajo y vivienda para el colectivo trans.
Porque los personajes públicos siguen diciendo que “peor sería que te gusten los hombres” (Susana Giménez) o “me da asco ver a dos mujeres besándose” (María Martha Serra Lima)
Porque falta una ley nacional para una educación sobre la diversidad sexual y contra la discriminación que se dicte en la primaria (y en ámbitos como el hogar).
Porque el orgullo es una forma de lucha, pero también de homenaje y memoria.
Foto de portada: Sentido G
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