Luego de un trabajo de recolección de datos llevado a cabo en distintos puntos del país, la agrupación Las Casildas presentó los resultados finales del primer informe del Observatorio de Violencia Obstétrica. La institución, de carácter ciudadano y autogestivo, fue creada en el año 2015 con el objetivo de obtener un panorama de la atención perinatal en Argentina. De esta forma, ofrece un diagnóstico representativo de una de las agresiones más naturalizadas que sufren las mujeres al interior del sistema médico hegemónico.
La semana pasada, una mujer tuvo a su bebé en el piso de la guardia del Hospital Santojanni, en la Ciudad de Buenos Aires. Federicho Charabona, el director del establecimiento, relativizó las pésimas condiciones de higiene del parto y la deplorable atención que la mujer recibió durante sus cuatro horas en la sala de espera. “Fue un fallo de la condición anátomica”, declaró, en una frase que, como en muchas otras formas de violencia de género, distribuye las culpas en un intento de inivisbilización.
El abuso de poder, anclado en una relación verticalista, termina por suprimir toda autonomía de la mujer, convertida en un objeto sin capacidad decisoria.
De acuerdo a la Ley 26.485 de Protección Integral a las mujeres, la violencia obstétrica es “aquella que ejerce el personal de salud sobre el cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres, expresada en un trato deshumanizado, un abuso de medicalización y patologización de los procesos naturales”. Es una forma más de violencia machista y patriarcal que, agravada por intereses corporativos, resulta invisibilizada por el saber médico. El abuso de poder, anclado en una relación verticalista, termina por suprimir toda autonomía de la mujer, convertida en un objeto sin capacidad decisoria.
Si bien la violencia obstétrica se encontraba contemplada en aquella normativa, fue en octubre del año 2015 cuando el respaldo legal dio un paso considerable con la tan esperada reglamentación de la Ley de Parto Humanizado, que establece los derechos de la madre y del núcleo familiar durante el embarazo, parto y pos parto. Además y con días de diferencia, se creó el primer Observatorio de Violencia Obstétrica de Argentina, impulsado por la agrupación Las Casildas. La iniciativa, de alcance nacional, se propone la recolección de datos para debatir y enfrentar los casos de agresión.
Una de las primeras medidas del observatorio fue la aplicación de una encuesta de atención al parto/cesárea, que se aplicó a todo el país, a través de una red de referentes para garantizar la representatividad. Luego de relevar las experiencias de casi 5 mil mujeres, la agrupación Las Casildas publicó un informe en el que se manifiesta la “vulneración cotidiana y sistemática presente en los nacimientos en el sector público y privado”, que afecta a las mujeres y a los bebés a nivel físico, emocional y psicológico.
Según el relevamiento, más del 50% de las mujeres que fueron madres sufrieron de violencia obstétrica. Se observó un índice elevado de maltrato verbal, humillaciones, patologización del embarazo, prácticas invasivas injustificadas, negación del acompañamiento externo y de información completa y verdadera.
Según el relevamiento, más del 50% de las mujeres que fueron madres sufrieron de violencia obstétrica. Se observó un índice elevado de maltrato verbal, humillaciones, patologización del embarazo, prácticas invasivas injustificadas, negación del acompañamiento externo y de información completa y verdadera. De acuerdo al informe, 5 de cada 10 mujeres no se sintieron contenidas durante el trabajo de parto y fueron tratadas con sobrenombres o diminutivos denigrantes. Asimismo, 4 de cada 10 no fueron informadas sobre su evolución y el bienestar de su bebé.
Los números son sólo algunos de una larga lista que busca dimensionar la importancia de una forma de violencia escondida detrás de la legitimidad médica, que muchas veces abusa de la asimetría y reproduce los prejuicios y discriminaciones que sufren las mujeres por el solo hecho de serlo. En este sentido, el informe representa un avance importante para poner en escena la problemática y profundizar el camino hacia una atención perinatal con perspectiva de género, que respete los derechos de las mujeres como participantes activas del embarazo y el parto.
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