Donald Trump, el candidato multimillonario, racista y sin experiencia política, se convirtió en presidente de los Estados Unidos contra todos los pronósticos. Luego de una elección ajustada que mantuvo en suspenso al mundo entero, el continente americano eligió una vez más la opción de la derecha frente a la continuidad, algo que ya sucedió en Argentina con Mauricio Macri.
La candidatura de Donald Trump parecía salida de una ficción distópica donde el poder económico domina tanto al poder político como para que sus líderes se combinen. Un excéntrico multimillonario famoso por su participación en un reality show y sus ofensivas declaraciones contra las mujeres se convirtió lentamente en una posibilidad real a través de una campaña altamente mediada por los medios de comunicación y las redes sociales.
Un excéntrico multimillonario famoso por participar en un reality show se convirtió lentamente en una posibilidad real a través de una campaña altamente mediada por los medios de comunicación y las redes sociales.
Trump afirmó en una entrevista a la revista Time que no le importaba que hablaran mal de él, lo importante era que hablaran. Durante meses su nombre y el fantasma de su triunfo resonó en todos los rincones del mundo y efectivamente lo ayudó a progresar en su campaña basada en la violencia, la xenofobia y la falta de tolerancia.
Más allá de lo extravagante del personaje de Trump, es preocupante el avance de las elecciones populares que se inclinan hacia opciones de derecha en todo el continente americano. Estados Unidos es siempre un caso diferente porque su modelo bipartidario no permite que haya múltiples opciones de izquierdas o derechas que compitan entre sí, pero de todas formas hubo en esta elección un claro triunfo del poder de la peor de las derechas posibles.
Donald Trump adoptó un discurso típico de la fluctuante política latinoamericana al plantear que el rumbo del país con el gobierno de Barack Obama se había perdido completamente y era necesario volver a empezar para «hacer a América grande de nuevo», como planteaba su slogan de campaña.
Su opositora política, Hillary Clinton, era descripta como la representante de un sistema que había fallado a sus votantes y que cargaba con la corrupción y el peso de años en la política.
Su opositora política, Hillary Clinton, era descripta como la representante de un sistema que había fallado a sus votantes y que cargaba con la corrupción y el peso de años en la política. Ese discurso amplio de oposición logró aglutinar a todos los que se sintieron desilusionados luego de 8 años de gobierno demócrata.
Esta misma situación se ha vivido en distintos países del continente americano en este último tiempo. La ruptura con la continuidad de los gobiernos populares llevó a un aumento de los países con gobiernos que, aferrados al discurso del cambio, ganaron las elecciones – o llegaron al poder de otras formas, como en el caso de Brasil – con promesas alineadas al pensamiento de la derecha. No debemos dejar que los errores de un partido político pongan en riesgo la continuidad de las libertades adquiridas.