Alika Kinán fue rescatada de una red de trata de personas en el año 2012, luego de ser explotada sexualmente durante más de 20 años. Hoy comienza el juicio donde se presenta como querellante contra sus captores y también contra el Estado, a quien denuncia por falta de protección. Es la primera vez que una víctima de trata de personas encabeza su búsqueda de justicia y puede sentar un enorme precedente para miles de mujeres que comparten la misma lucha.
El caso de Alika Kinán no es único: miles de mujeres alrededor del país sufren a diario el calvario que vivió desde su adolescencia. Pero Alika tiene hoy la oportunidad de hacer historia al presentarse como querellante en un juicio contra sus captores y contra el Estado, a quien considera cómplice de quienes la convirtieron en una esclava sexual durante más de 20 años.
Alika tiene hoy la oportunidad de hacer historia al presentarse como querellante en un juicio contra sus captores y contra el Estado, a quien considera cómplice de quienes la convirtieron en una esclava sexual durante más de 20 años.
La historia de Alika Kinán comienza en Córdoba. Descendiente de abuelas, tías y madre prostitutas, cargaba sobre sus hombros el peso de la explotación sexual que sobrevivía las generaciones. Cuando su familia decidió abandonarla a los 16 años, dejándola a cargo de una hermana de 10, intentó mantenerse con otros trabajos, pero finalmente siguió el camino de la prostitución. En los años ’90 llegó a Ushuaia con la promesa de una ciudad portuaria internacional donde abundan los hombres y las noches se cobran en dólares.
En Ushuaia, Alika se encontró con un sistema muy aceitado entre los regenteadores de whiskerías y cabarets, donde se ejercía la prostitución, y el Estado provincial, que ignoraba toda regulación y control. En la denuncia expresa que, además de retenerles la documentación, sus captores «se quedaban con un porcentaje por cada servicio además de generarte un plan de deudas que nunca saldabas entre pasajes, comida, ausentismo y llegadas tarde».
En Ushuaia, Alika se encontró con un sistema muy aceitado entre los regenteadores de whiskerías y cabarets, donde se ejercía la prostitución, y el Estado provincial, que ignoraba toda regulación y control.
Alika vivió un infierno de esclavitud sexual, drogas y violencia durante años. Se casó con uno de sus «clientes», un hombre golpeador y abusivo, y al querer escapar de él terminó volviendo al mismo lugar del que había salido. La violencia psicológica que sufrían les impedía verse a si mismas como víctimas, comprender que sus captores no estaban ofreciéndoles un techo y un trabajo sino que estaban explotándolas y despojándolas de todos sus derechos.
La violencia psicológica que sufrían les impedía verse a si mismas como víctimas, comprender que sus captores no estaban ofreciéndoles un techo y un trabajo sino que estaban explotándolas y quitándoles sus derechos.
En el año 2012, Alika fue rescatada de la whiskería «Sheik», ubicada a la vista de todos en el centro de la ciudad de Ushuaia. La naturalización de la violencia sexual que había sufrido durante toda su vida adulta sólo le permitía pensar que se había quedado sin casa y sin comida. Se reconocía como una mujer fuerte, no como una víctima. Solo con los años y con la ayuda de su abogado y de una organización feminista, logró «desarmar preconceptos» y comprender que todas las relaciones «eran violaciones, entregas sexuales con riesgo permanente».
Alika se reconocía como una mujer fuerte, no como una víctima. Solo con los años y la ayuda de su abogado y de una organización feminista, logró «desarmar preconceptos» y comprender que todas las relaciones «eran violaciones, entregas sexuales con riesgo permanente».
La lucha de Alika se materializa en el juicio que comienza hoy en el Tribunal Oral Federal de Tierra del Fuego. Allí se enfrentará a Pedro Montoya e Ivana García, dueños del prostíbulo «Sheik» y a Lucy Alberca Campos, encargada del lugar. Además, exige al Estado municipal un resarcimiento económico por sus años de explotación y la correcta aplicación de la ley de Prevención y Sanción de la Trata de Personas y Asistencia a sus Víctimas. Tiene la posibilidad de hacer historia y demostrarle a muchas mujeres en su misma situación que hay un futuro más allá de la esclavitud sexual. Y que quien no puede elegir, nunca podrá ser libre.