Blondi, la ópera prima de Dolores Fonzi tiene muchos aciertos, empezando por el elenco. Rita Cortese, Carla Peterson, Toto Rovito y Leonardo Sbaraglia acompañan a la actriz en una película que es mucho más que otro film sobre maternidades. Crianza, afectos, redes colectivas, contradicciones son algunas de las tantas dimensiones que componen a personajes complejos y sientan las bases de una comedia ingeniosa que no elude debates necesarios.
Blondi llega tarde al trabajo. Se levanta sobresaltada y, sin tiempo para desayunos, la vemos cambiarse y subir al auto a través de un plano secuencia que la sigue desde la ventana más alta de su casa. Es domingo y pasa a buscar a un grupo de chicas y chicos con los que pasa el día laboral realizando encuestas. A la vuelta, la espera Mirko, su hijo. Se ríen, hacen chistes, fuman juntos. Tienen una relación cercana, la de una complicidad íntima y cálida que desborda en cada escena de una película que trata de maternidades, pero también de los afectos que rodean la crianza, de las tensiones en los vínculos familiares y de las salidas colectivas.
Tienen una relación cercana, la de una complicidad íntima y cálida que desborda en cada escena de una película que trata de maternidades, pero también de los afectos que rodean la crianza, de las tensiones en los vínculos familiares y de las salidas colectivas.
Blondi también tiene una madre, Pepa, que vive a una cuadra de distancia, y una hermana, Tina, que detrás de las rejas mecánicas de su casa, aparenta una prolijidad medida, de esas que podrían estallar en cualquier momento por los aires. “¿Qué hacías encerrada en el baño?”, le pregunta Blondi cuando la visita para festejar su cumpleaños. Tina elude, habla de las reformas que quiere hacer en las paredes, mientras su marido y sus hijos esperan afuera. Las tensiones en la mesa familiar se forman, desvían y deshacen con la fluidez que solo puede lograr un elenco tan orgánico como el interpretado por la propia Dolores Fonzi, Rita Cortese, Toto Rovito, Carla Peterson y Leonardo Sbaraglia.
Blondi tienen un poco más de treinta y fue madre adolescente. A los quince años intentó abortar y Pepa la llevó a ver un médico. Cuando se despertó de la anestesia, sin la plata del aborto y creyó que todo había terminado, no sabía que dos meses después seguiría embarazada. Blondi le cuenta la historia a Mirko, mientras esperan que pare de llover bajo el toldo de un local de cotillón. Después ríen, hacen chistes de nuevo. La película introduce varias discusiones y debates sobre feminismo, crianza, vínculos, frustraciones y avanza así: de forma fluida, integrándose en el ritmo de una comedia ingeniosa que va dejando las ideas, de a poco, para tomar en el camino y quedárselas, mientras los diálogos y las escenas siempre están en movimiento, problematizando y riendo sobre lo cotidiano.
La película introduce varias discusiones y debates sobre feminismo, crianza, vínculos, frustraciones y avanza así: de forma fluida, integrándose en el ritmo de una comedia ingeniosa que va dejando las ideas, de a poco, para tomar en el camino y quedárselas, mientras los diálogos y las escenas siempre están en movimiento, problematizando y riendo sobre lo cotidiano.
Si hay algo que se puede destacar sobre Blondi, entre sus muchos aciertos, es que no se trata simplemente de un film sobre la maternidad, ni de una exposición sobre los modelos de madre – «buenas vs. malas» – , sobre los que tantos productos culturales necesarios se han realizado en los últimos años para desmontar estereotipos. Es una película que muestra personajes complejos, con varias capas y matices que, en muchos casos, viven liberados de mandatos, que no juzga, que plantea contradicciones y la necesidad de redes colectivas, en medio de un crecimiento y búsqueda que se atraviesa de principio a fin.