Laura Paredes invoca la rosa, el cuchillo, la sangre, la poesía y también el teatro del gran artífice español de la Generación del ‘27 en su nueva labor de dirección: Lorca, el teatro sobre la arena. La obra se presenta los sábados a las 21 y los domingos a las 20 en el Centro Cultural San Martín (Sarmiento 1551) hasta el 12 de junio. Foto: Estudio Levin.
por Milena Rivas
Desde el año 2014, el Centro Cultural San Martín alberga un ciclo de obras de teatro titulado Invocaciones. Mercedes Halfon, a cargo de la curaduría, ubica en el centro del ciclo una voluntad de volver a poner en contacto las herencias del siglo pasado con las generaciones teatrales más jóvenes.
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Así nace este espacio de interrogación y de creación a la luz de una escena de posibles diálogos con artistas tales como Artaud, Brecht, Meyerhold, Pasolini, por tan sólo mencionar algunas de las figuras del siglo XX cuyas poéticas disruptivas siguen haciendo eco en la actualidad. A partir del 9 de abril, Laura Paredes invoca la rosa, el cuchillo, la sangre, la poesía y también el teatro del gran artífice español de la Generación del ‘27 en su nueva labor de dirección: Lorca, el teatro sobre la arena.
Exclamar el sinsentido de la muerte, ir en busca una y otra vez de aquello que se ha perdido y desgastar con las manos la tinta que yace en el papel. Una elegía es, en definitiva, una invocación.
Federico García / hasta ayer se llamó: polvo se llama. / Ayer tuvo un espacio bajo el día / que hoy el hoyo le da bajo la grama. / ¡Tanto fue! ¡Tanto fuiste y ya no eres! Así lo lloraba Miguel Hernández, otro poeta español, en los versos que vuelven a mi recuerdo antes de que se apaguen las luces de la sala 3 del Centro Cultural San Martín. Exclamar el sinsentido de la muerte, ir en busca una y otra vez de aquello que se ha perdido y desgastar con las manos la tinta que yace en el papel. Una elegía es, en definitiva, una invocación.
Pero otras formas son también posibles y Laura Paredes las imagina con gracia en su última apuesta escénica. La tradición palpita en los versos del granadino que recita una dupla de monosabios mientras que dos académicas se adentran en un ejercicio arqueológico y disertan sobre la obra de Lorca en una antigua plaza de toros en Almería. Aunque las corridas ahora permanecen vedadas, el encuentro no estará exento de combate: ¿existe efectivamente una clave de lectura significativa en una de las piezas más desatendidas de la producción de Lorca? Como en todo lo que interesa al teatro, va a ser cuestión de probar.
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Ningún traje de luces es rasgado por un par de cuernos huecos y los colores que flamean por toda España son reemplazados por una combinación turquesa y fucsia, pero aún así un atento trabajo vocal que privilegia el color de los acentos españoles, los desplazamientos coreográficos trazados por Constanza Feldman y las guitarras flamencas de Gabriel Chwojnik alimentan un ejercicio de ilusión.
Repetir una y otra vez los versos, lo que se ha sostenido siempre de los versos, lo que teorizan elles de los versos, recordar cuántas veces han pasado el índice por las mismas páginas y así quizás a través de la palabra aparezca Federico García Lorca. Desde la voz asoma una propuesta de ritmo que dialoga cohesivamente con la musicalidad de los cuerpos, a su vez un canal transparente para el texto compuesto por Laura Paredes y Mariano Llinás.
Que se manifieste una respuesta a los interrogantes de los personajes se vuelve asunto secundario cuando, en el pecho donde aún late el Romancero Gitano, emergen —ya con timidez, ya con vanidad— múltiples figuraciones del deseo.
Deleitada, afino los sentidos para no perderme ningún matiz de sus gestualidades, ningún firulete en las entonaciones, ningún dibujo de sus miradas incisivas esbozado por los aires. Que se manifieste una respuesta a los interrogantes de los personajes se vuelve asunto secundario cuando, en el pecho donde aún late el Romancero Gitano, emergen —ya con timidez, ya con vanidad— múltiples figuraciones del deseo. Aquellos recorridos se vuelven caricias y, como lo hiciere Pigmalión en otro tiempo y lugar, la obra de arte se transforma en cuerpo vivo.
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El elenco de “Lorca, el teatro bajo la arena” está conformado por Manuel Attwell, Claudia Cantero, Agustín Gagliardi, Nicolás Levín y María Inés Sancerni. La obra se presenta los sábados a las 21 y los domingos a las 20 en el Centro Cultural San Martín (Sarmiento 1551) hasta el 12 de junio. Duración aproximada: 60 minutos. Entradas vía la web del CCSM.