La escritura es una forma de dar cuenta de lo que se deshace sin la urgencia de los acontecimientos. En los poemas de Nahuel Lardies, las escenas mínimas abren paso a sentimientos que se forman y evaporan igual que nubes en el cielo abierto del campo. Álbum (Caleta Olivia, 2021) es una invitación a recorrer fotográficamente lo que muchas veces no se puede capturar a simple vista: ¿en qué momento la soledad golpea la puerta por primera vez?
Sobre el autor
Nahuel Lardies nació en Buenos Aires en 1987, pero vivió sus primeros 18 años en Neuquén. Participó como prologuista y co traductor de La belleza mortal, una antología del poeta inglés Gerard Manley Hopkins, editado en Argentina por Audisea y en México por la Universidad Autónoma de Nueva León. Es editor de la revista Hablar de Poesía. Álbum, su primer libro de poemas, se publicó por la editorial Caleta Olivia (2021).
(Te puede interesar: El desempleo: cinco poemas de Fernando Bogado)
1 – Series
Sentados sin respaldo, comíamos
como cayendo hacia los platos.
No era necesario ahondar mucho en nada,
era nomás prestarnos atención.
Pero nos llenamos de escenas, nos diluimos
en los personajes que nos generaban empatía.
¿Vos estás bien así?
Yo leo la mayor parte del tiempo
con tapones en los oídos, acumulo
resmas de papel, armo collages de notas
sin poder conectar nada con nada.
Me preguntaste si el capítulo que no habías visto
era importante.
Los cubiertos rasparon, rayando el centro de los platos.
(Te puede interesar: Entrada en calor: cinco poemas de Luciana Reif)
2 – Búhos
Siempre que te acercabas el café a la boca
se te empañaban los anteojos.
Ibas perdiendo las pupilas en el gris.
Me acordé de esa foto que sacaste
de unos búhos por la niebla,
medio fuera de foco.
Íbamos en un remís de Miramar a Mar del Sur.
Por mi ventana se veía el bosque,
por tu ventana se veía el campo,
atrás quedaba la tormenta.
Había dejado un brillo como pocas veces vi.
(Te puede interesar: El sillón y la cama: cinco poemas de Gustavo Álvarez Núñez)
3 – Poema
Nos sentamos en silencio a perder la mirada.
Achicorias amargas, tierra pelada en zonas,
la flor violeta de los cardos,
cortezas lisas de eucaliptos secos.
Y de la nada apareció un ternero.
Vino desde más allá del cerco
como un hijo del futuro,
listo para arrancar el pasto
de raíz, masticarlo encendido,
mirarnos, no reconocernos,
seguir para otro lado.
(Te puede interesar: El valor de las monedas: cinco poemas de Luisina Gentile)
4 – Camposanto
Remolinos de polvo,
corrientes de aire inexplicables
mensajes raros al teléfono, su interferencia
y la presencia de esa luz curiosa.
Qué novedosa es la distancia,
esa tela de araña que nos une,
la seda del gusano
y la tarde y la noche tan libres.
(Te puede interesar: Envíame tus poemas y te enviaré los míos: tres poemas de Fabián Casas)
5 – Distorsión
La boca del vaso brilló.
Los hielos que primero tintinearon
después se derritieron.
Si me mareo y te es posible
sostenerme, ponerme paños fríos,
atravesá la persona que soy
como si mi ficción se detuviese por un rato
y donde estaba yo hubieses visto un oasis.
Te invité a entrar al agua inquieta de las ilusiones,
qué se yo, por ahí no viste nada,
tampoco pude demostrar.
(Te puede interesar: Estado de sitio: tres poemas de Elvira Hernández)