Con un equilibrio minucioso entre la reflexión y las imágenes, los poemas de Marcela Sívori buscan encontrar conclusiones sin cerrar el sentido. A partir de la brevedad de instantes o pensamientos, hay lugar para la epifanía y el autodescubrimiento, mientras la frontera entre lo personal y lo general se vuelve cada vez más fina, permeable y, en todo caso, un lente obsoleto para mirar al mundo.
Sobre la autora
Marcela Sívori nació en 1980 en Buenos Aires. Se recibió de diseñadora en la carrera de Imagen y Sonido en la FADU (UBA) y de correctora de textos en el Instituto Mallea. Realizó trabajos de corrección de manera independiente y actualmente es correctora de Canal Encuentro y Pakapaka. Una estatua llena de grafitis es su primer libro.
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1 – Mujer anfibia
¿Entonces no querés ser madre?
No te podés perder eso.
Un mar arcaico que ahoga:
antes intentaba sacar la cabeza
para dar explicaciones.
Años después, opté por quedarme sumergida.
Las voces me llegan distorsionadas.
Puede que no sepa nadar,
pero aprendí a respirar bajo el agua.
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2 – Otra vez febrero
En una esquina,
una banda con pocos músicos
tocando swing y jazz,
algunas mesas en la vereda
y dos o tres parejas bailando alrededor.
Puedo administrar una felicidad sutil,
con la que casi no me doy cuenta de que estoy bien.
Con los carnavales me es imposible,
son una apología de la felicidad, me mareo:
las calles cortadas, pueblos llenos de gente,
carrozas, vestuarios de mil colores,
tambores insistentes.
Aunque casi no lloro,
nunca estaría en un lugar
en el que sienta que no puedo hacerlo.
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3 – No es mi culpa
Necesito que todo siga,
que el pasado esté a mano.
En una alacena,
detrás de una cortina…
La mamá de mi amiga,
las peleas con mi hermano,
el hipo inconfundible de tía Sarita,
absolutamente todos los apuntes de la facultad,
las vacaciones en San Bernardo,
el buzo de los Ramones.
¿Debería saber rezarle
a la ciencia?
Según la física cuántica, es mi culpa,
si no, todo estaría vivo y muerto a la vez.
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4 – Estrellas de rock (II)
Bandas que tuvieron éxito con una sola canción:
unos meses obnubilados, mimetizados,
en estado de epifanía.
No sé cuándo empezó la fuga…
A veces las cosas no terminan,
lo que pasa es que nada sigue.
Y es lógico que una banda se desintegre
si ya no puede escribir temas nuevos.
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5 – Superhéroes
Andamos los dos con rayos y luces en los ojos,
como con poderes en la mirada.
Pero en realidad
estamos empezando
a quedarnos ciegos.
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