Con un gran manejo de la brevedad, los poemas de María Ragonese se insertan en el dolor, el brillo y la mirada al pasado para descubrir qué de todo lo vivido puede ser clave para seguir adelante. En esa dirección, Brilla, sombra (Índigo Editoras, 2021) es un elogio a la experiencia y a la sensibilidad, en donde la paciencia, la atención y el cuidado con el lenguaje abren nuevas puertas para comprender lo que pasó, lo que transcurre y lo que vendrá en una vida que suele esconder cualquier tipo de pistas.
Sobre la autora
María Ragonese nació en Buenos Aires en 1985. Estudió Artes, es editora y coordina talleres de poesía y narrativa. Actualmente lleva adelante junto a Washington Atencio la editorial Agua Viva Ediciones.
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1 –
Hombres y mujeres
amansaron lobos
hasta convertirlos en sus perros.
Les acariciaron el lomo, durmieron
con ojos cerrados, juntos
en las cuevas.
Mi mamá intentó domesticar
al hombre que tenía al lado
para dormir en una casa que eligió
pero nunca quiso.
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2 –
En la naturaleza
todo es transformación.
Para nosotras hay muerte
dentro de una bolsa
sin oxígeno
en el campo.
Lugares con plantas aún nativas
zarza sin descanso.
Cuando vi a mi amiga muerta
el sol puso en mi boca
una joya de dolor.
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3 –
Dicen que el canto de los benteveos
trae anuncios o presagios
pero el que vimos
después de pasar al lado de un zorro
muerto en la ruta
no dijo nada
parado en la copa de un árbol
pechito amarillo
bicho lindo contra el cielo
~
Los pájaros se dedican
al vuelo
a contemplar
también arman nidos
de mecanismos perfectos
con ramitas y barro
preparan el suelo el aire
para los cortejos del amor
y el cuidado de sus pichones.
~
Para quienes no son pájaros
las cosas de los pájaros
no siempre significan tanto.
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4 –
Nos miramos a los ojos
no hablo de las veces que sostuvimos
la mirada
y sonreímos
sino de vernos
los globos oculares,
algo nuestro en las pupilas
del otro,
en los cimientos
la curvatura de la luz
cada vez
más adentro.
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5 –
¿De qué tiempo eran los hombres
que amaron hasta ser piedra?
¿Cuánto llevan muertos?
Tres años cinco mil doscientos años
lo que se hace pesado
no es agua y lo descubro
sentada.
Una piedra cae
en el centro de mis pies
con lo que se rompió
hago un camino nuevo.
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