¿Qué historias nos definen para siempre? ¿Cuándo una vida apacible se convierte en otra cosa? La literatura como una forma de canalizar la energía que produce todo momento bisagra y la transformación que viene después: una lectura de ¿Cuál es tu tormento? (Anagrama, 2021), de Sigrid Nunez, para detenerse en la dulzura de la escucha hacia los demás.
«Cada cual tiene un trip en el bocho, difícil que lleguemos a ponernos de acuerdo», cantó Charly en 1983 y en ese estado seguimos. Alcanza con salir a la calle y ver que cada quien hace lo que puede, más aún en los últimos dos años, donde la pandemia repercutió en todas las rutinas. De hecho, si se le preguntara a las personas en un móvil canchero de fines de los 90’s ubicado en la calle Florida «¿Cuál es tu tormento?», seguro muchos contestarían que el Covid-19.
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Pero también está lo que (todavía) no sale en los medios de comunicación: las batallas diarias que se brindan todo el tiempo. En ¿Cuál es tu tormento?, la autora neoyorquina Sigrid Nunez plantea una historia en la que la vida de sus protagonistas se van entrecruzando por el delgado hilo de todo lo que no salió bien en la vida. A partir de dos amigas que se acercan después del diagnóstico de cáncer de una de ellas, el pasado y el futuro se ponen a hacerle muecas de gracia a la confusión que acarrea todo presente. En el medio, los personajes secundarios también tienen su momento de contar eso que los llevó a ese lugar.
Nunez plantea una vida real en donde el dolor no es una medalla ni algo a esconder debajo de la alfombra: simplemente está ahí como un elemento más y que uno empieza a sospechar que es clave para todo el resto funcione.
Narrada con dulzura y sencillez, al igual que el hermoso libro Amigo (Anagrama, 2019), Nunez plantea una vida real en donde el dolor no es una medalla ni algo a esconder debajo de la alfombra: simplemente está ahí como un elemento más y que uno empieza a sospechar que es clave para todo el resto funcione. No hay tiempo para héroes ni mártires, ni para romantizar el sufrimiento, los acontecimientos se siguen desordenando ni bien le quitamos la vista de encima.
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Tanto en ¿Cuál es tu tormento?, como en otros de sus libros, Nunez deja entrever la importancia de saber escuchar a los demás para encontrar esa fibra sensible que se esconde detrás del talle único de la normalidad y operatividad cotidiana. ¿Qué pasaría, por ejemplo, si nos sentáramos a tomar algo con esa persona que odiamos y descubrimos que las historias de base nos acercan más de lo que nos alejan? Por supuesto, el rencor no desaparecería, pero al menos dejaría ser una superficie plana por la que deslizarse sin más.
Volviendo a la autora nacida en Estados Unidos en 1951, durante dos años convivió con su mentora y suegra, Susan Sontag, algo que derivó en un profundo libro llamado Siempre Susan, en donde Nunez retrata a una persona de carne y hueso detrás de su póster de intelectual. Por ende, se ven las luces de genio y las miserias de cualquier humano promedio que hace malabares con sus tormentos los dos minutos que dura el semáforo. En ese sentido, Nunez trata a Sontag como a cualquiera de sus personajes: con la dulzura de la severidad.
¿Qué pasaría, por ejemplo, si nos sentáramos a tomar algo con esa persona que odiamos y descubrimos que las historias de base nos acercan más de lo que nos alejan? Por supuesto, el rencor no desaparecería, pero al menos dejaría ser una superficie plana por la que desplazarse sin más.
Escribir como si se transcribiera lo que dicen los demás es, tal vez, el mayor desafío de una novela: no pasar por encima de los demás (ya sea ficción o no ficción) con nuestros prejuicios, y ser un canal abierto para que se movilice lo que se tenga que movilizar. Eso es lo que logra Sigrid Nunez en ¿Cuál es tu tormento?: sin caer en obviedades o golpes bajos, simplemente hay una muestra de la fragilidad de todo plan previo. En el fondo, todos somos pilotos de tormentas.
Después, claro, vendrán las decisiones estéticas, que no necesariamente significan tomar partido por alguno de los personajes. O como dice la propia Susan Sontag en su extenso diálogo con Jonathan Cott para Rolling Stone: «Hay un concepto activo de neutralidad que la gente no entiende. La neutralidad trascendental no tiene nada que ver con ‘no tomar partido’; es compasión. Es ver algo más que lo que separa a la gente o a los bandos». Si se tiene eso, parte de la batalla perdida que significa escribir, puede remontarse temporalmente.
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