A partir del formato diario, Inés Marcó estudia y reflexiona en Som-hi! (Blatt & Ríos, 2021) la relación de su propio cuerpo con el mar y el acto de nadar en una ciudad ajena como es Barcelona. El desafío de introducirse en aguas abiertas como una metáfora del mundo que espera con sus impredecibles y el océano interno que significa, al final de cuentas, toda existencia.
«Puedo decir que hay dos mares: el que se ve desde la orilla y el que se siente al nadar. El mar es mucho más bello cuando una nada en él«, comienza escribiendo Inés Marcó en Som-hi! (Blatt & Ríos, 2021), marcando lo que va a ser el tono general de este diario del mar: una mujer que reflexiona sobre su propio cuerpo en relación a una inmensidad inabarcable como es el océano. En el medio, el descubrimiento que se obtiene a partir del estudio atento del movimiento y la constancia.
Con un tono fresco y reflexivo, la autora nacida en Concordia, Entre Ríos, en 1984, logra introducir al lector desde las primeras páginas en dos grandes temas: el mar de Barcelona, ciudad a la que viajó para acompañar a su pareja por una temporada, y otro océano igual de incierto como es su propia vida, en donde la idea de maternidad va ganando terreno como la marea sobre la orilla.
El tono general de este diario del mar: una mujer que reflexiona sobre su propio cuerpo en relación a una inmensidad inabarcable como el mar. En el medio, el descubrimiento que se obtiene a partir del estudio atento del movimiento y la constancia.
«Pero, cierto día, de repente me dije: ‘Voy a intentar transmitir lo que siento, lo que pienso, en un texto escrito a mi manera, de modo natural, volcando en él las cosas tal como están en mi cabeza. Al fin y al cabo, no hay otra manera de empezar», escribió Haruki Murakami en su libro De qué hablo cuando hablo de correr, en donde reflexiona sobre su pasión por las maratones y media maratones, al mismo tiempo que traza un paralelismo con la escritura de novelas. Algo de ese aire se respira en este diario de Marcó, en donde la natación no es una actividad más, sino una parte trascendental de la vida de la autora. Y como tal, el tono para decirlo no puede ser otro que el de la fluidez: la fluidez de un cuerpo en el agua, la fluidez de una pasión.
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En una parte de este breve y contundente diario, en donde el lector más allá de que sea un experto nadador, un aficionado o alguien que no sabe nadar respira el desafío de someter al cuerpo a un ambiente extraño como es el océano, la autora escribe: «Si pudiera expresar el movimiento en color, lo dividiría en tres grandes grupos: los movimientos rápidos serían amarillos; los lentos, rojos; y los que van a ritmo serían azules».
Esa misma idea podría servir para explicar el ritmo de Som-hi!, en donde como una nadadora, se toma impulso por momentos y por el otro se baja el ritmo hasta llegar a una constancia media y lenta, dejando que los significados floten a la deriva pero siempre al alcance de la vista para retomar la acción. Como bien escribió Héctor Viel Temperley en su poema «El nadador»: «Mi cuerpo que se hunde/ en transparentes ríos/ y va soltando en ellos/ su aliento, lentamente,/ dándoselo a// aspirar/ a la corriente».
Tras introducir la imagen del pez como referencia para su propio cuerpo y como metáfora de una vida que puede gestarse al interior del mismo, la autora descubre que está embarazada y su vínculo con el mar, con la natación, se ve alterado.
Ya cerca del final, tras introducir la imagen del pez como referencia para su propio cuerpo y como metáfora de una vida que puede gestarse al interior del mismo, la autora descubre que está embarazada y su vínculo con el mar, con la natación, se ve alterado. «El mar, hoy, estaba bastante tranquilo y mi pez está calmo», señala en un momento.
De esa manera, las fronteras de lo propio y lo ajeno, esa alteridad que despierta toda reacción corporal y toda escritura al mismo tiempo, se van borrando hasta que todo puede ser visto como un mar inabarcable, al cual conviene estudiar y conocer para saber qué se debe hacer. O como escribe Inés Marcó: «A veces tengo la impresión de que cuando nada huye, vaya a saber de qué. Yo supe huir nadando. Quizás todos lo hacemos y por eso nadamos».
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