El voto a Javier Milei: del consumo irónico a la apropiación cultural

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¿Cómo explicar el voto a un candidato negacionista y ultraconservador en una época de crisis? Javier Milei irrumpió en los medios como una suerte de consumo irónico y ahora llega al Congreso con un trasfondo peligroso: un contexto y un advenimiento de peligrosa ultraderecha, que influye fuertemente en la juventud, y que no puede dejar de subestimarse.

Por Ignacio Martínez*



No fue “consumo irónico”. Tampoco fue un payaso mediático de la televisión argentina usado para subir el rating y evocar estallidos sociales. Y tampoco fueron insultos, violencia, negacionismo, conservadurismo, odio, y demás dotes grotescos bien conocidos a esta altura, y con millones de reproducciones en YouTube.

Resulta necesario rever que las razones por las cuales el ultraliberal Javier Milei haya sacado en CABA el 13,65% de los votos de las PASO (más de 200 mil votos), no son simplemente las mismas que lo llevaron a ser un “personaje” de la economía. Aunque sea cierto que haya sido el candidato con más tiempo en TV, sumando 235 entrevistas y 193.547 minutos al aire, simplificar su peligroso batacazo electoral al poder mediático sería pecar, al igual que “la casta política”, de una subestimación al auge ultraderechista.

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Decididamente, Milei dio en el clavo con su discurso “anti política” que no es tal, sino más bien anti políticos, en referencia a cómo la clase política se beneficia a costa del esfuerzo de la población, y en ese sentido logró captar el llamado “voto bronca”. Sumado a la debacle de los partidos más consagrados como el Frente de Todos, y Juntos Por el Cambio, el voto a los liberales era cantado, aunque no se esperaba un porcentaje tan alto.

Milei dio en el clavo con su discurso “anti política” que no es tal, sino más bien anti políticos, en referencia a cómo la clase política se beneficia a costa del esfuerzo de la población, y en ese sentido logró captar el llamado “voto bronca”

¿Cómo se explica que un supuesto outsider de la política como Javier Milei logre asegurarse una banca como diputado en el Congreso? Las razones son varias, y la propia “casta política” a la que Milei desprecia como “parásitos chupasangres”, es una de las tantas razones. Pero además, hay un contexto y un advenimiento de peligrosa ultraderecha, que influye fuertemente en la juventud, y que no puede dejar de subestimarse.

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Javier Milei

Javier Milei es invitado a programas como referente económico «apartidario»


Javier Milei y la era de la decadencia representativa

“La gente está cansada, está harta”, se repite en cualquier medio de comunicación y en la calle, sea por quien esté a favor o en contra del gobierno. Y tiene sentido. Una de las grandes causas por las cuales el voto castigo se desplaza hacia los liberales, reside en que esta incipiente fuerza recoge el guante de la bronca contra la representación política de los últimos veinte años. Y ni que hablar en medio de una pandemia.

Desde la crisis social y económica del 2001 al presente, han sido pocos los años de estabilidad y crecimiento que se han podido vivir en Argentina. Esta línea temporal pega fuerte en una nueva generación que crece viendo cómo la grieta política daña el sentido común, y penetra en una decisión bipolar que decanta entre el kirchnerismo y el macrismo. A la luz de los hechos, los más jóvenes han dado su voto al advenimiento del Partido Libertario, como representación de una “tercera fuerza”.

La falta de credibilidad en los representantes reside en parte a lo inconexo de sus discursos con las realidades de la población. Inmersos en un contexto con 42% de pobreza, y una inflación interanual que roza los 50%, principales referentes políticas de las fuerzas más poderosas se hicieron eco de los medios, y le hablaron a la población con temas superficiales.

La falta de credibilidad en los representantes reside en parte a lo inconexo de sus discursos con las realidades de la población. Inmersos en un contexto con 42% de pobreza, y una inflación interanual que roza los 50%, principales referentes políticas de las fuerzas más poderosas se hicieron eco de los medios, y le hablaron a la población con temas superficiales. Fueron los casos –por citar solo dos- de Victoria Tolosa Paz diciendo que “en el peronismo siempre se garchó”, y María Eugenia Vidal, haciendo uso de su prejuicio de clase sobre la pobreza, en relación a la legalización de la marihuana.

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La banalidad y lo hermético de un discurso incapaz de llegar las verdaderas necesidades de la gente, han llevado a que sus votantes descrean de la clase política en general. Es por eso que Milei ha logrado captar votos incluso en los barrios más pobres de Capital Federal, levantando la bandera del odio contra la “casta política”. Por poner un ejemplo, sólo en Soldati, Lugano y Villa Riachuelo, alcanzó casi el 15% de los votos.

En lo que respecta al oficialismo, queda claro que el gobierno de Alberto Fernández atraviesa una crisis de su propia coalición, al no acordar un rumbo claro en términos económicos, sobre todo en un país que castiga el bolsillo de todas las clases sociales. Sumado a la falta de autocrítica, de no remediar un acuerdo dirigencial tras la derrota de las PASO, los dos años restantes seguirán beneficiando al voto ultraliberal, y en parte, a la incipiente candidatura de Horacio Rodríguez Larreta como presidente en 2023.

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Javier Milei

Javier Milei es uno de los economistas más invitados a programas de televisión en los últimos años.


Una lucha cultural e ideológica

“Gramsci es el enemigo que metió el socialismo, y deberíamos aprender de él”, sostiene Milei, quien cita reiteradas veces al filósofo comunista como a un enemigo del cual beneficiarse. Algo que, poco a poco, intenta llevar a cabo con mayor magnitud e influencia política.

En términos de hegemonía cultural, hay una batalla que se está librando e intenta inclinarse a favor de la ultraderecha, en este caso liberal. Si Milei cita a Gramsci, es porque entiende que la cuestión de fondo redunda en lo ideológico y lo simbólico, y no tanto en lo pragmático. De hecho,  durante su campaña, fue quien más hizo hincapié en imponer  a los gritos, insultos, odio y violencia sus “ideas de la libertad”, que, como primer premisa, es algo así como el respeto irrestricto por las libertades del prójimo. Pero hay excepciones. Porque si ese prójimo es socialista, como lo tildó Milei al “pelado de mierda” (sic) de Horacio Rodríguez Larreta, en ese caso, lo “aplastaría aun en silla de ruedas”.

Durante su campaña, fue quien más hizo hincapié en imponer  a los gritos, insultos, odio y violencia sus “ideas de la libertad”, que, como primer premisa, es algo así como el respeto irrestricto por las libertades del prójimo.

La narrativa que propone Milei, sugiere la construcción de sentidos comunes que peligrosamente pueden arrastrar a todo el arco político, y desviarían el eje de las discusiones a favor de los intereses liberales. A partir de la penetración de sus dichos, significantes como “casta política”, “socialistas”, “respeto del prójimo”, “keynesianismo”, ,“abrazar ideas de la libertad”, y “volar el Banco Central”, encadenan significados que interpelan imaginarios culturales. En otras palabras, libra la batalla contra un el enemigo, el socialismo y el marxismo cultural, intentando abarcar todas las esferas de la vida social.

Aunque se presenten como exagerados o casi delirantes, los dichos de Milei -llegó a negar el calentamiento global por ser un supuesto “invento del marxismo cultural”-, son efectistas e interpelan a cada vez más cantidad de la población. En este sentido, peligra que se reproduzcan sus ideas liberales, ya que de fondo esconden un ajuste económico y un etnocentrismo cultural, autoritario, que supone la imposición de un sólo pensamiento hegemónico: ser libres, pero sólo liberales.

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La guardia alta

En momentos de crisis, es común que en Argentina se reviva una ultraderecha que se exprese aparentemente a favor de quienes más padecen la negligencia de la clase política. En medio de la debacle institucional del gobierno de turno, incapaz de arreglar los problemas macroeconómicos de un país en crisis, la población vota una vez más en virtud de su calidad de vida. Uno de los grandes perjudicados de estos últimos dos años, fue la clase media, que mezcla de una agobiante cuarentena y daños directos de la pandemia, ha perdido mucho de su poder adquisitivo. Y ni que hablar de las clases más pobres.

Aunque Milei sea tecnicista, cite libros que la mayoría de sus votantes desconoce, y proponga medidas de ajuste liberales que ya destruyeron la economía – como los cuatro años de macrismo, o la tablita cambiaria de Martínez de Hoz-, el clima político es el ideal para su puja por el poder. Y bien que lo está aprovechando.

Dicho esto, el tiempo es tirano y el daño ya está hecho: los libertarios son una fuerza incipiente. Por lo tanto, la crisis actual seguirá aumentando adeptos a Milei, en la medida en que la cúpula política no entienda que se está librando una batalla ideológica por la apropiación cultural, que supone cambios en los modos de manifestarse. Uno de los grandes hallazgos liberales, reside en que han entendido que los hábitos de consumo cambian, y han aprovechado fuertemente su imagen en las redes sociales.

Aunque Milei sea tecnicista, cite libros que la mayoría de sus votantes desconoce, y proponga medidas de ajuste liberales que ya destruyeron la economía – como los cuatro años de macrismo, o la tablita cambiaria de Martínez de Hoz-, el clima político es el ideal para su puja por el poder.

Y así como abarcan espacio en un plano cultural, lo irán haciendo en otros, conforme sean capaces de interpelar más allegados y contrarrestar ideas que pierden terreno en medio del malestar social. Será la educación, la economía, el trabajo, la política y hasta lo religioso. En todas esas esferas, “abrazar las ideas de la libertad” puede pisar cada vez más fuerte, y peligrosamente restar terreno a expresiones que nos han dado más de lo que se intenta denostar (como la sanción de leyes igualitarias).

En este sentido, habrá que tener la guardia alta, y detectar lo antes posible el riesgo de ceder culturalmente ante una violencia ultraliberal que niega y suprime libertades, y que lejos está de defenderlas, aunque se disfrace de lo contrario.

Por Ignacio Martínez* / @Nachoam91


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