The family Fang y Private life: ¿Netflix ya no es el reemplazo del cine?

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Estas dos películas disponibles en Netflix abren el escenario para pensar qué lugar ocupan las plataformas de streaming en la industria cinematográfica. ¿Qué esperar de sus catálogos? The Family Fang y Private Life son una muestra de cómo los proyectos intimistas ganan terreno entre las apuestas comerciales.



En los últimos años Netflix abrió su catálogo, históricamente compuesto por grandes producciones de la industria, a proyectos intimistas. Toma, incluso, el rol de productora en algunos de estos films, como en Marriage Story (Noah Baumbach), y deja el lugar de la taquilla a los clásicos de antes, recientemente incluidos en su página: Jurassic Park, Indiana Jones, Matrix, Volver al futuro, etc.

La gran apuesta a estos pequeños-grandes proyectos permite encontrar un posible nuevo rol para las plataformas, que las aleja del temido “reemplazo al cine”. Se transforman, más bien, en creadoras de nuevas propuestas híbridas: superproducciones, hechas a base de super presupuestos y con super elencos, pero con guiones y tramas intimistas, llevados adelante por actuaciones supremas.

Las plataformas de streaming se transforman, más bien, en creadoras de nuevas propuestas híbridas: superproducciones, hechas a base de super presupuestos y con super elencos, pero con guiones y tramas intimistas, llevados adelante por actuaciones supremas.

El objetivo de las plataformas no está solamente en producir estas películas, sino también en incluirlas en su interminable catálogo. Es una nueva curaduría, cada vez más presente y con más fuerza, en todas las páginas de streaming. El híbrido entre lo mainstream y lo indie, entre lo hollywoodense de Scarlet Johansson y lo independiente de Adam Driver, la maravillosa casualidad de tener al lado una película de Spielberg y una de Greta Gerwig.

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Parece ser, entonces, que muy de a poco, estas páginas encuentran un lugar más propio. Depositan su dinero en largometrajes  que aparentan no necesitarlo, con los actores y directores más preciados de Hollywood, interpretando pequeños (como adjetivo valioso y no despectivo) papeles. Lejos de ser algo criticable, este tipo de películas son las que terminan por captar al público y por darle a Netflix, Amazon, Flow, etc. una nueva entidad, alejada de “lo típico yanki”, “lo que va a matar al cine” y muchos otros nombres con los que fueron llamadas.

Dentro de este tipo de tramas, porque lo central en estas superproducciones intimistas son las tramas, se encuentra la vida familiar. La que arrasó en esta categoría fue, la ya mencionada, Marriage Story que parece haber opacado (y con razón) a otros proyectos de la misma índole, que vale la pena buscar.

The family Fang (La familia Fang) es una película dirigida por Jason Bateman, más conocido por su trabajo como actor (Arrested Development, Ozark, Juno), basada en una novela del mismo nombre, escrita por Kevin Wilson. El largometraje fue incluido a Netflix recientemente, habiendo sido estrenada en el 2015. Con un elenco de oro (Nicole Kidman, Christopher Walken y Jason Bateman a la cabeza) y un guión de lujo, vale la pena hurgar entre Django, Apollo 13, Mad Max, Blade Runner… y demás, para disfrutarla.

The family Fang (La familia Fang) es una película dirigida por Jason Bateman, más conocido por su trabajo como actor (Arrested Development, Ozark, Juno), basada en una novela del mismo nombre, escrita por Kevin Wilson.

Los Fang son una familia de artistas, conformada por los padres y dos hermanos, que realizan performances en lugares públicos (pistas de patinaje, plazas, bancos, museos, etc.). Para llevar a cabo sus actos, los Fang utilizan a sus dos hijos como parte, y un poco como objetos, de sus números. Lo que parece ser un juego que incluye a los niños en la fama de los dos adultos, reconocidos por fans bohemios que toman a las performances como mensajes en contra de la sociedad jerárquica, empieza a formar un trauma. Los hijos Fang, que comienzan su carrera como artistas a tan solo meses de edad, y por pura exigencia familiar, crecen como marionetas de ese mundo performático y excéntrico.

Al intentar revelarse, ya de adultos, contra estas manipulaciones, la venganza se les da vuelta en forma de noticia en primera plana: los Fang padres, artistas reconocidos de las más polémicas performances, desaparecen tras un violento accidente de auto.

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¿Es una performance más de esos dos manipuladores? ¿Es una forma de volver a capturar a sus hijos cuando estos quieren revelarse? ¿O verdaderamente sufrieron un accidente y fueron secuestrados? Los Fang: ¿Están vivos y actuando, o muertos tras decepcionar a su familia?

En una corta duración, los hermanos Fang (Bateman y Kidman)  resuelven el misterio de la desaparición. Con una dirección sorprendente de Jason Bateman, que no se queda atrás en la actuación y una Nicole Kidman que no deja de sorprender como actriz. Los padres, encarnados por, el siempre maravilloso, Christopher Walken y Maryann Plunkett, logran generar odio y empatía a la vez, convirtiendo a la familia Fang en una como cualquiera: polémica y problemática, cargada de cariño, comprensión y malas decisiones.

Los padres, encarnados por, el siempre maravilloso, Christopher Walken y Maryann Plunkett, logran generar odio y empatía a la vez, convirtiendo a la familia Fang en una como cualquiera: polémica y problemática, cargada de cariño, comprensión y malas decisiones.

Otro ejemplo de este híbrido, intimista y gigante a la vez: Private Life. Esta es una apuesta producida por Netflix, estrenada en la plataforma en el año 2018. La directora es la ingeniosa y, para la creencia común, bastante alejada del estereotipo streaming, Tamara Jenkins. En los 90 dirigió la comedia independiente Slums of Beverly Hills (Suburbios de Beverly Hills) y en 2007 creó The Savages (La familia Savage), protagonizada por los excelentes Laura Linney y Phillip Seymour Hoffman.

Jenkins vuelve con esta comedia dramática, que trata sobre un matrimonio, de pasados los 40, que busca tener un hijo. Pero esto es, tan solo, el centro del guion. Porque en las periferias, tal como en la vida real, es en donde sucede lo importante. De eso se trata Private Life: de lo que pasa en paralelo a la tragedia. De los pequeños o grandes momentos que conforman un vínculo y que lo mantienen durante años, más allá de formar una familia. No se trata de una lucha contra la infertilidad, ni tampoco es una historia de conformación. Es simplemente una historia de vida, cargada de cotidianeidad, en la que la tragedia se cuela… tan solo cuando puede.

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Ambos proyectos disponibles en Netflix demuestran que se debe seguir apostando a las plataformas, pero desde un nuevo lugar. Que ellas incluyan, o produzcan, este tipo de películas que quizás no son las más concurridas en salas de cine.

Private Life no se trata de una lucha contra la infertilidad, ni tampoco es una historia de conformación. Es simplemente una historia de vida, cargada de cotidianeidad, en la que la tragedia se cuela… tan solo cuando puede.

Permitir que estos proyectos existan y triunfen es darle un lugar a las películas intimistas, al protagonismo del guion, a la importancia de las actuaciones y a una calidad de dirección que no viene con grandes efectos. Es, también, darles una nueva entidad a las plataformas, que las aleja de ser un reemplazo al cine, en donde se suben estrenos de Hollywood que sí serían mejor aprovechados en una sala y con pochoclos.

Las plataformas existen y están en auge, en vez de luchar contra ellas quizás convendría darles un lugar propio, que bien podría ser el de creadoras de híbridos cinematográficos, de pequeños grandes proyectos.

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