«Un poema puede empezar/ con una mentira. Y destrozarse», se lee en uno de los poemas publicados en La ley de los volcanes (Elefante, 2021), libro que recopila tres títulos de Adrienne Rich, una de las autoras más influyentes del siglo XX en general y de los movimientos feministas en particular. A través de una edición bilingüe que cuenta con traducción de Sandra Toro y prólogo de Margaret Randall, surge una nueva forma de acercarse a una de las obras más inteligentes, sensibles y potentes en lo que a producción entre milenios se refiere.
1 – 10.*
ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤBueno,
tardó mucho en su venida, la que debe ser
más despiadada con ella misma que la historia.
Con la mente al viento, la veo zambullirse
y atravesar de pecho la corriente,
atrayendo la luz
por lo menos tan hermosa como cualquier chico
o helicóptero,
ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤen suspenso, llegando,
estremeciendo el aire con sus aspas finas
pero su carga
entonces ninguna promesa:
entregada
tangible
nuestra.
* De Instantáneas de una nuera (1967)
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2 – 1.*
Una conversación empieza
con una mentira. Y cada
interlocutor de ese supuesto lenguaje común
siente la partición del témpano, el distanciarse
como con impotencia, como si se enfrentara
a una fuerza de la naturaleza
Un poema puede empezar
con una mentira. Y destrozarse.
Una conversación tiene otras leyes
se recarga con su propia
falsa energía, no se puede destrozar.
Se nos infiltra en la sangre. Se repite.
Talla con su estilete sin retorno
el aislamiento que niega.
* De Cartografías del silencio (1978)
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3 – 3.*
La tecnología del silencio
Los rituales, la etiqueta
la confusión de los términos
silencio no ausencia
de palabras ni de música ni siquiera
de sonidos en bruto
El silencio puede ser un plan
ejecutado con rigor
la copia heliográfica de una vida
Es una presencia
tiene una historiaㅤㅤㅤ una forma
No lo confundas
con cualquier clase de ausencia
* De Cartografías del silencio (1978)
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4 – II.*
Me despierto en tu cama. Sé que estuve soñando.
Mucho antes nos separó la alarma, y estás
desde hace horas en tu escritorio. Sé lo que soñé:
nuestra amiga, la poeta, entra en mi cuarto
donde llevo días escribiendo, hay borradores,
carbónicos y poemas desparramados por todas partes,
y quiero mostrarle un poema
que es el poema de mi vida. Pero dudo,
y me despierto. Me besaste el pelo
para despertarme. Soñé que eras un poema,
te digo, un poema que le quería mostrar a alguien…
me río y caigo en el sueño otra vez
con el deseo de mostrarte a todos los que amo,
de andar juntas sin reservas
con la tracción de la gravedad, que no es fácil,
que arrastra al plumerillo un largo trecho en el aire exhalado
* De Veintiún poemas de amor (1976)
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5 – III.*
Puesto que no somos jóvenes, las semanas tienen que contar
por los años que nos perdimos. Así y todo, solo esta distorsión
peculiar del tiempo me dice que no somos jóvenes.
¿Acaso a los veinte alguna vez caminé por la calle a la mañana
con los miembros flameando de la más pura alegría?
¿O me incliné desde mi ventana sobre la ciudad
a escuchar el futuro
con los nervios afinados como para escuchar tu llamada ?
Y vos, vos te acercás a mí con la misma cadencia.
Tus ojos son inmortales, la chispa verde
del lirio a principios del verano,
el berro verdeazul que lavó la primavera.
A los veinte, sí: pensábamos que íbamos a vivir para siempre.
A los cuarenta y cinco, quiero conocer incluso nuestros límites.
Te toco sabiendo que no nacimos ayer,
y de algún modo, cada una va ayudar a la otra a vivir,
y en algún lugar, cada una va a ayudar a la otra a morir
* De Veintiún poemas de amor (1976)
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