Retratar el encierro en forma de musical fue algo que solo Bo Burnham pudo hacer. Por eso, su último especial de Netflix, resonó en la audiencia: la cuarentena como una canción de humor y un cachetazo de honestidad. Sin embargo, antes de Inside, el creador dirigió la película Eighth Grade, otra obra cargada de sensibilidad y una visión fresca de otro tipo de encierro: el de la secundaria.
Una sola persona, en un cuarto, durante todo un año, encerrado. De eso trata Inside, lo nuevo del comediante que, lejos de quedarse en esas cuatro paredes, trae nuevos mundos. Jugando con la ironía de ser protagonista, director, guionista y editor, Bo Burnham se dedica a componer canciones de humor para retratar el aislamiento en soledad.
Lo mejor de Inside (en español: adentro) es que el creador abre su corazón al público. Con un tono que varía entre la comedia y la desesperación, el especial no viaja hacia afuera del encierro, sino hacia el interior de su protagonista. Un recorrido introspectivo de alguien que extraña y teme al contacto, que desea terminar su trabajo pero tiene miedo de quedarse estático y que festeja su cumpleaños cantando y llorando al mismo tiempo.
El creador abre su corazón al público. Con un tono que varía entre la comedia y la desesperación, el especial no viaja hacia afuera del encierro, sino hacia el interior de su protagonista.
Nada está definido: las lágrimas se mezclan con las risas, los bailes con un cuerpo al que el aislamiento le pasa factura y un repertorio musical con momentos de silencio atroz. Tal vez por eso es que el especial logró llegar tan de lleno a su público: no busca salir, no busca explicar, ni siquiera busca retratar (porque lejos está de ser realidad cruda lo que Burnham muestra). Más bien, hace de la cuarentena una creación, de la soledad un musical y, de paso, de los estereotipos y críticas sociales, una parodia.
El hombre orquesta que todo lo puede, y que se expone íntegramente frente a una cámara, parece ser el único capaz de hacer… lo que hizo: un híbrido, un género indefinido, un documental, un especial de humor con música, una ficción del encierro, no se sabe. Por eso es que Inside es el retrato perfecto de la pandemia: no se lo llega a entender, ni a poder explicar del todo, tiene momentos de puro disfrute y genialidad, y momentos oscuros cargados de angustia y soledad.
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Ahora bien, más allá de este nuevo mundo, pequeño y enorme a la vez, Bo Burnham ya había demostrado su increíble capacidad para retratar con sensibilidad. Su primer largometraje de ficción, Eighth Grade, es la mejor prueba de esto. A pesar de tener elementos típicos de las películas coming off age (como el escenario de la secundaria, el bullying en los pasillos, etc.), la película cuenta con una innovadora protagonista, Kayla, la adolescente que lleva una doble vida: por un lado, es una youtuber que da consejos sobre cómo ser uno mismo y levantar la autoestima y, por el otro, es la chica insegura, sin amigos.
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Pero, Kayla (Elsie Fisher), tampoco está encerrada ni restringida en ese personaje. Al contrario, el filme muestra la incansable lucha por escapar de él, que termina por convertirse en la lucha más real de todas: la de poder aceptar y expresar su propia voz.
Bo Burnham vuelve a aparecer como director y guionista, dándole su toque de introspección y sensibilidad característico. No le teme a las contradicciones internas ni a los límites de la exposición. Juega con esto y lo manifiesta al desnudo
Bo Burnham vuelve a aparecer como director y guionista, dándole su toque de introspección y sensibilidad característico. No le teme a las contradicciones internas ni a los límites de la exposición. Juega con esto y lo manifiesta al desnudo, trayendo a la pantalla a personajes como Kayla, en Eighth Grade, y él mismo, en Inside, que revelan una cara amigable para la audiencia: la cara de la inseguridad mezclada con ego, de la angustia mezclada con alegría y de la vida creativa mezclada con la vida cotidiana. Quizás estos personajes puedan ser leídos como paralelos. Uno en un mundo adulto, encarnado por el mismo Burnham y otro en el mundo de la niñez, encarnado por una adolescente, la excelente Elsie Fisher.
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Sea cual sea el enfoque, la trama, o el protagonista, la obra de Burnham tiene la honestidad de lo cotidiano, que puede ser la más cruda de todas. Porque no son relatos que apelan a lo externo y extraordinario para llegar al público, sino que, al contrario, lo interrogan desde adentro, desde el reflejo, el recuerdo, la empatía.
Ambos retratos del encierro, Inside el confinamiento por la pandemia y Eighth Grade el agobio de la secundaria, pueden interpelar a cualquier espectador. Y sino, al menos, dan una visión novedosa de la soledad, que no lucha contra esta, sino que la acepta y crea a partir de ella.
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