¿La vida se resetea cuando cambiamos el calendario? Incluso en medio de una pandemia abundan los consejos para controlar nuestras vidas y ser los dueños de nuestros destinos. En La Primera Piedra te ofrecemos una serie de recomendaciones para ir un poco más allá de la salud, dinero y amor: entregarte a una mezcla efectiva de meritocracia y pensamiento mágico en este año nuevo.
Por Ignacio Martínez*
1. El primer paso es una obviedad: desear. Así como de manera introspectiva cada cual sabrá qué pidió en el inicio del año anterior, algo posiblemente distinto se puede desear. Si el calendario termina, hay una nueva oportunidad para pensar en algo que tal vez ya hayamos pedido, pero que no recordamos con exactitud. Estrictamente, aunque el deseo nunca sea lo suficiente y el mismo de todos, podemos enfocarnos en la salud, el dinero y el amor. A la salud le podemos pedir que no nos pase nada, que nuestros seres queridos estén bien, que nos mantengamos en nuestro peso ideal estereotipado y dominante, y que no debamos lamentar ningún tipo de dolor por la pérdida de alguien. O tal vez, por loco que suene, que no nos apabulle una pandemia, porque eso sí que sería horrible.
Sobre el dinero las opciones pueden deambular en que no haya desocupación, que no falte el trabajo, que podamos llegar a fin de mes y que podamos disfrutar de darnos gustos, como viajar o hacer fiestas. Lo económico son objetivos concretos, materialmente alcanzables y que si vienen acompañados de una pizca meritocrática, lo más probable es que haya altas probabilidades de alcanzarse, en cualquier lugar, y obviamente, en Argentina.
Si el calendario termina, hay una nueva oportunidad para pensar en algo que tal vez ya hayamos pedido, pero que no recordamos con exactitud
Y resta el amor, que de abstracto, arbitrario y relativo, es una esperanza muchísimo más accesible que las anteriores, sobre todo si es heterosexual. Acá no es necesario pensar en nadie específico, solo cruzar los dedos, de ser posible mirar mucho cine, escuchar la radio y el resto es cosa del destino. Lo más probable es que llegue en el momento menos pensado, pero con la persona ideal, esa que estuvo en la mente cuando llegaron las doce de la noche del 31 de diciembre. Eso sí, hay que prestar suma atención al desear el amor, porque de cumplirse nos hará muy pero muy felices.
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2. El segundo paso es creer en el calendario. Tenemos la suerte de haber nacido en occidente y que tengamos 365 días para lograr nuestros cometidos. Hay que aprovecharlo porque el tiempo es irrecuperable, aunque capitalizable y efímero. Enero es un mes de contradicciones, donde parece que todo se detiene por vacacionar, y al mismo tiempo la vida sigue de igual modo.
Los cumpleaños son más difíciles de recordar, y el calor del verano es tan irrisorio que nos somete a incontables siestas con ventilador pegado. Es la oportunidad ideal para enfocarnos en nosotros mismos, buscar en nuestro ser interior y pensar qué es lo mejor que nos conviene decidir. Como si fuera el año cero, en enero la incertidumbre tanto no pesa y restan doce meses de aquello que no se sabe qué será, pero que mucho le queda para ofrecer. Mes a mes podemos ir especulando con todo lo que vamos alcanzando, y hasta proponernos nuevas metas a mitad de año. El mes aconsejable es julio. ¡A tachar los días que el reloj corre y la largada ya sonó!
Como si fuera el año cero, en enero la incertidumbre tanto no pesa y restan doce meses de aquello que no se sabe qué será, pero que mucho le queda para ofrecer. Mes a mes podemos ir especulando con todo lo que vamos alcanzando, y hasta proponernos nuevas metas a mitad de año.
3. A los enormes deseos y comprar un almanaque nuevo (porque el digital de nada sirve si no puede estar pegado en la heladera), se le suma proponerse objetivos. En este tercer paso simplemente hay que enumerar ciertas metas y creer fehacientemente que ocurrirán sin importar el mes exacto.
“Este es el año”, debemos repetir para sumar energías que nos lleven a realizarnos en logros concretos. Como un mantra, debemos recitarlo todas las veces que sean necesarias. Los objetivos se los pueden escribir en un borrador, trabajarlos inconscientemente en terapia, postearlos en las redes, o simplemente guardarlos en la privacidad. El método no importa mientras la búsqueda se da por un plazo marcado de doce meses. Plazo que, además, es el mismo para todos ya que nadie le escapa al inicio de un año nuevo.
Eso sí, la necesidad de comenzar una vida nueva, también marca un imaginario límite por el cual comienza una carrera por alcanzar propuestas de todo tipo. Pero a despreocuparse, que las frustraciones seguramente no llegarán, y las cosas que deambulan en nuestras cabezas van a cumplirse sin importar lo que suceda.
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4. El cuarto paso es visualizar cambios, pero si son drásticos mejor, cual giro de 360º. Hay algo del año anterior que no va más sin importar de qué se trate y qué tan dificultoso sea modificarlo. Hay que aprovechar esa fuerza interna, ese acierto del destino que nos induce a la meritocracia de confiar en que se puede dar un futuro mejor si nos lo proponemos. Una idea de progreso deambula en el inicio de un año nuevo para cumplir cierta realización, cuyo horizonte no es del todo claro.
Más allá de las posturas maniqueas, un nuevo año es la oportunidad de entender positivamente que es momento de cambios con el afán de mejorar la calidad de vida. Y a pesar de que el comienzo del año legislativo recién sea en marzo, el ejemplo por antonomasia es la política. Tomemos a los políticos como ejemplos, con sus arengas, la energía de sus promesas de campaña, sus logros y transparencia.
Hay que aprovechar esa fuerza interna, ese acierto del destino que nos induce a la meritocracia de confiar en que se puede dar un futuro mejor si nos lo proponemos.
Son ellos los estandartes de fomentar una flamante agenda sobre el inicio de una etapa, que por supuesto llega para mejorar los aciertos de años anteriores y remendar errores del pasado. ¿A quién no creerles, sino, que a nuestros propios representantes? Distintos años, diferentes partidos, diferentes pensamientos, la misma energía: lo que viene va a ser mejor, esto es una promesa.
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5. Finalmente, el quinto paso es el más sencillo de todos y el que cualquiera puede llevar a cabo: la actitud. Sí, porque si todos los años ocurre la misma propuesta de comenzar un plazo nuevo de vida, es porque algo evidentemente no funcionó ¡Pero eso no importa! Lo importante es que la actitud esté presente para confiar en que éste será el año: el de los cambios, los deseos, los objetivos cumplidos, el del horóscopo chino, la familia patriarcal, el amor, los hijos y por qué no, de la política también.
De nada sirve pensar en cómo nos fue en el año pasado, la vista debe estar en el devenir de un comienzo que seguramente mucho tiene para ofrecer y que debe esperarse con muchísimas ansias. Nada tiene de absurdo en esperar un 31 de diciembre para tomar decisiones relevantes, que parecen no tener fin, y tampoco un punto de inicio. Los plazos se marcan como siempre, pero las oportunidades se renuevan y los aires son otros. Los balances, los replanteos, lo mejor y lo peor. El fin y el inicio de una nueva etapa seguirán estando sin importar qué tipo de pandemia haya sucedido,… ¡todo hay que dejarlo atrás!
Y acá una aclaración: también cabe la posibilidad de hacer caso omiso al calendario, proponerse metas por fuera de los plazos mencionados y manejar tiempos diferentes. Con seguridad hay algunos desquiciados que intentan controlar el comienzo de un año nuevo de un modo completamente distinto
Y acá una aclaración: también está la posibilidad de hacer caso omiso al calendario, proponerse metas por fuera de los plazos mencionados y manejar tiempos diferentes. Con seguridad hay algunos desquiciados que intentan controlar el comienzo de un año nuevo de un modo completamente distinto, y que por lo tanto merecen unas gratas felicitaciones. Allá ellos, ya que tienen altas probabilidades de fracasar en el intento, por no decir todas. No obstante, y por si quedan dudas sobre cómo sobrellevar un año nuevo, nunca está demás releer algunos pasos para refrescar la memoria y no cometer los mismos errores de años anteriores. Y por supuesto, en caso de olvidarse, para retomarlos el año que viene: a celebrar entonces el inicio de una nueva etapa.
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