Con 131 votos positivos, 117 negativos y 6 abstenciones la Cámara de Diputados otorgó media sanción al aborto legal después de más de quince horas de debate y de un total de 170 exposiciones. Se consolida así el camino hacia la ampliación de los derechos para las personas gestantes. Las próximas semanas serán claves para delinear las estrategias finales al momento de llegar al recinto del Senado. (Foto: Nadia Díaz)
La jornada prometía ser larga y por lo tanto también puntual. El acuerdo entre los bloques de la Cámara de Diputados había sido arrancar el debate lo más rápido posible, pero no faltaron quienes intentan de desviar la discusión. «Es un disparate que en las vísperas de navidad estemos debatiendo el aborto», dijo María Lucila Lehmann, de la Coalición Cívica, que pidió postergar la sesión para después del 6 de enero en respeto al «culto cristiano en general». En el transcurso de las horas, serían varios quienes expresarían molestia: el tiempo de adviento parecía tener prioridad ante la agenda de salud pública. Otros, como José Luis Ramón, de la Unidad Federal para el Desarrollo, argumentaron la necesidad de una consulta popular. Ambas mociones fueron rechazadas.
En el transcurso de las horas, serían varios quienes expresarían molestia: el tiempo de adviento parecía tener prioridad ante la agenda de salud pública. Otros, como José Luis Ramón, de la Unidad Federal para el Desarrollo, argumentaron la necesidad de una consulta popular. Ambas mociones fueron rechazadas.
«Hoy se cumplen 37 años del retorno de la democracia, en los cuales se garantizaron derechos. Puedo recordar la ley de divorcio, de patria potestad compartida, la de identidad de género, matrimonio igualitario, entonces no tengo duda que esta fecha es simbólica para conquistar un nuevo derecho», inició Cecilia Moreau, presidenta de la Comisión de Legislación General, introduciendo el proyecto. Hace unos días, la diputada cerró el plenario de exposiciones contando su propia experiencia de aborto, a los 16 años. Le siguieron luego quienes encabezaron el resto de las comisiones que conformaron el plenario de donde surgió el dictamen: Pablo Yedlin, por Acción Social y Salud Pública, Carolina Gaillard por Legislación Penal y Mónica Macha, de Mujeres y Diversidad. «Quiero decir que no van a pasar a la historia los tibios, los que la surfean, van a pasar a la historia, no los que especulen, sino los que más se la jueguen, porque hay una sociedad que nos está pidiendo que nos hagamos cargo”, dijo por su parte la Gaillard.
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Afuera la marea verde había comenzado a congregarse en los alrededores del Congreso desde las diez de la mañana, emprendiendo un camino conocido y seguro: la vigilia, que fue el factor clave para obtener los votos necesarios en 2018, cuando la balanza se inclinó de un extremo al otro varias veces durante la noche, sin que hubiera resultados certeros. Esta vez fue distinto, las previsiones ya hablaban de un ventaja significativa que hacía la media sanción más segura. Hubo diputados y diputadas en contra del proyecto que, incluso en sus discursos, ya habían aceptado, al mediodía, que perderían la votación. «Sepan que este proceso termina en el Senado de la Nación», sentenció Alejandro Rodriguez (Coalición Cívica), negándose a dar por cerrada la discusión, a otorgar un derecho clave para las personas gestantes. Otros, como Pablo Torello (PRO), amenazaron con interponer una demanda si el aborto se convierte en ley.
Desde los palcos del recinto, las pioneras de ese «charquito» se habían congregado desde temprano: Nina Brugo, Marta Alanis, Nelly Minyersky y otras luchadoras históricas fueron tomadas por las cámaras en varias oportunidades, junto a varias integrantes de la Campaña del Aborto Legal, Seguro y Gratuito, firmes, como siempre, en cada uno de los pasos necesarios para hacer historia.
«La marea de la que hablan es un simple charquito», dijo por su parte Dina Rezinovsky (PRO), quien defendió su postura católica para tratar el tema. «Si tanto les molesta dios, sáquenlo de la Constitución», agregó. Desde los palcos del recinto, las pioneras de ese «charquito» se habían congregado desde temprano: Nina Brugo, Marta Alanis, Nelly Minyersky y otras luchadoras históricas fueron tomadas por las cámaras en varias oportunidades, junto a varias integrantes de la Campaña del Aborto Legal, Seguro y Gratuito, firmes, como siempre, en cada uno de los pasos necesarios para hacer historia. Junto a ellas se fueron sumando varios funcionarios y funcionarias que también asistieron al debate: la Secretaria de Legal y Técnica, Vilma Ibarra; la ministra de Mujeres, Géneros y Diversidades, Elizabeth Gómez Alcorta; el ministro de Salud, Ginés González García; la ministra de Mujeres de la provincia de Buenos Aires, Estela Díaz; la activista histórica, Dora Barrancos.
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Esta vez no hubo comparaciones con perros o plantas, pero sí los mismos argumentos que conciben el cuerpo de las mujeres como incubadoras, y que hablan del aborto como experiencia traumática pero no consideran el trauma de la clandestinidad o bien, de gestar y parir un embarazo no deseado. “Podríamos haber tratado muchísimos proyectos, en mi caso el 1º de marzo presenté un proyecto para avanzar en la adopción en gestación, que le da una solución a todas las partes”, dijo Diego Mestre, de la UCR. Mucho más temprano Vanesa Massetani (Frente de Todos) había sido determinante: «El Estado no obliga a maternar, el Estado obliga parir». La diputada milita activamente junto a la campaña de las iglesias evangélicas y católicas que se presentó bajo el lema «La mayoría celeste». Tampoco faltó quienes compararon al aborto con un genocidio, como Marcela Campagnoli (Coalición Cívica), que marcó repetidas veces en su discurso la frase «Nunca Más» para hablar de la interrupción del embarazo. Ella junto a Carmen Polledo (PRO) presentaron su dictamen de rechazo al proyecto.
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Entre quienes consideraban inaceptable el proyecto y volvían a encausar la discusión en términos morales alrededor de la existencia o no de vida, y quienes consideraban inoportuna la fecha de tratamiento por coincidir con el calendario católico, estuvieron quienes tomaron a la pandemia como el obstáculo principal. Así se repitieron varias de las falacias que ya fueron desmentidas: la imposibilidad del sistema de salud de afrontar costos u ocupación de camas para un método que en realidad es ambulatorio y que traería un ahorro mayor de lo que actualmente se gasta. Uno de los principales mitos de una lista que no se condice con la realidad o con el proyecto que fue explicado en múltiples oportunidades, como aquel que sostiene que el aborto sería utilizado como método anticonceptivo o que es la «única opción que se otorga». En realidad en la misma sesión también se presentó el Proyecto de «Los Mil Días», que propone un plan de atención integral para las madres y las primeras infancias, destinado a acompañar a quienes sí deciden seguir adelante con el embarazo.
Entre quienes consideraban inaceptable el proyecto y volvían a encausar la discusión en términos morales alrededor de la existencia o no de vida, y quienes consideraban inoportuna la fecha de tratamiento por coincidir con el calendario católico, estuvieron quienes tomaron a la pandemia como el obstáculo principal.
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Algunos, como Alberto Asseff (PRO) continúan desconociendo la existencia de la criminalización y otros hablan de la necesidad de «despenalizar» pero no legalizar. Fue el caso del bloque de Córdoba Federal que representó Alejandra Vigo: «Las palabras aborto y libertad no van bien en la misma frase. No podemos compartir el método que nos proponen», dijo en su exposición. También estuvieron presentes los discursos que conciben a la interrupción del embarazo como parte de un plan de dominación global y que subestiman al feminismo como parte de una moda pasajera. «Acá hay un interés que es de tipo globalista, no solo en nuestro país, sino en otras naciones del mundo en Iberoamérica», afirmó Francisco Sánchez (PRO). «Que no sea ley», cerraron varios diputados y diputadas en contraposición a la frase que ya es bandera y estandarte de esa marea que estuvo presente esperando el resultado.
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«Sin deseo y sin autonomía apara decidir, gestar parir y maternar no hay libertad, lo que hay es imposición, violenta injusticia, más aun en el marco de una sociedad desigual, patriarcal y machista», afirmó Florencia Lampreabe (Frente de Todos). La autonomía y el poder de decisión fueron ejes potentes en los discursos de las diputadas y diputados a favor del proyecto, que cruzaron transversalmente todos los bloques. Adriana Cáceres (PRO) contó su propia experiencia de embarazo para reivindicar las maternidades deseantes, al igual que Camila Crescimbeni (PRO), que también compartió su historia familiar. «Mis padres fueron libres de elegir, partieron de una decisión, de información y no me educaron en la mentira, no me dijeron que fue intencional, fue deseado peor no intencional».
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De uno y otro bloque se dejo en claro un de los argumentos centrales: que los abortos existen, que son practicados por mujeres y personas gestantes de todos los sectores, en todos los tiempos. Pero que solo quienes no tienen recursos mueren o son perseguidas por un sistema que continúa estigmatizando. «Las violencia que las mujeres reciben simbólica y concretamente por el tabú del aborto es el ‘Algo habrán hecho’ del siglo XXI’”, dijo Enrique Estévez (Bloque Socialista). Estela Hernández (Frente de Todos) retrucó a Asseff cuando negó la criminalización y mostró el libro «Dicen que tuve un bebé» (Siglo XXI, 2020), una investigación sobre las persecuciones penales que sufren las mujeres más vulnerables por abortos y otros eventos obstétricos. Carlos Cisneros (Frente de Todos) alzó a su vez un ejemplar de «Somos Belén», de Ana Correa, que habla del caso de la joven tucumana que estuvo presa por un aborto espontáneo. «Tengo 58 años, creo que hace 10 años atrás yo no hubiese votado esta ley, pero uno se va deconstruyendo. Lo mal hubiese sido que siga pensando lo mismo que hace 10 años atrás», dijo Cisneros.
De uno y otro bloque se dejo en claro un de los argumentos centrales: que los abortos existen, que son practicados por mujeres y personas gestantes de todos los sectores, en todos los tiempos. Pero que solo quienes no tienen recursos mueren o son perseguidas por un sistema que continúa estigmatizando.
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De la misma forma, Flavia Morales (Frente de la Concordia Misionero) también habló de cómo el debate le permitió reflexionar y hoy cambiar su voto a favor. Hace dos años, en su primero como diputada, votó en contra del proyecto. También se escucharon las voces de quienes profesan la religión católica pero sin embargo dejaron en claro cómo eso no debería interferir en la ampliación de derechos. La riojana Hilda Aguirre fue una de ellas, la única de su provincia que vota a favor y que también habló de la hipocresía. Una vez le preguntó a un médico por qué había registradas tantas mujeres con hernias de hiato. «Son abortos. Los pasamos así para que los reconozca la obra social», le contestó. Desde sus propias experiencias al interior de hospitales y en contacto con casos de abortos inseguros también hablaron Claudia Najul y Lucía Corpacci. «Recuerdo que cuando entraba a esas guardias y veía a esas mujeres que terminaban con una histeroctomía, que gritaban de dolor o que se morían después de una larga agonía, decía ‘Dios mío, alguna vez se tienen que lagalizar esto’», dijo la diputada por Catamarca.
En la calle los pañuelos siguieron en alto y así se mantuvieron durante toda la madrugada, apuntando a la pantalla que mostraba el minuto a minuto del debate, mientras Silvia Lospennato, Gabriela Estévez y Gabriela Cerruti cerraban el debate a favor de la ley. «Hemos sido la mano de obra barata que sostuvo el sistema durante el último siglo», dijo la diputada por el Frente de Todos en lo que fue el último discurso de la jornada. «No hubieran construido sus negocios, sus fábricas, si no hubiéramos estado nosotras en las casas, cuidando a sus hijos. No queremos hacerlo más. O queremos hacerlo cuando lo decidamos».
Una vez más se demuestra: la conquista es en las calles y es allí donde se logró empujar para escuchar muchas de las razones que hicieron a varios diputadas y diputados votar a favor, aunque en algunos casos no hayan apoyado la ley hace dos años
La importancia de los movimientos de mujeres para este momento histórico fue recnocida en varias oportunidades a lo largo del debate. Una vez más se demuestra: la conquista es en las calles y es allí donde se logró empujar para escuchar muchas de las razones que hicieron a varios diputadas y diputados votar a favor, aunque en algunos casos no hayan apoyado la ley hace dos años. Como dijo Patricia Mounier en su discurso: «Por Ana María Acevedo, por tantas mujeres que ven vulnerados su derecho y por las miles de pibas que acompañan ese debate en la plaza, será ley”.
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