Como continuación de una primera edición publicada en 2018, el colectivo de Poetas por el Derecho al Aborto Legal lanzó una versión federal de Martes Verde, un libro que reúne los textos de más de 200 poetas de todo el país en torno a la interrupción voluntaria del embarazo. Un trabajo conjunto entre nueve editoriales que muestra voces y estilos diversos y un punto en común: el cuerpo como territorio y el reflejo en la poesía, como parte de la organización colectiva desde múltiples ámbitos que inauguró el debate por los derechos sexuales y reproductivos.
1. Sin título (Agustina Erre, Victoria, Entre Ríos, 1994)
No pidas calma no pidas
silencio
si ni siquiera escuchás un susurro
es más fácil
vivir
siempre margarita, siempre
cajita
musical
que salir a la calle y escucharnos gritar.
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2. grita (Edith Galarza, Neuquén, Neuquén, 1966)
un día
hecha una loca
una perra una zorra una yegua
ya no soporta
y abre la jaula
grita
pueden escucharla?
corre descalza
olvidó los documentos (él los rompió)
—no podemos tomarle la denuncia— dicen en cipolletti
y ahora adónde va a ir
llora
pueden escucharla?
está tan cerca
grita otra vez
la escuchan ahora?
escuchan el ruido de su grito cuando cae?
no ven la fila de cuerpas?
la montaña de huesas?
la herida que sangra?
el río de llanto que atraviesa la ciudad
habrá que volver a nacer
en un jardín
en una marea
solo de mujeres
donde nadie te mate
por ser.
3. Sin título (Natalia Leiderman, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 1990)
irán quedando pedazos de mí a lo largo de la tierra
en los lugares más íntimos y más públicos
de las ciudades del norte
y del sur
siempre es otoño
las finas capas de mis órganos caen
y luego crujen en el suelo
bajo el peso ligero de los transeúntes
en cada acto de amor estallo
como una granada
y después de la sobremesa
—una vez que ya hemos digerido la muerte—
me recolecto, metódica y mansa
pero estoy empezando a perder la paciencia
tengo un fuego y un miedo grande
por los años futuros:
cómo serán las próximas casas
los próximos almuerzos, sin lengua
o sin manos
cómo serán los próximos hombres y mujeres
que me desvistan
y qué pasará cuando quiera armarme
y no encuentre, por ejemplo, el corazón.
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4. Con mi hija, en auto (María Teresa Andruetto, Arroyo Cabral, Córdoba, 1954)
Íbamos, con tu hija durmiendo
en el asiento de atrás, hablando las dos
de un modo nuevo sobre cómo lo real
atraviesa la experiencia del cuerpo
y de la psiquis. ¿Estás cansada?,
pregunté y enseguida pensé que había
hablado por demás. En otros tiempos
reprochabas no hables fuerte, no hables
tanto, no hagas gestos, pero anoche,
en la oscuridad del camino que va a casa,
preguntaste por mis partos, mis puerperios,
y yo te conté de aquella noche
llegando más muerta que viva al hospital.
Largué lo que tenía atascado en la garganta
y vos dijiste a mí si me hacen eso, los mato,
te juro que los mato. Hablábamos las dos
de un modo nuevo, en medio del camino,
con tu hija durmiendo en el asiento
de atrás. Entonces me contaste
lo que habías leído, que todo el dolor
que guarda el útero se sana en los hijos
de los hijos, y la resaca que guardaba
se fue limpiando entre los saltos
del auto sobre el ripio.
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5. Sin título (Gabriela Luzzi, Rawson, Chubut, 1974)
Hay cosas
en las que prefiero no
pensar, pero se cruzan
a veces, detrás del dibujo
de dos manos
que unen los dedos
para formar un corazón
que no sigue
latiendo.
La fuerza
que me da
la precariedad del
pasado
agradece
tener un cuerpo.
Desde la cocina, donde trabajo
iluminada por el destello
de mi cuarto
sé que mezclo demasiadas cosas,
la ignorancia
me alimenta de deseo
mientras corto cebollas.
Empecinada
aplico
el séptimo
sentido de la duda
a todas las escalas.
Y añado, por si hiciera falta
esta ausencia de sencillez
¿qué es lo que puede
un cuerpo?
Todo lo que ya
se sabe
la literatura
en combinaciones
aún inexploradas.
(Te puede interesar: Inéditos: Autoayuda, de Gabriela Luzzi)
*Descargá MARTES VERDE Edición federal: https://bit.ly/ martesverde
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