Después de tres jornadas de comisiones en el Senado, se firmó finalmente el dictamen que llegará a recinto el 29 de diciembre. A diferencia de los plenarios de comisiones en Diputados y, de forma similar a lo que ocurrió hace dos años, el intercambio fue virulento: senadores y senadoras que interrumpieron, buscaron obstaculizar el inicio y exposiciones en contra de la ley que mostraron altos niveles de desinformación sobre el texto del proyecto. Algunos de los momentos más destacados e insólitos de la semana, en la siguiente nota. (Foto: Milo Díaz)
En contraposición a lo ocurrido en 2018, la resolución para dar inicio a los plenarios en el Senado fue rápida: el proyecto de legalización del aborto que el pasado 11 de diciembre obtuvo media sanción en la Cámara de Diputados fue girado, por decisión de Cristina Fernández de Kirchner, a las comisiones de la Banca de la Mujer, Justicia y Asuntos Penales y Salud. Hace dos años, en una maniobra dilatoria, Gabriela Michetti había decidido enviarlo también a Asuntos Constitucionales y Presupuesto, de forma que además, tres de los cuatro senadores que presidían las comisiones estaban en contra. En este caso, las posiciones se invirtieron: a la cabeza del debate estuvo la senadora Norma Durango, seguida por Oscar Parrilli (ambos a favor) y luego por Mario Fiad (en contra).
En contraposición a lo ocurrido en 2018, la resolución para dar inicio a los plenarios en el Senado fue rápida: el proyecto de legalización del aborto que el pasado 11 de diciembre obtuvo media sanción en la Cámara de Diputados fue girado, por decisión de Cristina Fernández de Kirchner, a las comisiones de la Banca de la Mujer, Justicia y Asuntos Penales y Salud.
Esto no evitó que los plenarios tuvieran el mismo nivel de virulencia que evocaron exposiciones pasadas y argumentos que siguen manteniéndose en pie a pesar de las falacias. El primer día, al que fueron invitados Elizabeth Gómez Alcorta, Ginés González García y Vilma Ibarra para presentar el proyecto junto a la ley de los Mil Días, fueron varios los senadores y senadoras que insistían con dilatar el comienzo al contrario de lo que el cronograma disponía. Inició Dalmacio Mera (Frente de Todos), diciendo que no le parecía acertado que la Banca de la Mujer estuviera al frente del debate porque no hay varones entre sus integrantes y eso implicaba “desresponsabilizarlos”; siguió Fiad, presidente de Salud, reclamando que su comisión debería haber sido cabecera de los plenarios; y también Silvia Elías de Pérez que buscaba reclamar el giro del proyecto de los 1000 Días a la Comisión de Población.
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Más allá de las resistencias, el texto del dictamen se cerró finalmente ayer por la tarde y fue firmado por más de la mitad de los y las integrantes de las tres comisiones. Se incluye la firma en disidencia de Eduardo Kueider – quien no había dado a conocer su posición hasta el momento – y de Silvia García Larraburu, que en 2018 había votado en contra. Las exposiciones de los últimos días fueron una muestra de lo que se espera al interior del recinto: ataques, desinformación y mitos que confunden y tergiversan los datos reales y aplazan una necesidad urgente. A pesar de que el proyecto que obtuvo media sanción es claro sobre la realización de la IVE hasta las 14 semanas de gestación, entre los argumentos se repitió falsamente hasta el cansancio que la ley permitiría el aborto hasta el noveno mes y, en varias oportunidades, confundieron los textos del fallo F.A.L con el del proyecto, criticando incluso la decisión de la Corte Suprema de 2012 para garantizar el aborto no punible.
Más allá de las resistencias, el texto del dictamen se cerró finalmente ayer por la tarde y fue firmado por más de la mitad de los y las integrantes de las tres comisiones. Se incluye la firma en disidencia de Eduardo Kueider – quien no había dado a conocer su posición hasta el momento – y de Silvia García Larraburu, que en 2018 había votado en contra.
Uno de ellos fue Fernando Toller, que en la Cámara de Diputados ya había hecho una alusión a la ficción de JRR. Tolkien para cerrar su discurso sobre la “defensa de la vida”. “Es muy lógico que los códigos penales hayan sancionado menos el delito de aborto porque el reproche de esa mujer vulnerable, etc., es claramente menor que el de una persona que sea Jack el Destripador, por ejemplo, que le damos prisión perpetua”, dijo en esta oportunidad. También menospreció el concepto de salud integral calificándolo como “una onda de nirvana y armonía” y atacó el proyecto diciendo que era extensivo a todo el personal de salud. En la misma línea expuso la abogada Débora Rainieri: “La causal de salud integral es de los elementos más peligrosos». Para ella esa causal habilita que “una mujer que en el octavo mes vaya al médico, le pida el aborto y el médico deberá realizar lo que en este caso será inducción al parto y dejar morir al bebé».
Fue insólito la aparente confusión del médico especialista en fertilización asistida, Eduardo Young, que mezcló en sus argumentos la Ley de IVE con la de los Mil Días. «A la interrupción legal del embarazo le ponen fecha de mil días, nunca entendí y nadie me explicó por qué son los mil días», dijo. Por su parte Angélica Sarmiento, médica cirujana de la Universidad Nacional del Nordeste, afirmó que «el aborto provocado es homicidio», mostró un muñeco en forma de feto describiendo su desarrollo – «Acá tenemos un fetito, se le ven las huellas digitales a las 12 semanas» – y, además, describió de forma cruenta prácticas de interrupción del embarazo desaconsejadas por la Organización Mundial de la Salud que ya no suelen practicarse.
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Tampoco faltaron las comparaciones entre el aborto y un genocidio, como el caso de la médica genetista Graciela Moya, que hizo un paralelismo “con el exterminio de las poblaciones originarias, el secuestro y esclavitud de las personas africanas, y en los programas de exterminio de las personas con discapacidad de la Alemania nazi». No estamos propiciando el abordaje de una ley de pena de muerte para niños”, tuvo que señalar entonces Alfredo Luenzo. «Considerar que estamos legislando bajo un régimen nazi, que esa es la idea de la legislación que estamos pretendiendo, que se nos califique de asesinos, que lo que estamos proponiendo es matar niños es un exabrupto que no podemos permitirnos en el marco parlamentario», agregó. Luenzo también alertó sobre la visión machista sobre la relación entre la mujer y su cuerpo, ante el repetido argumento de que la ley “obligaría a abortar”.
“Creer que sin la tutela del Estado a través del sistema sanitario las mujeres seremos irresponsables, irracionales, caprichosas es incorrecto y francamente muy problemático”, expresó Natalia Gherardi, directora del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género.
Ese es precisamente uno de los ejes que pueden sintetizar las principales exposiciones en contra del derecho al aborto: la “imposibilidad” de la mujer de decidir por sí misma. No es muy lejano a la época en la qua precisamente no tenía capacidad civil plena antes de su sanción en 1926, cuando aún requería la autorización del marido para tener una profesión o administrar bienes. “Creer que sin la tutela del Estado a través del sistema sanitario las mujeres seremos irresponsables, irracionales, caprichosas es incorrecto y francamente muy problemático”, expresó Natalia Gherardi, directora del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género. La idea de que hay que “protegerla” de sus acciones porque de lo contrario eso llevaría a daños psicológicos y a una inevitable depresión y suicidio era algo que ya se había escuchado en 2018 y que refuerza así aquella impronta patriarcal del sistema de salud que concibe a las mujeres y personas gestantes como entes dirigidos por la biología.
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Así se desarrollaron parte de los argumentos más insólitos de quieenes buscaron reforzar nuevamente la idea del síndrome “post aborto”. Fue el caso, por ejemplo, de la psicóloga Carolina Pavia , que habló del «daño post aborto» y de una «impronta en la mente de la mujer que se activa a través de estímulos que tienen la posibilidad de hacer que el momento de la historia que se atraviesa. Además de decir erróneamente que no se contempla el consentimiento informado – por motivos tales como no poder hacer escuchar el latido del corazón durante el embarazo que se quiere interrumpir – agregó que «somos unidades, la mujer y el hombre lo saben». Ese énfasis en la biología también fue puesto por el pastor evangélico Gabriel Flores Ciani que afirmó que, en caso de un aborto, «la mujer tiene daños emocionales profundos porque el cerebro está preparado para aceptar la maternidad»; defendió la maternidad infantil diciendo que «el cerebro de una púber no está preparada para tomar un decisión de la magnitud de abortar. No hay cerebro de la púber, de la adolescente».
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También se abordó la criminalización de quienes abortan y de quienes atraviesan otros eventos obstétricos. En esta oportunidad, expuso Ana Correa, autora del libro Somos Belén, la joven tucumana que estuvo presa y condenada por un aborto espontáneo. Su voz, pidiendo la legalización, fue parte de las exposiciones gracias a un audio reproducido por Correa. «No hay una sola Belén», dijo contundente. Un testimonio potente fue el de Cecilia Ousset, la médica tucumana que ya había expuesto en la Cámara Baja y que tiene una causa abierta por homicidio practicarle la cesárea a Lucía, la niña de 11 violada por la pareja de su abuela. «¿Por qué los médicos y las médicas nos creemos dueños de los cuerpos de las más vulnerables? Yo ejercí violencia obstétrica sobre mujeres (…) Sé que no tengo rendención, que no tengo perdón, (…) por esto estoy acá, vengo a traer la voz de mis propias víctimas en las que ejercí algún un abuso de poder, a las que expuse ante la policía, juzgué e interrogué de manera cruel», dijo entre lágrimas.
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Yo tengo que creer que una persona con plata está mas cerca de dios porque después tiene la oportunidad de confesarse y las pobres, que no pueden confesarse porque están muertas están más lejos? No me vengan a mí a hablar de eduación sexual y prevención cuando vivo en una provincia que no se adhiere a leyes, que ya lleva mas de una década de vigencia».
Ousset alzó una hoja con el mapa de Argentina dividida entre celeste y verde, representando los votos de la Cámara de Diputados, donde el primero predomina en las provincias del norte. «Coincide con el mapa de la pobreza de la falta de educación, de las niñas madres. Si dominamos los cuerpos de las mujeres, dominamos los futuros, no es casual que el norte sea pobre, una mujer obligada a parir marca su futuro par siempre». Y agregó: «No me vengan a mí a hablar de dios. ¿Yo tengo que creer que una persona con plata está mas cerca de dios porque después tiene la oportunidad de confesarse y las pobres, que no pueden confesarse porque están muertas están más lejos? No me vengan a mí a hablar de eduación sexual y prevención cuando vivo en una provincia que no se adhiere a leyes que ya llevan más de una década de vigencia». Ousset cerró su exposición leyendo una carta de la propia Lucía. «Doctora, decile a los senadores que ninguna menor de edad tiene que pasar por lo que yo pasé».
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Las firmas del dictamen de Senado acercan cada vez más a lograr que casos como los de Lucía, Belén, Ana María Acevedo, y tantas muertas y criminalizadas, dejen de pasar. Reducen la brecha y los pasos para lograr el derecho a decidir de todas las mujeres y personas gestantes, de las maternidades deseadas. Después del 2018 se acrecentó la fuerza de la marea verde por una deuda que sigue siendo urgente y se comprobó el mismo afán de quienes se oponen al derecho de controlar la libertad sin contemplar la realidad de miles alrededor del país. Como dijo en su exposición la jurista Aída Kemelmajer de Carlucci: «La vida es solo tal si es digna y la dignidad va unida a la autonomía».
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