Dos historias breves con diversos puntos de encuentro. Dos autoras argentinas coetáneas escribieron estas dos primeras novelas poderosas y disruptivas: Transradio y La sal cuentan con protagonistas mujeres alejadas de los estereotipos. Mujeres en búsqueda, en reconstrucción, navegando en sus pasados, porque es ahí donde se ponen en juego sus presentes.
Por Julieta Blanco
La Sal, de Adriana Riva y publicada en 2019 por Odelia Editora, nos cuenta la historia de Ema, quien embarazada de su segundo hijo decide emprender un viaje junto a su madre, su tía y su hermana. En ese viaje, Ema intentará encontrar algunas respuestas de su historia, pero sobre todo, del misterio que representa su madre para ella, como se puede leer en este fragmento:
“Hoy salimos las cuatro rumbo a Macachín, el pueblo de La Pampa donde nacieron mamá y Sara. La idea me empezó a acechar después de la muerte de papá, cuando me di cuenta que no solo conservo recuerdos pulverizados de quién fue él sino de todo lo relacionado con mamá, como esos islotes del Delta que flotan a ríos de distancia”.
Transradio, De Maru Leonhard y publicada en 2020 por Compañía Naviera Ilimitada Editores, relata la historia de Isabel, una mujer joven que encuentra, organizando las cosas de su padre fallecido, las llaves de la casa de su infancia y decide volver a ella para escaparse de su insoportable cotidianeidad. En esa vuelta a la casa de su infancia, Isabel vuelve a cruzarse con personas que reconstruyen algunos de sus recuerdos borrosos. Esa casa es todo lo que le queda de su mamá. Su vida con ella. Su historia juntas. Su despedida incierta.
“Leí la etiqueta del llavero. Transradio, decía. Pensé en ese lugar como siempre lo había hecho, con cierta distancia, tratando de hacer foco en cada recuerdo, y aunque nada era completamente nítido, siempre tenía la misma sensación, que ahí había sido feliz. Hacía meses que estaba a la deriva y me aferré al manojo de llaves convencida de que había recibido la respuesta a una pregunta que me obsesionaba: qué iba a hacer ahora. ”.
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Ambas novelas narradas en primera persona, nos acercan a sus protagonistas atravesadas por el desconcierto. En Transradio, Isabel viaja a un pueblo de la Provincia de Buenos Aires, para ver si ese quiebre que siente dentro suyo puede cerrarse a fuerza de historias pasadas, de tierra mojada y olor a naftalina.
Mientras que en La Sal, Ema vuelve temporalmente a la casa de su infancia a compartir otra vez el techo con su madre pero esa coexistencia no le alcanza. Su madre es críptica y escurridiza. El viaje a Macachín es una oportunidad para achicar la distancia entre la idea que tiene de su madre y lo que su madre realmente es. Viajes al interior de un territorio, pero por sobre todo, al interior de cada una. Viajes de autoconocimiento, de reconocimiento, de distancia y reflexión.
Estas dos primeras novelas reconstruyen historias de familias complejas, donde el ocultamiento y el silencio parecen funcionar en armonía.
La Sal y Transradio son dos novelas que sostienen con un ritmo envolvente, escenas de luz y de oscuridad. Repletas de imágenes que nos transportan como lectores a otros lugares y otros tiempos, estas dos primeras novelas reconstruyen historias de familias complejas, donde el ocultamiento y el silencio parecen funcionar en armonía. Dos historias cruzadas en las cuales vale sumergirse de lleno y abrazar la duda.
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