Con la pandemia de Coronavirus como gran protagonista, el tiempo para la contemplación y una mirada alternativa de la realidad estuvo puesta en jaque durante gran parte del año. A continuación, seis libros de poesía publicados en 2020 para atravesar el último trimestre del año de la mano de Nadia Sol Caramella, Consuelo Iturraspe, Hernán Lucas, Lila Biscia, Cinthia Hamlin y Gustavo Fausto Rossi.
1 – Técnicas de supervivencia (Promesa, 2020), de Nadia Sol Caramella
El esperado primer libro de Nadia Sol Caramella (Buenos Aires, 1986) por fin está disponible. Después de publicar distintas plaquetas a lo largo de los años y ser una activa difusora y gestora cultural, este poemario viene a mostrar una voz cruda que no pierde la oportunidad para subrayar los momentos tiernos o dulces de una vida a pesar del dolor constante. Con una presencia de las calles del conurbano, de cielos mordidos por la diferencia de alturas de las edificaciones y sus cables y antenas, Técnicas de supervivencia también habla de la resiliencia y el volver a empezar al que nos vemos obligados una y otra vez.
«Aislamiento como una manera de restañar heridas, de fortalecernos frente al desamor, de tomar impulso para salir de nuevo porque, aunque sepamos que seremos derrotades, seguimos yendo hacia el amor como polillas hacia la lamparita», destaca Selva Almada en la contratapa de la edición de la novísima editorial Promesa. «Acá donde dejaste un poco de ausencia/ el universo comenzó su más voraz expansión«, se lee en uno de los primeros poemas del libro, evidenciando cómo la teoría del erizo marca las huellas de todo vínculo: ni demasiado cerca, ni demasiado lejos, siempre está el riesgo del fin. Otro poema del libro:
Construiremos una muralla
dividiremos la tierra en dos
de este lado tu cuerpo será extranjero
y tu voz un recuerdo
del otro lado
prohibirán mi nombre
y seré olvidada por todos
la muralla recorrerá
ríos, lagos, montañas y valles
la respiración se entrecortará
cuando una brisa del sur
intente colarse en el norte
viviremos en tierras extranjeras
lloraremos mares
y tal vez un océano
compartiremos el mismo cielo
brillará una luna negra
y el sol destilará su fuego
cada lado llevará su bandera
cuidaremos las formas del destierro
y nadie saldrá herido
pero aprenderemos a hablar en silencio
solo para declararnos la guerra
y ese será nuestro secreto.
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2 – Acaricio perros (Santos Locos, 2020), de Consuelo Iturraspe
«¿Cuánto tiempo hay que pisar un suelo/ para que se convierta en un hogar»?», empieza preguntándose este libro con el breve poema titulado «Hospital». La cuestión de la incomodidad ante el mundo que no parece estar bien predispuesto a albergarnos es uno de los temas centrales del poemario de Consuelo Iturraspe (Santa Fe, 1987), autora que sabe manejar con exactitud la extensión y la sustracción de acuerdo a lo que el texto demande.
En esa dirección, convive un tono urbano en el que se busca la belleza entre el cemento, los sentimientos luminosos en medio de la ansiedad porteña y la calma en medio de una crisis que siempre varía su forma: política, económica, social e incluso particular. Esa disconformidad y, al mismo tiempo, aceptación con el ambiente íntimo y público se puede ver consendado en este verso: «Sobrevivir también es estar cerca/ de lo que se pudre». Otro poema de Acaricio Perros, editado por Santos Locos:
Un jubilado llora
sentado en la vereda
tiembla y abandona
un hilo de baba
en su camisa celeste.
Todo el tiempo
las imágenes del mundo
me arruinan el plan de herirte.
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3 – Dos gardenias (Caleta Olivia, 2020), de Hernán Lucas
Los géneros están para flexibilizarse y reforzarse: sin ser estrictamente un libro de poesía, Dos gardenias de Hernán Lucas (Buenos Aires, 1974) tampoco no lo es. Moviéndose con soltura entre la narrativa, el diario de viaje y el lenguaje poético que prioriza a las imágenes antes que a las conclusiones, este título es una suerte de ornitorrinco que encuentra en el lector su forma final.
Cecilia Ferreiroa destaca en la contratapa de esta edición de Caleta Olivia la «mirada atenta al detalle, a lo opaco de las personas y sus motivaciones y a cierto carácter enigmático de la vida. Si bien no se trata de un diario de viajes sino de un libro de recuerdos de viajes, de todas maneras nos lleva a viajar». ¿Qué mejor souvenir que la memoria nítida de una experiencia, de un sentimiento, de un aprendizaje que se encuentra en medio de un paisaje. Un fragmento del libro:
- A veces fantaseo con imitar un viaje. ¿Qué tal una falsa crónica sobre mi estadía en Corea del Norte? Viendo documentales sobre ese país, me llamó la atención una estatua del presidente anterior y el actual, su hijo, en la plaza central de Pyongyang. Cada uno está en su pedestal. El padre señala el horizonte y el hijo mira hacia donde señala el padre, con una mano en el bolsillo. En esa mano extendida del padre, yo pondría un aerosol.Un verano, mi padre me llevó a Villa Gesell con su novia. Se pelearon; nos quedamos solos. Fuimos a una casa en el bosque, que había alquilado una pareja amiga de él. También estaba el hijo de la pareja, un chico de mi edad. Un día, mi padre llegó de hacer unas compras y yo me levanté orgulloso la remera para mostrarle mi herida. Bajando de un árbol, había calculado mal y deslizado el torso por la punta de un tronquito. En el hospital me dieron la vacuna antitetánica y me recetaron un aerosol. Cada mañana, antes de ir a la playa, mi padre me rociaba con el aerosol la herida y nos metíamos en el mar.
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4 – La casa del tornado (Bajo la luna, 2020), de Lila Biscia
Con la sustracción como recurso fundamental en este libro, Lila Biscia (Buenos Aires, 1976) logra reconstruir la cuestión de la permanencia y la pertenencia en toda vida. Si lo constante es el cambio, no hay casa ni hogar que sea inmune a esos vaivenes. Escribe la autora en uno de los poemas del libro: «evoco un milímetro de pasado en la retina// lo que sea que sostenga/ va a sentirse en el aliento». El tiempo como una gotera que no podemos detener, la idea del pasado como lo único que puede abrazar a una identidad.
A partir de poemas en su mayoría muy breves, este libro trabaja con la precisión de un relojero que al mismo tiempo es capa de crear una bomba diminuta pero de consecuencias enormes. En una de sus 62 instrucciones, la artista plástica Yoko Ono propone dejar una arveja en cada sitio que visitemos. Biscia, por su parte, parece dejar un momento cercano a la epifanía por cada una de esas experiencias. Dos poemas breves de La casa del tornado:
Destiempo
El sonido de las ventanas
el viento interpelando algo
nada vuelve al momento de haber creído
—
Orillas
encuentro suavidad
en la palabra lejanía
intervención del tiempo
más que de la distancia.
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5 – Lepidolita (Tren en movimiento, 2020), de Cinthia Hamlin
¿Cómo trabajar con la herencia? Eso que se recibe pero no se pide, eso que se pide pero no se recibe. En este libro, Cinthia Hamlin (Buenos Aires, 1983) recompone un álbum familiar que recorre diferentes aristas y pliegos de la realidad. De lo íntimo a lo universalizable, los versos se mueven entre la fluidez de la narrativa y la precisión ascética de la poesía contemporánea. Escribe la autora: «Quedémonos/ en nuestro oasis secreto/ un rato más».
En la contratapa de esta edición de Tren en movimiento, Florencia Fragasso señala: «Los poemas de Lepidolita se despliegan, recibidos y otorgados como herencia familiar, al ritmo de una voz poética que encuentra en la emoción su subjetividad y su apertura en el mundo». En ese puente de cristal, que va desde lo personal a lo social, estos poemas se mueven para ampliar el concepto de familia: la historia de un país, su paisaje, sus secretos, también forman parte de un cuerpo que quiere encontrar su temperatura promedio. Un poema del libro:
Mantas
A la noche en invierno
busco mantas de distintas texturas e hilados
frazadas bien gruesas
me tapo con todo lo que encuentro
me acurruco
me gusta sentir sobre mi cuerpo
un cierto peso
y que mi piel recuerde:
existen cosas suaves que cubren
y dan calor
aun cuando tengo frío
y tiemblo.
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6 – La poesía no es noticia (Ediciones del Dock, 2020), de Gustavo Fausto Rossi
¿Cuándo es el momento de publicar un poema? No hay respuesta para eso. En el caso de Gustavo Fausto Rossi (Pergamino) se da un caso particular: La poesía no es noticia recopila décadas de una obra inédita que recorre no solo diferentes temáticas, sino también voces y búsquedas. Ya lo dice Diana Bellessi en el documental El jardín secreto: la obra se da en la repetición y en la variación. Con poemas que van desde la década de los 80′ a la actualidad, aparece una voz en mutación que se reafirma.
«Entre escenas familiares, naufragios urbanos y dilemas ocasionales, Rossi encuentra sus plataformas para decir, modulando los tonos y las melodías, las expansiones y los silencios», señala Rodolfo Edwards en el prólogo de este libro sobre el autor que recibió el Premio en la primera Bienal de Arte Joven de la Ciudad en 1989 que como jurado a Joaquín Giannuzzi. Con referencia a un amplio abanico de autores, muchos versos coquetean con la metapoesía. Un poema de La poesía no es noticia.
Más temprano que tarde
Estoy apurado pero no loco
El perro del tiempo
me corre
A cada rato
me voy disparado aunque no pierda
la cabeza
No corre la sangre
Ni el río es el mismo
No puedo estar de pie ni sentado
Corro de corrido
de cero a cero
voy y vengo
Rengueo solo a veces
cuando siento
Que la venganza
del reloj
llegará
Más temprano que tarde.
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