Inés Ulanovsky: «Me alegro de haber tenido una vida analógica, antes de ésta»

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A partir de una serie de imágenes personales, periodísticas y otras encontradas en la calle, la fotógrafa y guionista traza en Las fotos (Paisanita, 2020)  un libro repleto de misterio y sensibilidad. En esa dirección, lo íntimo, lo social e incluso lo mágico se entremezclan de manera constante en los pequeños relatos que también sirven para volver a mirar al siglo XX en plena pandemia y su digitalización acelerada. «Quise contar esas historias en las que las fotos eran protagonistas», señala Inés Ulanovsky en diálogo con La Primera Piedra



Cualquier persona que vaya por la calle y se encuentre con una foto tirada en el piso no puede evitar quedarse detenido mirándola. Al igual que sucede con la lluvia o con una fogata, hay una especie de hipsnosis que provoca que nos detengamos un poco más de tiempo en esa imagen de extraños sonriendo a la cámara de otro extraño. Inés Ulanovsky (Buenos Aires, 1977) decidió ir un paso más y bucear en las historias que se esconden detrás de «ese simulacro del papel y de la luz» como se puede leer en el poema «Foto 1965» de Fabián Casas.

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El resultado de ese interés innato que posee Ulanovsky, quien se desempeña hace ya varios años como fotógrafa, productora audiovisual, guionista,  fue Las fotos (Paisanita, 2020). En el libro, la autora -hija del periodista Carlos Ulanovsky- arma breves crónicas que dialogan de manera directa con cada una de las fotografías que componen tanto la vida personal de la autora como la historia reciente del país, así como también retratos íntimos de personas desconocidas. Así, el lector podrá ver cómo Ulanovsky fotografió a su marido antes de conocerlo como tal, el encuentro de un hijo de desaparecidos con el rostro de su padre o el rencuentro de tres hermanos tras 50 años gracias al poder de las fotografías. Sin ir más lejos, una foto inédita de su abuela, quien falleció apenas unos meses después parir a Carlos por complicaciones post parto, es la elegida para ser la tapa del libro y dar lugar a uno de los capítulos más emotivos.

La fotografía y la escritura se parecen poco, pero sí tienen en común que antes de hacer un foto o de ponerse a escribir hay que tomar las mismas decisiones: dónde pararse, que mostrar y qué dejar afuera.

«Se narran hechos que efectivamente ocurrieron (…) Las fotos no tienen el fin de ilustrar los textos y los textos no están ahí para explicar las fotos. Me interesa especialmente lo que ocurre en el encuentro de esos dos lenguajes tan diferentes y opuestos pero, de algún modo, complementarios», señala la autora en el prólogo. Sin embargo, en el texto de contratapa escrito por María Moreno, la actual directora del Museo del Libro y de La Lengua asegura: «Las fotos puede leerse como un libro de cuentos de misterio donde el enigma que se revela es siempre una foto».  Sobre esa suerte de flexibilidad respecto al género, Ulanovsky señala en diálogo con La Primera Piedra:  «Creo que fui bastante libre respecto al estilo de cada capítulo, cada uno tiene recursos diferentes, algunos son brevísimos y otros mucho más extensos».

Por otra parte, en un mundo que tiende cada vez más hacia la digitalización (algo que se evidenció más tras la pandemia de Covid-19), la autora rinde un homenaje sentido a ese mundo analógico del siglo XX, en donde tomarse una fotografía era un evento especial, muchas veces irrepetible. «La digitalización hizo que todo fuera más cómodo y más rápido pero también nos hace tener una existencia invadida de imágenes que me resulta muy abrumadora», afirma a esta revista.  Las fotos, utilizando palabras de la poeta estadounidense Dorothea Lasky en su ensayo La poesía no es un proyecto, logra «que el mundo exterior de una artista y las pulsiones internas dentro de ella se mezclan y se difuminen», dando un soplo de aire nuevo a esta realidad agobiante; pero un soplo de aire nuevo que viene del pasado. 



— ¿Cómo surgió la idea de armar este libro? Sobre todo teniendo en cuenta la variedad de historias que se entrecruzan: lo familiar, lo político, lo social, la muerte, etc.
— 
La idea del libro surge a partir de un hallazgo en mi archivo fotográfico. Trabajé como fotógrafa y en varios archivos durante muchos años de mi vida profesional. Siempre me interesaron las fotos justamente porque es un objeto que tiene la particularidad única de atravesar al mismo tiempo universos personales, sociales, familiares, políticos, íntimos, materiales y simbólicos. Quise contar esas historias en las que las fotos eran protagonistas. La idea era esa, pero lo más complejo fue dar con las historias.

— ¿Qué desafíos te planteó trabajar con las fotos de otras personas para dar lugar a estas crónicas breves?
— Para mí sentarme a escribir ya representa un gran desafío, siempre. Por eso escribo poco y en general todos mis textos son breves. Lo que más me cuesta es elegir siempre el punto de vista desde dónde hacerlo. Al trabajar con historias y fotos de otras personas, quise ser muy precisa con los datos y traté de encontrar un tono que me permitiera hacerlo con respeto.

Siempre me interesaron las fotos justamente porque es un objeto que tiene la particularidad única de atravesar al mismo tiempo universos personales, sociales, familiares, políticos, íntimos, materiales y simbólicos.

— En uno de los primeros capítulos, «Amia 1997», retratás cómo habías fotografiado a tu marido sin saberlo, antes de conocerlo mientras cubría el acto aniversario al atentado. ¿Qué sensaciones recordás de ese descubrimiento?
— 
Descubrir esa foto en mi archivo fue muy impactante. Siempre fui de darle importancia a las señales y a ese tipo de conexiones inexplicables que ocurren con más frecuencia de lo que pensamos.



Ines Ulanovsky


— En el texto de contratapa, María Moreno señala que Las fotos puede leerse como un «Libro de cuentos de misterio en donde el enigma que se revela es siempre una foto». En el prólogo inicial, sin embargo, vos destacás que se narran hechos verídicos, ¿te sentís cómoda con una escritura libre en donde los géneros literarios puedan difuminarse de cierto modo?
— A mi me encanta eso que dice María Moreno porque el tema del misterio apareció apenas empecé pensar en este libro y a coleccionar las historias en las que además de fotos también aparecía algún hecho misterioso medio inexplicable. De alguna manera lo que yo hice en el prólogo es aclarar que todo eso que relato ocurrió, no para ser rígida con respecto al género sino para advertir al lector con lo que va a encontrarse. También creo que fui bastante libre respecto al estilo de cada capítulo, cada uno tiene recursos diferentes, algunos son brevísimos y otros mucho más extensos.

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— Una constante del libro es el trabajo con fotos del siglo XX, analógicas, ¿qué pensás que se ganó y se perdió con la digitalización actual dentro de la fotografía en donde incluso los celulares reemplazan a las cámaras?
— El libro es también un homenaje a ese mundo analógico en el que una foto era un acontecimiento. Creo que la digitalización hizo que todo fuera más cómodo y más rápido pero también nos hace tener una existencia invadida de imágenes que me resulta muy abrumadora. Yo me alegro de haber tenido una vida analógica, antes de ésta.

— A nivel personal, ¿cómo trabajaste el capítulos «Dos fotos nuevas de Eva», en donde aparece tu abuela y daría lugar a la tapa del libro? ¿Te representó una preparación especial o utilizaste a tu favor la gimnasia realizada con otros trabajos?
— Ese es el último capítulo que escribí y terminó definiendo la tapa del libro. Tiene que ver con la aparición de dos fotos de mi abuela Eva pero es también la excusa para contar una parte de la biografía de mi padre que siempre me pareció repleta de detalles literarios. En ese capítulo lo que me propuse es tener una voz lo más neutra posible -si eso existe- para no agregar más que lo que la historia ya tiene por sí misma.

Es un tema que me desvela. Me cuesta imaginar que ésta vida tenga algo de normalidad. No quiero que nunca esto sea normal

— ¿Qué vínculos creés que tienen la escritura y la fotografía?
— La fotografía y la escritura se parecen poco, pero sí tienen en común que antes de hacer un foto o de ponerse a escribir hay que tomar las mismas decisiones: dónde pararse, que mostrar y qué dejar afuera.

— Por último, ¿sos de pensar en la «nueva normalidad? ¿Cómo imaginás el futuro post-pandemia?
— Sí, es un tema que me desvela. Me cuesta imaginar que ésta vida tenga algo de normalidad. No quiero que nunca esto sea normal y celebro que la editorial haya apostado a un libro así que habla de un mundo cada vez más lejano en medio de la pandemia. Me siento una privilegiada.


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