Mariano Blatt: «Siempre va a haber algo para leer, ese es un consuelo que alcanza para toda la vida»

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Con la tercera edición de Mi juventud unida (Blatt & Ríos, 2020), el poeta nacido en 1983 parece haber llegado a la versión definitiva de su trabajo con el pasado, abriendo paso a lo que viene. En diálogo con La Primera Piedra, asegura: «Puede que esté años sin escribir, pero a la larga siempre voy a volver a escribir algo. Sólo es cuestión de tiempo». Respecto a lo que puede deparar el futuro tras la pandemia, señala: «Lo poco que me imagino es que no va a haber esa tal nueva normalidad, sino más de lo que venía habiendo, pero todavía un poquito peor, más triste, más precario». (Foto: Enrique Bellande). 



Como un graffitti que aparece en una pared que miramos a diario y no podemos evitar leer, los poemas de Mariano Blatt irrumpieron en la escena literaria como un punto bisagra entre las diferentes corrientes de lo que se conoce como la «poesía de los 90’s» y la poesía del siglo XXI, en donde la tecnología y la urbanidad van a tener un rol destacado. En ese sentido, la edición definitiva de Mi Juventud Unida (Blatt & Ríos, 2020) cierra el trabajo que empezó en 2005, con un mundo que parece tan lejano en este contexto de pandemia y movilidad reducida. Leer versos como «fue re lindo tomar el micro con vos sacarte la remera subir a la montaña desde el cielo escupir en la puerta de tu casa sarpaba el amor en la tabla de barrenar y en la playa cumbia bailaste re bien» remiten más que nunca a otra realidad y a la vez mantienen la frescura con la que fueron escritos.

Lo que diferencia a esta edición de la primera, lanzada por Mansalva en 2015, en el agregado tanto de los poemas escritos en los últimos años como de aquellos poemas que fueron descartados en su momento. De esta manera, el lector se encuentra al mismo Blatt que caminaba por la calle en videos recitando sus poemas, así como también a un autor más introspectivo hoy en día, que aprovecha el mutismo obligado de un deporte como la natación  Al respecto, en conversación con La Primera Piedra, destaca: «Nadar es un deporte que se practica en silencio, en el que no podés hablar. Y está la cuestión mística. Además, del agua venimos, tanto como individuos y como especie». En uno de sus últimos poemas, escritos en 2019, puede leerse: «Poeta argentino y nadador aficionado/ (36 años, varios libros publicados)/ busca mecenas para financiar proyecto de escritura:/ atravesar Uruguay nadando». 

 Me encontré con varios poemas que al releerlos, me causaron gracia, me parecieron graciosos, divertidos. Quizás menos logrados en algunos aspectos técnicos, pero que al fin y al cabo me hicieron sonreír. Y pensé: si a mí me hacen sonreír, quizás a alguien más también.

Respecto al contexto de pandemia, con una movilidad reducida en el ámbito del AMBA y la imposibilidad de realizar actividades culturales que convoquen público, Blatt destaca la posibilidad que brinda una biblioteca variada: «Durante la cuarentena, en parte debido a la falta de otras actividades que le quitan tiempo a la lectura (actividad social, práctica deportiva) y en parte debido a la urgente necesidad de evadirme de la realidad, esa obsesión por la lectura se profundizó«, afirma. En la misma dirección, asegura que ya no le pesa el miedo a no poder escribir, siempre y cuando queden libros por leer.

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—Algunos autores ven este momento de confinamiento como una oportunidad y para otros no resulta productivo, ¿vos cómo estás llevando la cuarentena en relación a la escritura y/o lectura? 
— 
Con o sin cuarentena, mis últimos años como poeta se caracterizaron siempre por una muy baja productividad: escribo poco. Con la lectura, en cambio, me pasa lo contrario: cada año leo más. Y durante la cuarentena, en parte debido a la falta de otras actividades que le quitan tiempo a la lectura (actividad social, práctica deportiva) y en parte debido a la urgente necesidad de evadirme de la realidad, esa obsesión por la lectura se profundizó. 

—¿Sos de pensar en cómo va a ser lo que llaman «nueva normalidad»?¿Cómo te la imaginás?
—A decir verdad, no, no mucho. Lo poco que me imagino es que no va a haber esa tal nueva normalidad, sino más de lo que venía habiendo, pero todavía un poquito peor, más triste, más precario.


Mariano Blatt

Mi Juventud Unida (Blatt & Ríos, 2020), de Mariano Blatt.


—Después de la tercera edición de Mi juventud Unida, ¿cómo pensás que se relacionan los poemas escritos en estos últimos años con el resto de tu obra?
—Sinceramente, no es algo sobre lo que me ponga a pensar, ni creo que tenga mucho sentido para mí como autor pensarlo. Me parece tarea para alguien que se dedique a investigar sobre mi obra, si es que esa persona existe o va a existir en algún momento. Yo, como autor de esos poemas, no puedo pensar en relaciones. Son parte de lo que escribí en algún momento, como es parte lo que estoy escribiendo ahora, y será parte también dentro de veinte años, cuando haya escrito otras cosas. A mí, sobre mi obra, lo único que me interesa es escribirla.

Nadar es maravilloso, lo que le hace al cuerpo, a la espalda, a todos los músculos. La sensación que te deja en los músculos. El agua, los olores, las luces, el silencio, la repetición, el aburrimiento.

—Tanto en los nuevos poemas, como el algunos de años anteriores (por ejemplo «El Paraíso, el Espacio Exterior), aparece la natación como tema y las piletas como escenarios. ¿Qué te atrae de ese movimiento a la hora de escribir?
—Ah, sí, eso sí me gusta y atraviesa toda mi obra, y mi vida. Nado ininterrumpidamente desde hace 22 años, y antes de eso, de muy niño, también nadé. De hecho, ahora nado en la misma pileta en la que aprendí a nadar cuando era chico. Y tengo recuerdos de estar saliendo de esa misma pileta, un día de invierno, con la cabeza mojada y un pasamontañas puesto. Nadar es maravilloso, lo que le hace al cuerpo, a la espalda, a todos los músculos. La sensación que te deja en los músculos. El agua, los olores, las luces, el silencio, la repetición, el aburrimiento. Nadar es un deporte que se practica en silencio, en el que no podés hablar. Y está la cuestión mística. Además, del agua venimos, tanto como individuos y como especie. La vida empieza en el agua. Somos prácticamente todo agua. El planeta es todo de agua. Podría decir mil cosas de la natación. Me atrae todo. Quisiera volver a nacer para poder ser nadador olímpico.

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—En una entrevista anterior marcaste que repusiste poemas que en las primeras ediciones habías descartado por que quizás te mediste «con una vara menos exigente».  ¿Qué lograste recuperar de esos textos ahora?
—Quizás algo del sentido del humor. Cuando estaba trabajando en esta nueva edición del libro, repasando los poemas, el orden, y viendo los que había dejado afuera, me encontré con varios poemas que al releerlos, me causaron gracia, me parecieron graciosos, divertidos. Quizás menos logrados en algunos aspectos técnicos, pero que al fin y al cabo me hicieron sonreír. Y pensé: si a mí me hacen sonreír, quizás a alguien más también.

—En una charla que tuvimos en 2015, hablabas de cierta angustia que te generaba no escribir o depender de la inspiración. De ahí los dos poemas que vas a escribir toda tu vida: «No es» y «Ahora». ¿Te sigue pasando? 
—No, estoy más tranquilo con respecto a eso. Ya no tengo miedo ni siento angustia por la posibilidad de no volver a escribir. Primero, porque ya no siento que eso sea posible. Puede que esté años sin escribir, pero a la larga, siempre voy a volver a escribir algo. Sólo es cuestión de tiempo. Además, si llegara a pasar, tampoco sería tan grave. Si no escribo más, no escribo más. Lo importante es que siempre va a haber algo para leer. Y ese es un consuelo que alcanza para toda la vida.

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—En el poema Un recuerdo es interesante el juego que hacés con la memoria como un todo indivisible, algo que también se puede ver en otros de tus poemas. ¿La poesía para vos trabaja con ese material difuso que son los recuerdos? 
—Sí, claro, entre otras cosas. La poesía trabaja con muchas cosas, pero sin dudas que entre esas cosas, el tratar de resolver el problema del paso del tiempo es una de las principales. Y para eso lo que la poesía puede hacer es tratar de crear unos cofrecitos donde guardar los recuerdos en su mejor forma, en su máximo esplendor. Si es necesario, incluso, exagerarlos, deformarlos, o modificar su verdad por completo. No importa. Lo importante es guardarlos. Esos cofrecitos son los poemas.

La poesía trabaja con muchas cosas, pero sin dudas que entre esas cosas, el tratar de resolver el problema del paso del tiempo es una de las principales. Y para eso lo que la poesía puede hacer es tratar de crear unos cofrecitos donde guardar los recuerdos en su mejor forma.

—¿Cómo llevás que los más jóvenes se interesen por tu obra y hasta te marquen como un referente?
—No creo que sea así. Quizás algunas personas jóvenes que escriben me leyeron y le gustó, pero eso no me transforma en ningún referente de nada. Además, hay muchas otras personas jóvenes que escriben que quizás me leyeron y no les gustó, o que incluso no me leyeron. Y aún esas personas que sí me leyeron y les gustó lo que escribo, en algún momento dejarán de ser jóvenes y dejará de gustarles lo que escribí.

—Pasando a Blatt & Ríos, ¿cómo atraviesa la editorial este contexto de pandemia y economía frenada?
—Como podemos. Nos vamos moviendo despacito, viendo qué pasa, priorizando mantenernos a flote. Mientras tanto, dándole difusión a nuestras novedades prepandemia y al resto de nuestro catálogo, que está lleno de libros hermosos que pueden hacer un poco más llevaderas las horas de incertidumbre. Tratamos de que los que están necesitando una lectura puedan conocer nuestro catálogo porque estamos seguros de que van a encontrar algún título que les va a gustar, que les va a servir.

—Por último, ¿cuáles creés que son los desafíos tanto para el sector editorial como para el campo cultural de cara al futuro?
—Un poco los mismos que los de todos los demás sectores: sobrevivir y, en la medida de lo posible, tratar de hacer que las cosas sean mejores.

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