Buena presencia es una propuesta novedosa en la que el lenguaje del cómic opera como el principal recurso para digerir el dolor de las sucesivas crisis nacionales, aunque sin quitar espesor al drama histórico. La obra fue escrita por Victor Winer, adaptada y dirigida por Lía Jelin, cuenta con la dirección de arte de Miguel Rep y un elenco de actores que llevan el texto a niveles impensados: Manu Fanego, Nacho Gadano, Esteban Prol y Néstor Caniglia. Puede verse los viernes y sábados a las 21 hs. y domingos a las 19 hs. en el Teatro La Comedia (Rodríguez Peña 1062).
Victor Winer cuenta que la semilla para la escritura de Buena presencia surgió a partir de la luz en una oficina gris instalada en el corazón del microcentro. En pleno 2001, mientras las masas poblaban la histórica Plaza de Mayo, los oficinistas circulaban entre esas cuatro paredes ignorando su entorno y la intensidad del conflicto que se desataba en las calles, obligando a todos a elegir un bando y posicionarse dentro de un cuadro social siempre turbulento.
Lía Jelin es quien se ocupó de la adaptación y dirección de la pieza, y ciertamente lo ha hecho con gran destreza. En lugar de subrayar el dolor y la crueldad del histórico drama argentino —las crisis sucesivas, el estallido social intermitente, la impotencia del pueblo, el poder y el sometimiento de los más vulnerables—, Jelin opta por la inversión, y para ello recurre astutamente a un género disruptivo con respecto a los lenguajes teatrales más tradicionales: el cómic. Según la directora, esta “es una manera de que las peores situaciones se vuelvan digeribles”.
Buena presencia está teñida por este lenguaje tan propio de la cultura pop, por lo que la dirección de arte quedó en manos de un especialista en la materia: el reconocido artista gráfico, Miguel Rep. Pero el experimento no descansa únicamente en una escenografía dibujada o en vestuarios de colores estridentes, sino también en un tono de actuación que aloja su propia desmesura. Los cuatro personajes son, en algún sentido, caricaturas de los valores que representan.
Jordán (Nacho Gadano) es el empresario déspota y todopoderoso que lleva entre sus manos el destino de sus empleados; interpretado por Gadano en clave de “villano maldito” logra momentos muy altos y genera verdadero odio porque, al fin y al cabo, ¿quién no conoce de cerca a algún Jordán? Álvarez (Néstor Caniglia) es el socio estafado, un gil que creyó en las promesas de su amigo y ahora no tiene ni dónde caerse muerto; este viejo jorobado y decadente representa a todos los estafados del sistema capitalista, y Caniglia consigue darle matices exquisitos que encuentran su punto más elevado en el monólogo onírico lanzado a público desde un más allá incierto.
Elías (Esteban Prol) es el empleado de limpieza mudo y servil que se limita a bajar la cabeza, cerrar el pico y obedecer órdenes; el personaje de Prol no dice una sola palabra a lo largo de toda la obra, pero sus posibilidades expresivas encuentran resolución en la gestualidad y en un trabajo preciso con el cuerpo para marcar las rutinas a las que está condenado. Joven (Manu Fanego) es el nuevo postulante para un puesto en la empresa de Jordán; afuera el mundo está en ruinas pero este emprendedor parece abstraído de la crisis y sólo está preocupado por hacer carrera en el mundo privado. El personaje interpretado por Fanego (mención especial para él) es central en la estructura narrativa porque motoriza la acción y marca los puntos de transición de los demás personajes; se trata de un actor sumamente dúctil, capaz de atravesar los distintos momentos sin perder jamás el espíritu de la desmesura que impera en este registro tan peculiar.
El desempeño de estos cuatro actores se suma al diseño sonoro, lumínico y escenográfico para completar una elección tan radical como acertada. Jelin apuesta y no se equivoca. En el programa de mano ella plantea una comparación con Maus de Art Spigielman, y el paralelismo resulta muy pertinente: se trata de escapar del código realista, de digerir el dolor a través del arte y —por qué no— de la risa. En Argentina, claro, tenemos nuestros propios héroes y villanos. Buena presencia está un paso adelante entre las múltiples propuestas de la cartelera teatral porteña.