Stanislavski – Fantasmatic forma parte del ciclo Invocaciones, curado por Mercedes Halfon y producido por Carolina Martín Ferro. La propuesta consiste en traer a escena la producción teórico-artística de importantes referentes de la cultura del siglo XX, cuya obra haya impactado significativamente en el arte contemporáneo. Esta vez el desafío fue para Ciro Zorzoli y un gran elenco que incluye a Paola Barrientos y Diego Velázquez, reunidos para invocar el espíritu de Konstantín Stanislavski. Puede verse los sábados a las 22 hs. y los domingos a las 21 hs. en El Cultural San Martín (Sarmiento 1551).
“Invocar es llamar a través de un ritual. La conversación atraviesa la historia. El teatro se repliega, se repiensa y expande hacia el futuro”. Estas son las palabras escritas por Mercedes Halfon —curadora y responsable del concepto de Invocaciones— que aparecen en el programa de mano junto al retrato de infancia del homenajeado en esta novena edición: Konstantín Stanislavski. El desafío fue para el director y dramaturgo Ciro Zorzoli, quien confiesa que se encontró con “un laberinto inabarcable en donde nada de lo que parecía ser, realmente era”. El elenco está integrado por artistas notables: Paola Barrientos, Juan Ignacio Bianco, Matías Corradino, Hilario Laffitte, Marianela Pensado y Diego Velázquez.
La sala 3 del Cultural San Martín funciona a la perfección para alojar la puesta ideada por Zorzoli: un espacio escénico amplio, de dimensiones profundas y compartimentado por pequeños cortinados que organizan la acción (siempre dispersa) de los personajes. El resultado se asemeja a una pista de circo o a los vestuarios de un gimnasio, donde los seis actores que protagonizan la pieza entrenan permanentemente con un único objetivo: capturar las emociones —por naturaleza escurridizas— en la intimidad de sus cuerpos. ¿Cómo atrapar lo inasible? El famoso método creado por Stanislavski también es parte de esa quimera inalcanzable.
Cualquiera que haya asistido alguna vez a talleres de teatro (al menos un par de clases), habrá tenido noticias del célebre sistema creado por Konstantín Stanislavski. Su principal objetivo consistía en educar a los intérpretes para que pudieran “adueñarse” plenamente de su arte, controlando los aspectos más intangibles del comportamiento humano: las emociones, los sentimientos, la memoria emotiva o aquellos mecanismos que activan la inspiración artística. En ese universo se sumerge este colectivo, para desentrañar los misterios del arte de actuar. La estructura está organizada en una serie de rutinas de “prueba y error” a partir de la cual los protagonistas intentarán reducir los estados afectivos a ideas claras; en el camino llegarán a callejones sin salida o se internarán cada vez más en las profundidades de ese laberinto imposible de resolver.
Stanislavski – Fantasmatic es una gran noticia en la cartelera teatral porteña por su poder de síntesis, por la inteligencia de la puesta ideada por Zorzoli y por la eficacia con la que el elenco resuelve cada uno de los desafíos planteados. El tono oscila de un extremo al otro, en una paleta emocional de lo más variada: desde el enamoramiento efervescente a la pura apatía, desde la euforia arrasadora a la melancolía sosegada, desde la sumisión total al impulso bestial por imponerse frente a los otros. El humor es un condimento que siempre está presente y facilita tanto el ingreso a este mundo ficcional como el pasaje por los diferentes estados.
«Dicen que en la mayoría de los idiomas se asocia el corazón a la pasión y el cerebro a la razón», «cuando se habla de un corazón destrozado de dolor no es una mera figura poética; eso tiene un correlato fisiológico», «la ausencia de miedo es ausencia de imaginación», «ella es como un piano cerrado cuya llave se perdió», «¿dónde está usted?, ¿en usted o en los que lo miran intentando desentrañar qué es lo qué están pensando de lo que usted está haciendo?». Algunas frases resuenan con potencia en el silencio de la sala; otras se deslizan casi de manera imperceptible. Todas generan el efecto de un cross a la mandíbula. La polifonía, la simultaneidad y la yuxtaposición configuran el motor de la pieza: personajes, acciones y discursos se amontonan para crear algo nuevo.
La figura del público también ocupa un lugar importante porque se trabaja sobre la mirada de ese otro oculto en la oscuridad de la platea. Uno de los protagonistas dice: «Tengo la sensación de que alguien me está observando, allá, del otro lado. Tengo la sensación de que me desvanezco frente a esos ojos, que dejo de existir». ¿Qué hay más allá de la primera fila? ¿Hacia quiénes se orienta el discurso? Otros elementos a destacar son el trabajo corporal y el diseño de movimientos (a cargo del propio Velázquez), la escenografía (Diego Siliano), el diseño lumínico (Eli Sirlin), el vestuario (Julio Suárez) y una selección musical muy pertinente. Las búsquedas serias y profundas siempre dejan huellas en las creaciones, y es el caso de Stanislavski – Fantasmatic. Más que recomendable. Un aquelarre fantasmagórico del que no se sale igual.