Hojas verdes de otoño es una película dirigida por Fabio Junco y Julio Midú, y protagonizada por el jovencísimo Bautista Midú. Se trata de la historia de Dante, un “niño adulto” que debe hacerse cargo de su familia ante la recaída de un padre alcohólico. En el marco del programa “Cine con vecinos”, actores de la talla de Marcelo Subiotto, Mimí Ardú y Osvaldo Santoro trabajan a la par de los vecinos de Saladillo.
Relatos como el que proponen los directores Fabio Junco y Julio Midú en Hojas verdes de otoño son tan inusuales como valiosos. Hace más de veinte años crearon la iniciativa “Cine con vecinos”, que fue expandiéndose paulatinamente por el país y hacia el exterior con apoyo del INCAA. Ambos aseguran que con su largometraje más reciente desarrollaron al máximo el desafío de integrar a reconocidos actores con vecinos del pueblo que carecen de entrenamiento actoral, aunque cuentan con la vasta experiencia que les ha dado este proyecto.
La película narra la historia de Dante (Bautista Midú), un chico de 13 años que encaja perfectamente en la etiqueta de “niño grande” propuesta en la sinopsis. Dante vive en un pequeño pueblo bonaerense y su figura contrasta notablemente con la mayoría de los adolescentes que estamos acostumbrados a ver en las ficciones situadas en las grandes urbes, siempre rodeados de dispositivos tecnológicos y cercados por toda clase de estímulos que los inducen a ingresar en los circuitos del consumo voraz. La situación de Dante no le permite caer en esas distracciones.
Su madre (Mimí Ardú) es ama de casa y una gran luchadora que intenta sobrevivir con las magras ganancias que le aporta la quinta familiar; su padre (Marcelo Subiotto) trabaja como zapatero en el pueblo, pero su alcoholismo le impide cumplir con los pedidos necesarios para llevar algo de comida a casa. Dante debe presenciar cotidianamente gritos, golpes y peleas en un ámbito de permanente violencia. Harto de esos cruces elige pasar tiempo con “la vieja de al lado” (como la llaman en su casa) o con sus abuelos (Osvaldo Santoro y Pochi Ducasse). Los otros personajes importantes de la trama son su hermano mayor David (Franco Midú) con quien reflexionará sobre las hostilidades del presente, y Melissa (Carola Arbós), esa compañera de colegio a la que no se atreve a declararle su amor.
Hojas verdes de otoño es un relato sensible que pone en escena personajes y situaciones que se distancian de la vorágine porteña tan sobrerrepresentada en las ficciones nacionales. La película de Junco-Midú adopta con astucia el punto de vista de un adolescente que se ve obligado a crecer de golpe, y dosifica de manera inteligente el trabajo de actores profesionales (vale destacar a Subiotto como ese padre alcohólico y bastante atormentado) con los aportes de los vecinos de Saladillo. Esa disparidad no se nota en ningún momento ni atenta contra lo que se quiere contar, y la construcción de esa atmósfera pueblerina donde todos se conocen resulta veraz. Por otra parte, la actuación del joven Midú se ajusta a las necesidades del guión y a la economía que el cine demanda. Una opción recomendable de cine independiente y producción nacional.
Entrevista a Marcelo Subiotto: «Los proyectos independientes son los que más me gustan»
— ¿Cómo te llegó este guión?
— La propuesta vino a través de Marcelo Vitali, uno de los productores ejecutivos de la peli con quien ya nos conocíamos por haber trabajado en otro rodaje. Cuando apareció el personaje de Luis él pensó en mí, así que nos reunimos con Fabio Junco y Julio Midú, los directores. Ya en la primera lectura del guión me interesó mucho ese espacio de exceso que tiene el personaje, no por el exceso en sí sino por ese halo de misterio que lo rodea. Es un misterio que está mucho más cerca de lo que nosotros pensamos.
— ¿Cómo fue el trabajo con actores no profesionales?
— Filmamos la peli en Saladillo, donde los directores tienen este proyecto que se llama «Cine con vecinos», entonces entramos en una especie de set que abarca toda una ciudad. Esta es la primera vez que yo trabajo con ellos, pero sé que Mimí [Ardú] ya había estado en proyectos anteriores. Fue un proceso muy familiar: las locaciones eran las casas de los vecinos así que compartíamos mucho tiempo. Toda la gente del pueblo participa de alguna manera y está fuertemente vinculada no sólo con el proyecto sino también con el oficio de hacer cine.
— Además te tocó compartir bastantes escenas con un actor adolescente, lo cual siempre supone algún desafío. ¿Cómo fue la experiencia?
— Muy buena. Bautista es un pibe que tiene una gran inteligencia, una economía en las cosas que tiene que hacer. Lo dirigieron muy bien y es un pibe con una sensibilidad muy particular; además tiene oreja, algo no tan frecuente en chicos de su edad. La faceta más humana y amorosa de mi personaje es con su hijo Dante, así que el encuentro con él fue muy valioso.
— ¿Qué importancia creés que tienen esta clase de relatos en la cinematografía nacional? Sos un actor que solemos ver con frecuencia en proyectos independientes que privilegian un trabajo de autor.
— Sí, he participado en varias películas de este estilo. Los proyectos independientes son los que más me gustan porque la condición de producción del objeto artístico que es la película siempre está en primer plano. El cine es una actividad colectiva hermosa y en este tipo de proyectos todo lo demás está en comunión con ese objetivo. Es en estos lugares donde encuentro una actividad artística plena.
Marcelo Subiotto también interpreta a Horacio en la versión de Hamlet dirigida por Rubén Szuchmacher y protagonizada por Joaquín Furriel en el CTBA de miércoles a domingos.