La narrativa del autor desaparecido durante la última dictadura cívico militar ocupa un lugar difuso dentro del canon literario nacional. La figura del escritor comprometido frente al paso del tiempo. ¿Cuál es la mirada que se tiene sobre Haroldo Conti en la actualidad?
Haroldo Conti nació el 25 de Mayo 1925, la misma fecha que con 115 años de diferencia marcaba los primeros pasos del surgimiento del Estado argentino, casi como una suerte de oscura premonición. También en mayo, pero de 1976, el escritor sería secuestrado de manera clandestina y desde esa fecha continúa desaparecido. Con 50 años de vida, dejó una obra interrumpida por el terror y la oscuridad. Ahora bien, cabe preguntarse: ¿qué es lo que perdura de su obra?
La literatura del autor nacido en Chacabuco podría caracterizarse, a gran escala, en dos rasgos fundamentales: el profundo interés por el río y la producción de una obra por fuera del ámbito porteño. De la primera parte, es indispensable nombrar el caso de Debora Mundani, quien en El río (Corregidor,2016). su tercera novela, retoma el espíritu central de Haroldo Conti: un escritor marcado por el fuir del río. «Es verdad que el río Paraná puebla las narraciones de Conti como un personaje más, sublevado, imprevisible y a veces fatal», comentaba la autora a Daniel Gigena en una completa nota publicada en La Nación durante el año 2016.
Con respecto a la posibilidad de crear una obra literaria por fuera del ámbito porteño, Conti ocupa el mismo lugar para muchos escritores que Manuel Puig o Juan José Saer, a pesar de su diferencia de estilos. Ambos autores permitieron contar otro tipo de relatos, que al mismo tiempo, incluyen a otros personajes con sus ritmos particulares, propios de pueblos y ciudades que respiran a una velocidad más relajada que en la Ciudad de Buenos Aires. Dentro de la literatura actual, el caso de Hernán Ronsino es un ejemplo de ese rescate. El propio escritor, nacido en Chivilcoy, suele nombrar al autor de Sudeste, como uno de sus referentes iniciáticos, algo que se puede leer en profundidad en Notas de campo (Excursiones, 2017).
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«Sobre la influencia de Conti en las narrativas actuales habría que pensar si sobrevive o no. Él era un escritor muy sútil a la hora de narrar y creo que eso sobrevive en la actualidad«, comenta el escritor y docente literario Ariel Bermani a La Primera Piedra. Sin embargo, el ganador del Premio Emecé en el año 2006 por su novela Veneno, destaca que no ve una mayor recuperación de la obra del autor en lo que al trabajo con el río se refiere dentro de la narrativa actual.
La figura del escritor desaparecido y una obre interrumpida
Ahora bien, pese a estas marcas notorias de Conti en la actualidad, de la cual solo nombramos dos ejemplos, se puede pensar a su carrera literaria como una obra interrumpida, en donde la figura de autor desaparecido opaca su propia producción. «Conti es un desaparecido, y eso tiene mucho peso. A diferencia de Rodolfo Walsh, que también es desaparecido, en su literatura hay un trabajo con el lenguaje que se mantiene más actual, en cambio Conti era más tradicional«, destaca Bermani.
En esa misma dirección, complementa: «Su figura de desaparecido tal vez esté por encima que su figura de escritor, en el sentido que la figura del escritor desaparecido volvió a ser fuerte en Argentina por suerte. Ahí también se introduce Walsh, a Paco Urondo también». «Su figura va más allá de su obra. Hay un devenir en su literatura en la búsqueda de la aventura que es interesante, algo que puede quedar en el futuro», cierra Bermani.
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Cabe destacar que Conti alcanzó el reconocimiento en vida: en 1966 recibió el Premio Universidad de Veracruz (México) por la novela Alrededor de la jaula y en 1971, su novela En vida gano el Premio Barral en España. Apenas 5 años después de ese reconocimiento internacional, un grupo de tareas de la dictadura cívico militar lo secuestró en la Ciudad de Buenos Aires, durante la madrugada del 5 de mayo. Conti formaba parte del PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores», en onde integraba una célula de trabajadores de la cultura junto a otros referentes, como el poeta Roberto Santoro. Este grupo ya había advertido lo que ocurría en la Argentina durante los tiempos de la Triple A y sus nombres figuraban en las listas negras. Conti viajó a denunciar lo que sucedía en el país a Perú en 1975 y tuvo que volver como clandestino, según relata el intelectual Luis Mattini.
En definitiva, el paso del tiempo no parece ser justo con la obra de Conti, aunque sí con su militancia, la cual él priorizó en un determinado momento. La suerte de la literatura es que siempre está preparada para volver a entrar en escena y los libros de Conti tienen materia prima para ser aprovechada. Después de todo, el río nunca se detiene y, por ende, nunca es el mismo. De eso el autor de Sudeste, sabía de sobra.