La ópera prima de María Alché construye un relato intimista en torno a la figura de Marcela, una mujer de familia con una vida peligrosamente apacible y en pleno duelo por la muerte de su hermana. La atmósfera veraniega y asfixiante remite al mejor cine de Dolan y envuelve a todos los personajes en ese espacio difuso que se crea en el pasaje de lo cotidiano a lo trascendental. El guión de Familia sumergida encuentra toda su potencia en la destreza de Mercedes Morán y en un elenco destacado que incluye a Esteban Bigliardi, Marcelo Subiotto, Claudia Cantero y Diego Velázquez.
En una entrevista reciente, Mercedes Morán señalaba con cierto estupor que Familia sumergida es una de esas películas cuyo formato no permitiría su realización el año próximo. «Son películas que necesitan subvención, apoyo, y los recortes en cultura y en el INCAA son muy grandes. Estas son las películas que primero lo sufren, y generalmente son las que nos representan en el exterior», aseguró la actriz que en lo que va del año ya participó en cuatro proyectos de las más diversas escalas y perfiles: por un lado El Ángel (Luis Ortega) y El amor menos pensado (Juan Vera), dos de los tanques taquilleros de los últimos meses; por otro, Sueño Florianópolis (Ana Katz) y Familia Sumergida (María Alché), dos películas con la impronta personal de sus realizadoras.
El diagnóstico de Morán es muy certero: la de Alché es una película pequeña en su estructura, con una cuidada realización y una profunda mirada de autor(a) que requirió el apoyo de cuatro países co-productores: Argentina, Brasil, Alemania y Noruega. Esas cualidades le valieron el premio Horizontes Latinos en la 66º edición del Festival Internacional de San Sebastián.
Marcela (Mercedes Morán) está atravesando el duelo por la muerte de su hermana y una parte de sí parece haberse ido con ella. En medio de esa transición, su fragilidad pendula entre dos mundos: lo cotidiano y lo trascendental, la vida llana y lo irreversible de la muerte. Por un lado debe consolar a su hija mayor tras las peleas con su novio, ayudar a su hijo con los exámenes de febrero o atender los reclamos de otra de sus hijas por no haberse podido ir de vacaciones; por otro, debe enfrentar la ausencia y vaciar la casa de la difunta, repartir algunas cosas y desechar otras.
La composición de personaje en manos de Mercedes Morán es maravillosa: ella logra encarnar esa sutil mixtura entre la decadencia, la resignación, el dolor y la pequeña llama de esperanza que aparece cuando se encuentra casi por azar con Nacho (Esteban Bigliardi), un amigo de su hija dispuesto a colaborar en ese tránsito. Con él Marcela descubre nuevos aires y se atreve a salir por un momento de esa cotidianidad que la oprime entre las cuatro paredes de su departamento, donde la exasperante superposición de voces podría llevarla directo al desquicio.
El diseño sonoro de Julia Huberman y la dirección de fotografía en manos de Helene Louvart son elementos para destacar porque contribuyen a crear esa atmósfera veraniega y asfixiante que envuelve el relato y nos remite al mejor cine de Xavier Dolan o al clima de Interiores (Woody Allen). María Alché logra retratar los matices de un período tan misterioso como ambiguo: el duelo. ¿Cómo continúa la vida cotidiana cuando irrumpe algo tan radical como la muerte? ¿Cómo seguir con los ritmos propios de la rutina cuando queda un vacío en el alma?
La película de Alché por momentos ingresa a interesantes zonas oníricas e incluso sobrenaturales, pero pierde algo de su pulso al abrir demasiadas puertas y plantear virajes repentinos, cambios de tono, de color (el contraste es abrupto en las escenas de viaje y en aquellas donde aparecen los ancianos). Decidirse por un camino a veces lo es todo. La proyección de la protagonista en sus antepasados más «irreverentes» es un buen punto para comprender su propio inconformismo. ¿Hay otras vidas posibles? La escena final es de las mejores pero no diremos mucho más para no mitigar sus efectos: la frescura del joven Federico Sack, y las breves pero contundentes apariciones de Marcelo Subiotto y Diego Velázquez sin dudas enaltecen esta pieza. ¡Apoyemos al cine argentino y roguemos que este tipo de propuestas puedan seguir realizándose!