Como todos los años, el Encuentro Nacional de Mujeres se caracterizó por su masividad y su clima festivo ante el poder de la organización feminista. Sin embargo, no faltaron las reacciones machistas de los sectores a quienes les incomoda el grito por la libertad, ni tampoco el disciplinamiento mediante la represión, los insultos, las amenazas y el blindaje mediático. ¿Qué es lo que molesta tanto del feminismo? (Foto: Página/12)
A la ciudad de Trelew llegaron más de cincuenta mil mujeres de distintos puntos del país. La provincia de Chubut se tiñó de verde y violeta para dar lugar a un encuentro cruzado por el debate, mientras las violencias machistas se multiplican de forma cotidiana, en especial en un contexto de ajuste y represión. Este espacio de construcción feminista, demostró un año más ser una experiencia de organización política única en el mundo, en el que se entablaron diálogos para hacer frente a las avanzadas que buscan quitar los derechos y obstaculizar las conquistas de un movimiento en expansión. El clima festivo acompañó el encuentro y a la marcha más grande en la historia de la provincia, que se fue engrosando a medida que la marea llenaba las calles de Trelew.
Como ya es habitual varios medios de comunicación – locales y nacionales – eligieron ignorar la importancia de los feminismos organizados. Nada se habló de la necesidad de las reflexiones, de la importancia de la denuncia para visibilizar las desigualdades, ni de lo que representa que sean cada vez más quienes alcen la voz.
Meses de trabajo para lograr que el evento se realizara en lo que fue el punto más austral en la historia de los encuentros rindió sus frutos. Se tejieron redes para reforzar estrategias y empoderarse y se realizaron actividades más que enriquecedoras. Sin embargo – y como ya es habitual – varios medios de comunicación – locales y nacionales – eligieron ignorar la importancia de los feminismos organizados. Nada se habló de la necesidad de las reflexiones, de la importancia de la denuncia para visibilizar las desigualdades, ni de lo que representa que sean cada vez más quienes alcen la voz. En su lugar, cuando no recurrieron al silencio, buscaron potenciar el odio o el miedo, llamando a la personas a “quedarse en sus casas” y “hacer compras anticipadas”, o a hablar de la “sospecha de bombas molotov”.
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Un fantasma que pareció preparar el escenario para los hechos que llegaron después: la represión que, al igual que en Mar del Plata y Rosario – sedes de los encuentros en 2015 y 2016 -, terminó con detenidas y heridas al final de la marcha. Tal como se informa en Página/12, durante la desconcentración, un operativo de alrededor de doscientos policías avanzó sobre un grupo de al menos cincuenta personas con gases lacrimógenos y balas de goma. Hubo un total de diez detenciones, realizadas por policías de civil, tal como se registran en distintas fotografías de prensa. Dos eran periodistas que se encontraban cubriendo la movilización. Cinco mujeres fueron derivadas al hospital zonal de Trelew con heridas en la cabeza. “Nos detuvieron de civiles. No se identificaron. Nos reventaron a patadas, nos cagaron a palos”, denuncia en Página/12 Alicia María Fencel, una de las detenidas.
La fuerte presencia policial fue funcional a la represión. El primer día del encuentro, la Comisión Organizadora denunció mediante un comunicado robos y agresiones sufridas por varias mujeres en el barrio Amaya, en las afueras de Trelew.
La fuerte presencia policial fue funcional a la represión. El primer día del encuentro, la Comisión Organizadora denunció mediante un comunicado robos y agresiones sufridas por varias mujeres en el barrio Amaya, en las afueras de Trelew. Allí, la escuela Nº 174, en donde se hospedaban tres delegaciones de la provincia de Buenos Aires, fue atacada a piedrazos. También fueron robadas mochilas, bolsos y colchones inflables. Aunque se pidió a la Comisaría de la Mujer que se custodiara la zona, no hubo una respuesta efectiva. Desde la Comisión, también se denunciaron “abusos de las requisas por parte de la Gendarmería” en varios de los micros que viajaron hacia el encuentro, así como también el incumplimiento de las autoridades provinciales y locales de acuerdos políticos, como la gratuidad del transporte público.
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De acuerdo a lo comunicado por la Comisión, el hostigamiento hacia las participantes del encuentro se dio también en otros puntos de la ciudad. No faltaron tampoco los insultos y las reacciones misógicas y agresivas ante la mera presencia de las mujeres en la ciudad. Sin ir más lejos, las periodistas Mariana Carbajal y Luciana Peker relataron en una crónica que, mientras caminaban por la calle les gritaron «conchudas». Todos estos hechos no hacen otra cosa que dejar en evidencia lo que se repite de forma cotidiana ante cada nueva manifestación de lucha feminista: la incomodidad de ante la organización de las mujeres. La necesidad de querer disciplinar a toda búsqueda de autonomía que desarme el orden establecido.
Todos estos hechos no hacen otra cosa que dejar en evidencia lo que se repite de forma cotidiana ante cada nueva manifestación de lucha feminista: la incomodidad de ante la organización de las mujeres.
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Como se puede ver de forma constante desde que el feminismo ha cobrado cada vez más presencia en la agenda social y mediática, que las mujeres se organicen y se atrevan a alzar la voz, a correrse del lugar culturalmente asignado es algo que molesta. Y el Encuentro es quizás una de las máximas expresiones de esta organización: la posibilidad de expandirse fuera de los límites de la política tradicional que no contiene las demandas y la demostración de que el camino para desandar las violencias es irreversible.