Feminismo para Jóvenas. Ahora que sí nos ven (Chirimbote, 2018) es un libro que da cuenta de un factor fundamental en el cambio de época que la sociedad está atravesando: el protagonismo de las generaciones más jóvenes. Los más de cuarenta relatos compilados por Nadia Fink y Laura Rosso e ilustrados por Emiliano «Pitu» Saa y Nicolás «Sipe» Pesin, muestran que son cada vez más los y las adolescentes que toman conciencia de las opresiones, tejiendo redes para refugiarse y deconstruir lo establecido.
La expansión del feminismo vino a romper las estructuras sobre las que sociedad machista descansaba cómodamente. Cuestionar el sentido común fue parte de un trabajo permanente de los movimientos de mujeres, lesbianas, travestis y trans que vienen luchando por derechos oprimidos históricamente hace años. Sin embargo, fue en el último tiempo, y particularmente desde la primera marcha por Ni Una Menos, que la conciencia rompió círculos académicos y militantes tradicionales para expandirse a ámbitos que en otro momento hubieran sido impensados. Feminismo para jóvenas. Ahora que sí nos ven (Chirimbote, 2018) da cuenta de este cambio fundamental para la época, reuniendo las voces y testimonios de una nueva generación que ya no está dispuesta a callar.
En un trabajo que comenzó el 8 de marzo luego del Segundo Paro Internacional de Mujeres y terminó de gestarse en la vigilia del 13 de junio por el aborto legal, Nadia Fink y Laura Rosso recopilaron más de cuarenta textos escritos por jóvenes estudiantes, periodistas y militantes que forman parte activa de lo que se popularizó como “la revolución de las hijas”.
En un trabajo que comenzó el 8 de marzo luego del Segundo Paro Internacional de Mujeres y terminó de gestarse en la vigilia del 13 de junio por el aborto legal, Nadia Fink y Laura Rosso recopilaron más de cuarenta textos escritos por jóvenes estudiantes, periodistas y militantes que forman parte activa de lo que se popularizó como “la revolución de las hijas”. Sus historias en primera persona son solo un pantallazo de lo que generó la acumulación de conciencias: un camino en el que todo lo que era dado como natural comenzó a deconstruirse desde edades cada vez más tempranas. Así, temas que antes no eran siquiera mencionados ahora son puestos en discusión por iniciativa propia, tanto en el espacio público como en el privado.
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“Los niñxs, con las puertas abiertas a saberse libres, a tomar modelos históricos de mujeres, lesbianas y trans aguerridas, creativas, potentes, sensibles y revolucionarias se sacaron los moldes de sumisión y uniformidad que les ofrecía el mercado de una sola oportunidad, un solo cuerpo, una sola sexualidad, una sola opción vital”, afirma Luciana Peker en el prólogo. Esta es la idea que se puede encontrar en la base de cada relato, donde sus protagonistas exploran una multiplicidad de ejes, como el significado que tuvo el feminismo para sus vidas, la deconstrucción de estereotipos, la revisión del concepto del amor, la identidad de género, los micromachismos, los tabúes que pesan sobre los cuerpos y la lucha por la legalización del aborto. Todo atravesado por la reconfiguración de las relaciones que quebraron los límites machistas y están en ahora en constante cambio.
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“Apalabramos lo silenciado, nombramos lo desautorizado”, dice por ejemplo, Camila Suárez, autora de uno de los textos. Una premisa que recorre el libro desde un principio: la certeza de vivir en un momento histórico en el que es posible hablar de las violencias y las desigualdades que hasta hace un tiempo era ignoradas, saber que los reclamos tienen un efecto multiplicador. Cada relato pone en juego la propia experiencia, las injusticias sufridas, el proceso irreversible gracias al que las autoras y autores se “sacaron la venda de los ojos” para desandar lo que les fue inculcado incluso desde las primeras etapas de su educación. Ponen en evidencia la disputa con las formas de poder que niegan toda posibilidad de disfrute por fuera de los márgenes de una sociedad heternormativa.
Cada relato pone en juego la propia experiencia, las injusticias sufridas, el proceso irreversible gracias al que las autoras y autores se “sacaron la venda de los ojos” para desandar lo que les fue inculcado incluso desde las primeras etapas de su educación.
Los testimonios están unidos también por la fuerza del empoderamiento colectivo al trazar líneas invisibles que tejen redes de contención ante las opresiones. “Nos conmovimos más de lo esperado en Ni Una Menos porque nos mostró que, si bien ya sabíamos lo desigual de nuestro mundo, no tanto el potencial que teníamos”, cuenta Ofelia Fernández, ex presidenta del Centro de Estudiantes del Colegio Carlos Pellegrini. Como varios textos lo mencionan, es precisamente en las calles en donde se construyen estos vínculos que resignifican los espacios y hacen de cada acto contrario al sistema una decisión política. En este sentido, socializar las vivencias personales y grupales es una forma de reconocerse y encontrarse, de reflexionar críticamente.
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Feminismo para jóvenas es así un libro que surge al calor de una transformación histórica para nuestra sociedad: el de generaciones de chicos y chicas que se están formando con el feminismo como guía y que se niegan a aceptar el disciplinamiento del orden machista. Voces que se expanden, reclaman derechos y rechazan las formas del poder adulto, haciéndose un lugar cada vez más grande, renovando los movimientos y dejando en claro que lo que se creía inamovible está siendo derribado.