Abuelas de Plaza de Mayo anunció en la mañana de este viernes el encuentro del nieto 128. Tras la inmensa alegría que estas noticias generan en un pueblo que no abandona la lucha por la memoria, verdad y justicia, el organismo de derechos humanos brindó la conferencia de prensa habitual para contar los detalles de la historia de una nueva identidad que se recompone, la de Marcos Eduardo Ramos. Más de 42 años después de su apropiación, un nuevo nieto vuelve a encontrar un poco de verdad ante el dolor que la dictadura cívico-militar marcó en la historia argentina.
Abuelas de Plaza de Mayo anunció el encuentro de un nuevo nieto. Una nueva historia de restitución de una identidad apropiada en el marco del genocidio que aún sigue persistiendo en el país, principalmente, porque aún quedan más de 300 personas que no conocen su verdadera historia. Una alegría que se suma a un listado de 128 encuentros y abrazos entre abuelas y abuelos con sus nietas y nietos.
El nieto 128 vivió durante 42 años con otra identidad. Tal como se pudo conocer en la conferencia de prensa brindada por el organismo de derechos humanos su nombre es Marcos y es hijo de Rosario del Carmen Ramos, activa militante del PRT. Él nació en San Miguel de Tucumán, donde junto a su madre ambos fueron secuestrados. Con casi cinco meses de vida, fue apropiado y separado de su familia.
Rosario nació el 6 de octubre de 1948 en El Diamante, Santiago del Estero. En Tucumán se casó con Ismael Amado Suleiman, con quien tuvo a sus dos primeros hijos. Luego de separarse de su marido, fue secuestrada dos veces: a principios de 1976 y luego en noviembre de ese mismo año en operativos ilegales en la capital tucumana. Entre ambos secuestros nació su tercer hijo, Marcos Eduardo Ramos, el 9 de junio de 1976. Al momento del secuestro de su madre, Marcos fue llevado a una casa quinta ubicada en Tafí Viejo con Ismael, uno de sus hermanos.
En 1999, Ismael se acercó a la Comisión Nacional por el Derecho a la identidad (CONADI) y relató los hechos que había vivido en 1976: que había sido secuestrado junto a su hermano y su madre y que nunca más supo nada de ellos. Recién en 2013, tras años sin saber la verdad, se recibió una denuncia que señalaba a un joven como hijo de desaparecidos, que había sido apropiado por una persona imputada por crímenes de lesa humanidad en la provincia de Tucumán. Estos datos fueron entregados al Ministerio Público Fiscal y tras verificar la información, se derivó la investigación a la Fiscalía Federal N° 1 y a la Oficina local de la Procuraduría de Crímenes Contra la Humanidad de Tucumán, quienes a su vez dieron intervención al Juzgado Federal Nº 1 de la provincia
De esa forma, se pudo dar con el paradero de Marcos, quien accedió voluntariamente a realizarse los exámenes de ADN en el Banco Nacional de Datos Genéticos, luego de que el juez ordenara tomar las respectivas muestras. El nieto 128 conoció la noticia en el día jueves 2 de agosto y ya se encontró con su familia, con la que de a poco irán reconstruyendo su historia e identidad.
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El nieto 128 es la segunda persona restituida en la provincia de Tucumán. En el documento leído por el organismo señalaron: «Las fosas comunes descubiertas e investigadas allí en las que se identificó a más de un centenar de desaparecidos y desaparecidas, junto a la comprobación de la existencia de un capítulo local del plan sistemático de apropiación de niños y niñas, vuelven a colocarla ante la evidencia del horror. El caso de Marcos debería contribuir a acabar con el negacionismo, la justificación y el olvido que subsisten en parte de la sociedad y, en particular, en Tucumán. También, demuestra la importancia de fortalecer a los organismos que desde el Estado intervienen en el esclarecimiento de estos delitos de lesa humanidad».
La conferencia, cargada de emoción y alegría, como suele suceder con cada nuevo nieto que se encuentra señaló un pedido necesario e indispensable para seguir recuperando historias, la ayuda de toda la sociedad: «La restitución de Marcos es fruto de datos nuevos a los que nunca habíamos accedido. Nuestros nietos y nietas pueden estar en cualquier rincón. Cualquier información, por insignificante que pueda parecer, quizá resulte la pieza faltante para dar con uno de ellos. Lejos de hacer daño o meterse en asuntos privados, serán protagonistas de sanar parte de la historia de nuestro país que aún duele. Los nietos y nietas lo agradecerán. Y aunque muchas Abuelas ya no estén, las familias, motorizadas por su lucha, podremos lograr ese abrazo postergado».
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