Sintético y musical, el poemario Soslayo (Modesto Rimba, 2018) de Romina Freschi propone un interrogante: ¿cómo pararse frente a la vida? La cuestión, parece decir la autora, se transforma si lo que cambia es la perspectiva desde dónde se mira lo que sucede. A partir de una apuesta por la sonoridad de las palabras y las formas del lenguaje, este libro es tan confesional como universalizable.
Sobre la autora
Romina Freschi nació en Buenos Aires en 1974. Publicó, entre otros, los libros de poesía Redondel (1998), El-pE-Yo (2003), Juntas (2014), Eco del Parque (2016) y Todas cuerdas (2017). Creó y dirigió la revista Plebella. Forma parte del proyecto Juana Ramírez editora. Es docente de escritura, literatura y filosofía en ámbitos universitarios y de creación.
La cuestión de la perspectiva
«Miedo de la memoria, miedo ancestral/ miedo que estabas/ en el pasado y regresás», escribe Romina Freschi en uno de los primeros poemas de Soslayo (Modesto Rimba, 2018), donde la espacialidad y el tiempo se recorren a partir de la sensibilidad propuesta por la autora. Ante una vida «desordenada, apurada, ambiciosa/ tosca y que no alcanza, mayormente», este poemario propone un cambio de perspectiva para un entendimiento mayor de las circunstancias, las cuales muchas veces se rehúsan a tener una mínima explicación.
A partir de un tono confesional y franco, Soslayo puede ser pensado como una respuesta universalizable a partir del autorretrato, donde la actitud de mirar de reojo lo que pasa no es sinónimo de indiferencia o alejamiento, sino que representa un cambio de enfoque, una apuesta a una perspectiva diferente. Tal como remarca Liliana Ponce en el prólogo del libro, «la secuencia de estos textos se instala en la exposición íntima, en la descripción de estados del yo, en muchos casos, en tono casi confesional y de desnuda franqueza». «Se trata de tratar/ la velocidad de lo impune/ abreva en el mismo hoyo», escribe por su parte Freschi en «La escarcha de los polos».
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Existe una pregunta central en Soslayo y es la de cómo pararse frente a la vida, en qué momento frenar y ver lo que (nos) sucede. El camino que parece elegir Romina Freschi en este libro es el de apostar por las formas del lenguaje, haciendo uso de la musicalidad de las palabras para que esa nueva partitura se abran sentidos que puedan acercar algún significado nuevo. Un ejemplo claro de eso: «Es en la distracción el soslayo/ sol playo, disco lámina rayo/ no siempre verde/ horizonte/ impacta en el pecho/ su radiación»; o también: «Jamás la prefigura/ será la figura/ jamás la figura/ será la figuración// figurancia, errancia sin ancla».
De esta manera, en el «imposible equilibrio/ en el asumir un rol/ como un don», Freschi comprueba que a partir de un estilo confesional también se pueden encontrar respuestas y, sobre todo, dudas universalizables, más aún si se tiene en cuenta que habitamos un mundo repleto de universos de sentido. Así, lo que se no se dice acecha en cada uno de los versos, porque el poder de síntesis al que apela la autora es consciente de que deja más por decir. Es el lector quien deba asumir ese riesgo: mirar de soslayo unas palabras que apuntan directamente en su dirección.
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