«Hay momentos de viajes musicales que son muy profundos; más allá de las canciones hay un ensamble instrumental muy lindo», señala Martín Reznik, voz y líder de la banda El Gnomo & La Filarmónica Cósmica, en relación al nuevo disco de la banda en formato trío denominado «Futuro» que se presentará el 19 de julio en el CAFF. La situación actual, las formas de componer y la relación con la escena musical de las últimas décadas en la siguiente entrevista. «En la música argentina hay una calidad compositiva que es alucinante. Creo que tenemos una herencia musical muy zarpada», sentencia. (Fotos: Caos Producciones)
Primeros pasos y referentes
— ¿Cómo fue tu acercamiento a la música?
— Mi primer acercamiento fue de muy chico, escuchando música en casa: Beatles, Charly, María Elena Walsh. Cuando tenía 7 u 8 años me regalaron un tecladito y ahí sacaba melodías. Un día vi por la tele una canción de Queen traducida, y al ver la letra se me ocurrió que podía escribir algo propio. En casa había una guitarra que era de mi viejo, así que aprendí un par de acordes y compuse un tema. Después armé una banda en la primaria, tocábamos en los recreos y reclutábamos gente que ni siquiera tocaba instrumentos. Ya a los 15 años me regalaron una guitarra eléctrica y empecé a tomar clases. Terminé la secundaria y fui a estudiar a una escuela de música; después la dejé para estudiar con profes particulares. Lo siguiente fue grabar, y en el 2003 saqué mi primer disco.
— ¿Cuáles son tus principales referentes en el mundo de la música?
— Los clásicos: Beatles, Lennon, Charly, Spinetta, Mateo. Cuando era chico me gustaba mucho el rock progresivo también, lo psicodélico. Coltrane, Gismonti, Eric Satie.
Para mí lo más importante es que la música esté buena; puede estar grabada con pocos recursos técnicos, pero si llega y tiene un sentido, si hay algo para decir… Yo me fijo más en eso, aunque también soy quisquilloso con el tema del audio.
— ¿Cómo fue armar tu primer proyecto como solista?
— Mi primer disco (El disco del gnomo) fue muy lindo porque era una etapa de mucho juego. Yo venía de años de estudiar música, escribir canciones e intentar armar bandas, pero nunca se había terminado de concretar. En esos años hice un viaje en el que conocí a algunos de los chicos que hoy forman parte de Onda Vaga. En ese momento ellos tenían una banda que se llamaba Doris y estaban escuchando la mezcla de su primer disco; estuvimos dos o tres semanas en una casa en Brasil y a mí me impactó mucho ver que otros chicos de mi edad ya habían grabado un disco. Cuando volví de ese viaje conseguí una portaestudio, un micrófono, algunos instrumentos y me puse a grabar. Estuvo re bueno porque lo hice con mucha inocencia, sin presiones de nadie. Fue experimentación total y un gran descubrimiento; había cosas que yo ni siquiera sabía que podía hacer.
— En ese sentido, ¿qué tanto se modifica la creación de los músicos con todos los recursos tecnológicos de los que disponen hoy?
— Yo no soy de usar mucho programas musicales para manipular la música -ableton, u otros. Son re interesantes; hubo un tiempo en que me copé y empecé a utilizar eso para la composición. Pero en ese sentido soy más clásico: intento buscar la canción en el instrumento, la melodía, la letra y después ver cómo puedo producirlo. A la hora de grabar, hoy tenés muchas posibilidades de hacer arte, incluso con un teléfono. El otro día hablaba con un amigo y él me preguntaba si los recursos funcionaban como limitante o los límites se transformaban en recursos. Para mí lo más importante es que la música esté buena; puede estar grabada con pocos recursos técnicos, pero si llega y tiene un sentido, si hay algo para decir… Yo me fijo más en eso, aunque también soy quisquilloso con el tema del audio.
Los desafíos de ser independiente
— ¿Te definís como músico independiente? ¿Qué desafíos supone eso?
— Sí. ¿Qué voy a ser? (Risas). Soy un músico independiente. Creo que hoy somos todos músicos independientes. Hay algunos sellos y estructuras que se arman y, llegado el caso, te pueden dar una mano, pero el músico es esencialmente independiente. Hoy los sellos perdieron peso y todo se maneja a través de YouTube y las redes sociales; quienes son inteligentes con estas herramientas pueden llegar a tener mucha llegada. También hay un factor económico que hace la diferencia en relación a las redes.
Creo que hoy somos todos músicos independientes. Hay algunos sellos y estructuras que se arman y, llegado el caso, te pueden dar una mano, pero el músico es esencialmente independiente. Hoy los sellos perdieron peso
— ¿Qué tan difícil creés que es vivir de la música?
— Creo que es difícil vivir en este momento, en cualquier sentido. Con la música se puede viajar, yo que sé. Hay cosas que tienen más llegada y otras que no, hay gente muy ordenada y trabajosa que tiene más posibilidades. Pero no es un país en el que se pueda vivir fácilmente de la música; tengo muy pocos amigos que lo han logrado. Creo que se puede pero es muy difícil, y justamente es eso lo que eleva la calidad artística, porque para vivir de esto tenés que ser muy bueno o hacer algo comercial. En la música argentina —y particularmente en el rock— hay una calidad compositiva que es alucinante. Para mí la escuela de rock de los ’70 de acá está al mismo nivel de las bandas que se escuchan en todo el mundo; con muchas más limitaciones se hacían discos increíbles. Creo que tenemos una herencia musical muy zarpada.
— Pensando en lo que señalabas antes de los limitantes, ¿ser músico independiente funciona como un límite o como una posibilidad de experimentación permanente?
— Creo que los límites que te vas cruzando en la vida van haciendo que tu música tome formas inesperadas. El disco que va a salir ahora, por ejemplo, surgió de un encuentro con Alexey -Musatov, en violín- y con Manu -Careter, en bandoneón- en un momento determinado de mi vida: yo me estaba recuperando de una lesión en el oído y no podía escuchar frecuencias fuertes. Ellos me propusieron tocar, nos empezamos a juntar y fue hermoso lo que surgió ahí. A mí nunca se me hubiera ocurrido grabar un disco con violín y bandoneón. Esos eran encuentros dedicados a generar algo lindo, tanto musical como humano.
Origen, presente y Futuro
— ¿Por qué este disco lleva por título Futuro?
— Cuando terminé el último disco empecé a poner todos los bocetos nuevos en una carpeta en la computadora. Esa carpeta se llamaba “Futuro”. Mi forma de componer es improvisando, entonces boceteo cuando estoy inspirado; después lo escucho y voy recortando, clasificando. Esa carpeta estaba llena de bocetos que generalmente ya tenían la melodía y alguna partecita de la letra. Todo iba a parar a “Futuro”, que se transformó en una carpeta enorme. Después quedaron siete temas. Además, me gusta la palabra “futuro”; creo que evoca algo lindo.
— ¿Cómo fue el proceso de composición?
— A partir de 2012 viví distintas experiencias sensitivas que me generaron momentos de inspiración muy fuertes. De esos procesos salieron temas como “Computadora”, “Ánima” o “Fieras”. Son canciones que fui eligiendo porque me gustaba cómo sonaban con el trío, pero en realidad ya las tenía. En Futuro hay un tratamiento del audio exquisito que estuvo a cargo de Nico Pestarino, quien se encargó de la mezcla. El máster lo trabajó Andrés Mayo.
— ¿Qué tanto se modificaron las canciones que vos tenías en la cabeza cuando llegaron a las manos de los músicos?
— En realidad encajó todo bastante bien; fue re loco eso. Busqué canciones que imaginaba que podían funcionar con el trío, pero después se dio todo de manera muy orgánica. El trabajo del disco está sostenido fundamentalmente en el trío: guitarra, violín y bandoneón. Los chicos no querían que hubiese otros instrumentos, pero a mí me parecía que estaba bueno sumar otras sonoridades en el disco, para que haya más riquezas tímbricas y para que pudieran lucirse ciertos pasajes de las canciones.
— ¿Cómo elegiste a los invitados?
— Onda Vaga participa en “Libertad”, Pablo Dacal canta en “Viajo”, Ezequiel Borra hace coros en “Computadora” y Minco hace coros en “Pajaritos”. Después está Nacho Long en contrabajo, Facu Flores en bombo y Julián Gándara grabó cellos para “Vida de sueños”. Los convoco a cada uno porque me imagino a tal persona en un tema, y por suerte terminó funcionando.
— ¿Qué expectativas tenés para la presentación de Futuro?
— La idea es hacer un concierto con todos los temas del disco y después sumar el bajo, la eléctrica y un poco de percu para tocar temas de otros discos. La idea es hacer un concierto que sea lo mejor posible, tratar de dar lo mejor y que la gente pueda ver un show de música y flashee. Los chicos tocan muy bien y en vivo se genera algo muy lindo: es música para escuchar, para disfrutar y conectar con el sonido. Hay momentos de viajes musicales que son muy profundos; más allá de las canciones hay un ensamble instrumental muy lindo. Además va a ser en el CAFF, un lugar que está buenísimo y es muy emblemático.
Tengo muchas ideas, una de ellas es hacer un disco que suene a rock nacional, a los discos de Charly, Fito y Spinetta en los ’80. Me gusta mucho ese sonido; me gustaría hacer algo que estéticamente vaya por ahí.
— ¿Qué valor agregado tiene la música en vivo? Aún con la gran oferta cultural en plataformas sigue siendo irremplazable la experiencia de música en vivo.
— Sí, claro que sí. Propuestas de música en vivo hay miles y todos los días, desde una casa a un concierto en un teatro. Esta ciudad está llena de cosas. En nuestro caso el disco tiene un laburo que está bastante logrado con respecto a lo que sucede en vivo, pero escucharlo en vivo es otra cosa y no sé si vamos a tocarlo muchas veces más.
— ¿Cómo va a seguir este camino?
— No sé. Ya estuve grabando algunas cosas nuevas, y tengo muchas ideas y canciones para discos diferentes, una de ellas es hacer un disco que suene a rock nacional, a los discos de Charly, Fito y Spinetta en los ’80. Me gusta mucho ese sonido; me gustaría hacer algo que estéticamente vaya por ahí. Es algo que me gusta mucho y nunca hice todavía. También me imagino un disco más cercano al rock progresivo de los ’70 sumando el violín y el bandoneón. Como suele suceder lo próximo va a estar ligado a los encuentros que se den con los músicos que tengan ganas de sumarse a una nueva experiencia, es preferible partir de esa base y no tratar de imponer una idea pre-establecida. Hoy me siento muy contento con el resultado de Futuro: creo que las letras hablan de cosas profundas y a nivel musical estoy muy feliz. Hay una esencia común con la Filarmónica, y creo que es un disco maduro donde se han profundizado las búsquedas de los discos anteriores pero con un nivel de síntesis divino. Es un disco con espacio sonoro, muy físico y generoso con el oyente. Me parece que hay cierta madurez que sólo llega con los años.