Desde que el proyecto por la legalización del aborto obtuvo media sanción en la Cámara de Diputados, las reacciones de quienes se oponen se intensificaron. Estrategias organizadas para amedrentar a los legisladores, ataques físicos y verbales a toda persona que se expresa a favor y difusión de materiales en las aulas son solo algunas de las acciones que se multiplican a lo largo del país en lo que se puede ver como una campaña «anti aborto». (Foto: Nadia Díaz)
Luego de que la ley de interrupción voluntaria del embarazo obtuviera media sanción en Diputados, la reacción de los sectores más conservadores se intensificó. Recrudecieron las amenazas, los insultos y las tácticas para desinformar sobre un derecho fundamental de las personas gestantes. Se observó no solo en las exposiciones del Senado – donde en muchos casos se insistieron argumentos ya desmentidos en Diputados -, sino también en los pasillos del Congreso, en las calles, establecimientos públicos, escuelas y hospitales.
Los esfuerzos están puestos en amedrentar y silenciar a quienes se manifiesten a favor de la ley, y a presionar a los legisladores con algo más que muñecos de silicona que simulan fetos en ataúdes, como sucedió antes de la votación del 13 de junio.
Los esfuerzos están puestos en amedrentar y silenciar a quienes se manifiesten a favor de la ley, y a presionar a los legisladores con algo más que muñecos de silicona que simulan fetos en ataúdes, como sucedió antes de la votación del 13 de junio. Son varios quienes ya fueron hostigados de forma anónima, como el senador neuquino Guillermo Pereyra, que declaró en una entrevista haber recibido mensajes amenazadores en los que se hacía referencia al riesgo que correría la vida de su nieto en caso de votar a favor de la legalización del aborto.
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Las jerarquías eclesiásticas reforzaron sus estrategias instando a manifestarse en contra de la ley. En Córdoba, por ejemplo, los obispos publicaron una carta en la que comparan la legalización del aborto con una dictadura, en línea con el discurso del presidente del Episcopado, Oscar Ojea, durante la denominada «Misa por la Vida» realizada en Luján el pasado 9 de julio. «No es cierto que vos podés hacer lo que quieras y que a nosotros no nos debe importar», dijo en esa ocasión. De la misma forma que ya sucedió con otras leyes, como la del matrimonio igualitario, tampoco faltó la amenaza de excomulagar a los legisladores que voten a favor. Así lo difundió Rafael Blanco, cura de la ciudad Resistencia de la provincia de Chaco.
Muchos colegios católicos comenzaron a repartir folletos en los que se compara a la interrupción del embarazo con el holocausto con imágenes cruentas, se impulsa una política contra le educación sexual integral y la anticoncepción y se niega la existencia del aborto seguro
La cruzada contra el aborto también se encuentra presente en escuelas católicas de todo el país. De acuerdo a lo relatado por Infobae, muchos colegios comenzaron a repartir folletos en los que se compara a la interrupción del embarazo con el holocausto con imágenes cruentas, se impulsa una política contra le educación sexual integral y la anticoncepción y se niega la existencia del aborto seguro. Estos materiales se repartieron por ejemplo en una conferencia organizada por el Colegio Mallinckrodt de Martínez, provincia de Buenos Aires titulada: «El escape de las drogas, de la calle y de la industria del aborto».
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Otras de las acciones que trascendió fue la de un colegio en en Santiago del Estero que, para el acto del 9 de julio, hizo marchar a sus estudiantes de primaria con música militar y un pañuelo celeste atado al cuello en representación de la campaña «por las dos vidas». Desde que el tema se instaló el tema en el Congreso, se difundieron también testimonios de docentes que fueron despedidos de escuelas por haber expresado su posición a favor del aborto o permitido el debate en las aulas. Tal es el caso por ejemplo de Oscar Velázquez, maestro de catequesis en Quilmes, Buenos Aires y Moa Dahlbeck, docente de un colegio de Belgrano, Capital Federal.
Las acciones se replican y alcanzan a toda clase de agrupaciones. Mañana, al igual que la semana pasada, la organización Abogados por la Vida, proyectará frente al Congreso fragmentos de El grito silencioso (1984), una película cruenta que tergiversa y desinforma sobre la realidad del procedimiento médico. Por su parte, a principios de julio, el grupo Médicos por la Vida inició una campaña bajo el lema «No Cuentes Conmigo», instando a los profesionales de la salud a declararse en contra de la interrupción voluntaria del embarazo y manifestando que, de aprobarse la ley, no la cumplirán. Esto va en línea con el reclamo por una objeción de conciencia institucional, en lugar de únicamente individual, como contempla el proyecto que obtuvo media sanción en Diputados.
Las agresiones recrudecieron y se multiplicaron en distintos puntos del país, donde personas son atacadas en la calle por usar el pañuelo verde, símbolo de la Campaña por el Derecho al Aborto Seguro, Legal y Gratuito.
Como mencionamos ya en La Primera Piedra, luego del debate en Cámara Baja, varios trabajadores de la salud publicaron en redes sociales comentarios violentos y misóginos hacia las mujeres que apoyan la legalización. «En mi guardia los abortos se harán sin anestesia», escribió en Facebook un anestesiólogo del Hospital de la Madre y el Niño de la provincia de La Rioja a mediados de junio. Las agresiones recrudecieron y se multiplicaron en distintos puntos del país, donde personas son atacadas físicamente y verbalmente en la calle por usar el pañuelo verde, símbolo de la Campaña por el Derecho al Aborto Seguro, Legal y Gratuito, tal como se difundió en diarios locales de provincias como por ejemplo Mendoza, Río Negro o Santa Fe.
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Tampoco quedaron afuera los intentos de silenciar a figuras públicas o de prohibirles el espacio por su postura en defensa de la ley. Así sucedió por ejemplo con la escritora Claudia Piñeiro, que se pronunció varias veces a favor de la legalización del aborto. Cuando hace unos días se difundió que entrevistará al escritor cubano Leonardo Padura en el marco de una actividad organizada por la Fundación OSDE. Ante la noticia, circularon en redes sociales mensajes que promueven desde llamadas para exigir que se cancele la charla hasta la desafiliación de la fundación.
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El recrudecimiento de los ataques desde distintos ámbitos, en línea con el discurso y la posición de la Iglesia – que incluso comparó la legalización del aborto con el nazismo – busca intimidar el avance de los movimientos feministas. Muestra la incomodidad ante la posibilidad cada vez más tangible de que finalmente las mujeres puedan tener un poder de decisión históricamente negado y, en particular, ante el hecho de que la sumisión y el silencio ya no sean una opción.