Entrevista a Juan Sasturain: «Como toda revolución, el movimiento feminista es necesario»

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«Mi generación está viviendo un mundo que nos nació al costado. De algún modo podemos acompañarlo, pero no somos los sujetos activos, los actores principales», afirma Juan Sasturain sobre el movimiento feminista actual. Además, con la reciente reedición de La patria transpirada (Sudamericana, 2018) y el comienzo del Mundial de Rusia, destaca que «la derrota con Alemania, en vez de ser un punto de llegada de una generación excelente de jugadores, se convierte en un punto de partida de una serie de frustraciones, lo cual es una visión mezquina y errónea». Conocé más sobre el universo literario de un autor que tiende siempre a la expansión. 



Sobre el autor

Juan Sasturain

Juan Sasturain

Juan Sasturain nació en González Chaves, provincia de Buenos Aires, en 1945. Es graduado en Letras por la UBA y ha trabajado en innumerables medios gráficos. Fue creador y reposnable de la revista Fierro en sus dos etapas. Publicó libros de relatos, novelas, poesía y ensayos. Ha sido traducido y publicado en una docena de países. También condujo ciclos televisivos relacionados con el universo de los libros.


Escritor versátil y curioso, Juan Sasturain es dueño de una obra tan extensa como variada. Eso se puede ver en dos de sus recientes publicaciones, como La patria transpirada (Sudamericana, 2018) y Cuentos Reunidos (Alfaguara, 2017), la cual reúne gran parte de sus narraciones breves. «No tengo límites muy precisos entre lo que es estrictamente literario y otro tipo de escritura. Eso no es bueno ni malo, es un hecho. Creo que el libro da cuenta de eso, me guste o no, eso es lo que escribo», comenta al respecto a La Primera Piedra. 

Sobre la reciente reedición de La patria transpirada, Sasturain destaca el universo de posibilidades que cada partido de fútbol encierra en sí mismo y las distintas estrategias narrativas que se pueden utilizar a la hora de internar narrar acontecimientos tan especiales como un Mundial. «Esta edición es mucho más larga (casi 100 páginas más), más diversa y más impresionista», asegura el autor, al mismo tiempo que asegura que no sabe cuál va a ser su método a la hora de escribir sobre el presente mundial.

 La literatura es un lugar donde todo lo que estamos viviendo se está manifestando de manera muy saludable. Hay muchas cosas nuevas. Acotándolo solamente a la narrativa argentina actual, es un momento muy lindo

Por otra parte, el también conductor televisivo de programas literarios ve con especial interés todo lo que ocurre en relación al movimiento feminista actual y su relación con la producción literaria de los últimos años. «Las revoluciones son saludables, porque muchos factores insipientes encuentran su expresión. Las leyes, las estructuras, están siempre detrás de la realidad», destaca al respecto un autor prolífico que no ve nada negativo en la abundancia de publicaciones que se da en la actualidad. «Es como si hubiera un «merecidómetro» o hubiera que pedir permiso para publicar o no», ironiza sobre quienes critican este fenómeno. 


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» Soy un espectador en estado puro, soy un hincha de fútbol»

— ¿Qué te produce a vos cada nueva reedición de La patria traspirada?
 Si bien no se ha publicado en cada nuevo mundial, sí lo ha hecho periódicamente. Cada Mundial es un fenómeno en términos filosóficos: es un acontecimiento diferente por la naturaleza de cada evento y por el tipo de texto que me genera escribir a mí. El mejor ejemplo lo tuve cuando tuve que escribir sobre el Mundial de Brasil. Para la primera edición, que fue previa a la edición del 2002, hice una operación que consistía en trabajar con mi memoria, sobre todo con la afectiva y personal, junto al registro periodístico. Había escrito, sucesivamente, esos textos juntos, puestos en pasado y a la misma distancia, si bien son uno distinto del otro.

— Claro, como un mismo bloque de memoria.
— Exacto, lo escribió el mismo tipo en el mismo momento, los primeros meses del 2000. Los mundiales posteriores (2002, 2006, 2010), quien escribe está parado en un lugar similar: el del periodista que cubre y escribe, algo así como escribir con el diario del lunes. En el último, en el del Brasil, lo que sentía que tenía que hacer era dar cuenta de mis sensaciones a lo largo de ese Mundial. Lo que hice fue transcribir mi diario de esos días, por lo que la operación narrativa fue la opuesta. Esta edición, en definitiva, es mucho más larga (casi 100 páginas más), más diversa y más impresionista. No hay una mirada sintetizadora, que esté contaminada con una mirada posterior, salvo en el prólogo. Eso es algo muy lindo, porque me doy cuenta en qué medida soy un espectador en estado puro, soy un hincha de fútbol.

La derrota con Alemania, en vez de ser un punto de llegada de una generación excelente de jugadores, se convierte en un punto de partida de una serie de frustraciones, lo cual es una visión mezquina y errónea

— Eso que decía se puede ver en cómo analizás el Mundial de 1986, el cual suele ser el más emotivo, y vos elegís una vía más fría y racional para narrarlo. En contraposición, tu texto del 2014 es mucho más pasional. Si bien eso pasó hace apenas 4 años, parece que fueran otros jugadores, ¿no?
 Vos fijate una cosa, a estos muchachos que ahora les toca representarnos, a posteriori del Mundial les tocó jugar dos finales y eso ha infectado retrospectivamente aquella final del 2014. La derrota con Alemania, en vez de ser un punto de llegada de una generación excelente de jugadores, se convierte en un punto de partida de una serie de frustraciones, lo cual es una visión mezquina y errónea. A mi me gusta hablar de frustración y no de fracaso, porque el fracaso sería solo de los jugadores, pero la frustración es de todos los hinchas, eso es algo más justo.

— De eso tiene mucho el fútbol, ¿no es cierto? Las victorias son de todos, pero las derrotas son de unos pocos.
 El ejemplo máximo de eso fue en 1958, en el regreso de la selección del Mundial de Suecia: el equipo argentino fue pensándose como el mejor del mundo. La desilusión fue tan grande, que las personas se volvieron directamente contra los jugadroes, porque no era que nuestro fútbol era realmente menos buenos de lo que pensábamos, sino que esos jugadores habían defraudado a algo muy grande. Las personas le tiraron moneditas para enfrentar la vergüenza que eso generaba. Tardamos muchos años en acomodarnos.



Juan Sasturain


— Me parece muy interesante cómo encarás el Mundial 78, con esa pelota del delantero holandés que sale por al lado del palo y lo que pudiera haber cambiado si entraba.
 No podemos decir si algo hubiera cambiado, pero sí podemos pensar que acaso pudiera haber cambiado. Como la nariz de Cleopatra: si ella hubiera sido más fea, qué hubiera pasado con el devenir de cierto momento de la civilización romana.

— ¿Y qué recuerdos tenés a nivel personal de esa Copa del Mundo?
– Tengo recuerdos absolutamente presentes, yo era un hombre de 33 años que vivía la dictadura desde la crítica y que la había padecido a mi alrededor. En el 78′ miré los partidos a puertas cerradas, como tantos otros, y deseé que Argentina ganara. Festejé para adentro, no saqué la banderita para los milicos, obviamente que no.

En el 78′ miré los partidos a puertas cerradas, como tantos otros, y deseé que Argentina ganara. Festejé para adentro, no saqué la banderita para los milicos, obviamente que no.

— Teniendo en cuenta este mundial de Rusia, ¿qué expectativas tenés? ¿Ya pensaste cómo encararlo a nivel narrativo?
 No tengo idea de qué me va a pasar. Voy a sentarme frente al televisor con los mejores deseos y expectativas. No sé qué es lo que voy a escribir ni qué va a ocurrir, por suerte.

— Teniendo en cuenta al periodismo deportivo que mayor espacio tiene en los medios masivos y tu experiencia en el sector, ¿ves que se cambió un poco el eje de análisis? 
 Depende, claro que estamos hablando sobre todo de la televisión. El fútbol en algún momento fue tan solo un juego, después en un espectáculo, después en un negocio y hoy en día es, básicamente, uno de los programas de televisión más grandes del mundo. Los periodistas puede ocuparse del juego, del espectáculo, del negocio o del programa de televisión. Un programa es, además, eso que queda libre en el medio de los avisos y entre más cantidad de avisadores, se necesita más relleno. De ahí que se escuchen tantas pelotudeces todo el tiempo, por que no hay de qué hablar básicamente. Se crea toda una superestructura que no tiene nada que ver con lo esencial de todo esto, que es el fútbol. En el periodismo deportivo de hoy hay muy buenos interlocutores, que se expresan muy bien, y hay otros que no lo son. Como en todo aspecto de la vida, es relativo: hablando de metafísica se pueden decir boludeces que no le importan a nadie y hablando de metegol se pueden emitir juicios trascendentales. Depende siempre quién hable de qué.


«Mi relación con la literatura tiende a la expansión y no a la restricción «

— Pasando a tus Cuentos Reunidos que se publicaron el año pasado, ¿qué tan representativa de tu obra considerás esa edición?
 Es muy representativa y abarcativa, imaginate que ahí están el 90% de los textos narrativos que escribí.

— ¿Qué te produjo ver tantos años de trabajo reunido de esa manera?
 Es un libro muy placentero, es muy lindo. La sensación de que me propusieran reunir los cuentos en esta colección de Alfaguara además, es un lugar muy lindo para estar, vos me vas a entender lo que te quiero decir. Es algo que me pone muy orgulloso y contento. He disfrutado muchísimo con este libro, más allá de los valores intrínsecos que pudiera tener. Es como vos decías, ves muchos años de laburo y de vocación concretada. Uno se siente excesivamente privilegiado de estar en esta colección, casi como un colado al lado de Nabokov, Fitzgerald.

No tengo límites muy precisos entre lo que es estrictamente literario y otro tipo de escritura. Eso no es bueno ni malo, es un hecho.

— Pienso en Hebe Uhart, también.
 Claro, Hebe, Marcelo Cohen  y tantos de los buenos escritores que tenemos acá en Argentina. Además, hubo un criterio que estuvo muy bien, que responde a una decisión editorial: no hice yo la selección, estuve rodeado por Luis Chitarroni que hizo el prólogo y Claudo Zeiger que organizó el material. Personas que me conocen hace muchos años, que han leído mi obra. Claudio organizó todos los cuentos, los armó de otra manera, lo cual me resultó muy útil. Acá se reúnen muchos textos y muy diversos, lo cual me parece justo, porque mi relación con la literatura tiende a la expansión y no a la restricción. No tengo límites muy precisos entre lo que es estrictamente literario y otro tipo de escritura. Eso no es bueno ni malo, es un hecho. Creo que el libro da cuenta de eso, me guste o no, eso es lo que escribo.




— En esa dirección, releyendo ambos libros antes de hacer esta nota, a veces resultaba difícil darse cuenta del traspaso de un libro al otro, porque en algunos cuentos había la misma sintonía que en algunos capítulos de La patria transpirada.
 Claro, porque La patria transpirada tiene la misma tensión que un texto estrictamente ficcional. Como te habrás dado cuenta, tiene que ver con cierta práctica adquirida de escribir en los medios gráficos. Yo siempre escribí ahí, fue algo que se fue dando así. Cuando uno escribe en esos medios, va recortando un tipo de lector posible que puede ser diferente a aquel que es indeterminado cuando se escribe un texto que no va a ser publicado en lo inmediato. Durante muchísimo tiempo, he escrito con un lector predeterminado y eso va tanto desde una crónica periodística, como una novela.

— ¿Qué herramientas te dio eso en tu propia obra?
 Fue algo que no se dio por separado, sino que se dio todo junto. Mi primera novela se publicó como folletín, y eso operó sobre su forma. Siempre se dio una relación de ida y vuelta. Yo he escrito poesía durante muchos años y la primera vez que publiqué un poema no fue en un libro, sino que salió en un medio donde me habían pedido una nota. En vez de eso, escribí un poema, que fue «Carta al soldado Kirk» en 1981. A partir de entonces, gran parte de mi poesía salió en medios gráficos.

 Eso que decís está bueno para pensar a la poesía más cercana al oficio de escribir y no como algo tanto lejano. Si bien tiene sus características propias en relación con la narrativa, no están tan ligada a la inspiración como se cree.
 Sí, nada está ligado a la inspiración únicamente. A la hora de escribir estamos respondiendo a muchas cosas: imperativos interiores, sentimientos, sensaciones, experiencias. La escritura s un cóctel siempre y que no tiene la misma composición. Además, como estamos hablando del lenguaje, ¿quién sabe lo que escribimos cuando escribimos? Nos enteramos después de qué es lo que estamos hablando.

La escritura es un cóctel siempre y que no tiene la misma composición. Además, como estamos hablando del lenguaje, ¿quién sabe lo que escribimos cuando escribimos? Nos enteramos después de qué es lo que estamos hablando.

— En una una entrevista anterior, Carlos Chernov me decías que uno no escribe lo que quiere, sino lo que puede.
 Exactamente, es así. No puede ser de otra manera, estamos hablando del lenguaje. Ser escritor es tener conciencia del instrumento: no sos ideólogo, no sos contador de ideas ni de argumentos, sos alguien que utiliza el lenguaje. Y utilizarlo es tener conciencia de la opacidad del lenguaje, de su ambigüedad, de la hermosa desconfianza que genera ese instrumento para expresar aquello que tantas veces fue expresado, de una manera original. Eso es lo que tiene de hermoso escribir. Siempre tuve vocación de escritor, no de periodista.

(Leer nota relacionada: Entrevista a Carlos Chernov: “Uno escribe lo que puede y no lo que quiere”)

— Para vos, ¿qué lugar tiene la literatura en cuánto consumo cultural en relación a las competencias que tiene?
 Se puede hablar de literatura como el espacio de la ficción y de la poesía, pero hoy en día lo que ha hecho que estén muy entreverados los mensajes es el cambio de los soportes, la convivencia del papel con la pantalla. La necesidad de ficción es natural de nuestra condición humana, tendemos a producir relatos, a contar. Como todos tenemos un misterio interno, los relatos son una hipótesis para saber, nuestra manera de aproximarnos a comprender lo que sucede. Ya sea para tratar de explicar la condición humana, la existencia del universo o un partido de fútbol, no hay mejor manera de hacerlo que con un relato. Hoy en día se tiende a cuantificar, a medir, a reducir la explicación a lo mensurable, lo cual es una pelotudez. En un partido de fútbol, podés encontrar miles de partidos que terminaron 1 a 1 y los números se parecen, pero ninguno tuvo que ver entre sí.


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«Estamos asistiendo a momentos muy interesantes y muy justos también»

— Teniendo en cuenta lo que se está viviendo en Argentina con el movimiento feminista, más con la media sanción del proyecto de ley sobre el aborto legal, también se puede ver un mayor posicionamiento de autoras mujeres dentro del campo literario. ¿Vos cómo ves estos tiempos?
 Estamos asistiendo a una revolución. A vos te agarra de pendejo, vos sos contemporáneo a esto que está pasando, yo ya soy un dinosaurio.  Mi generación está viviendo un mundo que nos nació al costado. De algún modo podemos acompañarlo, pero no somos los sujetos activos, los actores principales. La mitad del mundo está pidiendo su lugar y el mundo está convirtiéndose en otra cosa. Como toda revolución, el movimiento feminista es necesario, porque es el resultado de tensiones que no estaban resueltas. Las revoluciones son saludables, porque muchos factores insipientes encuentran su expresión. Las leyes, las estructuras, están siempre detrás de la realidad. A veces, cuando el ritmo de los cambios es mucho más poderoso que lo que las estructuras pueden aguantar, aparecen las revoluciones. Estamos asistiendo a momentos muy interesantes, muy lindos y muy justos también.

La mitad del mundo está pidiendo su lugar y el mundo está convirtiéndose en otra cosa. Como toda revolución, el movimiento feminista es necesario, porque es el resultado de tensiones que no estaban resueltas.

— Y en relación con eso, ¿cuál es tu panorama de la narrativa actual?
 La literatura es un lugar donde todo lo que estamos viviendo se está manifestando de manera muy saludable. Hay muchas cosas nuevas. Acotándolo solamente a la narrativa argentina actual, es un momento muy lindo. Se publica mucho y eso a algunos los inquieta.

— ¿No lo ves como algo negativo? El tiempo, en definitiva, va a decantar las cosas.
 No, ¿cómo va a ser algo negativo que se publique mucho? Vos lo acabás de decir. Es como si hubiera un «merecidómetro» o hubiera que pedir permiso para publicar o no. La realidad después te acomoda. Se publica más, ha subido el nivel, hay más buenos narradores que en otros momentos. Se da la concentración editorial propia de los tiempos capitalistas y neoliberales que vivimos, pero eso naturalmente se compensa. En nuestro país aparecieron infinidad de pequeñas editoriales que canalizan todo aquello que no es atendido por los grandes conglomerados. Por lo tanto, se ha descentralizado la producción. Ahora bien, hay más escritores y editoriales, pero la variable que no ha crecido es la de los lectores. No quiero decir que se lea menos, pero se ha diversificado. La lectura, dentro de esta época, es un mecanismo que atrasa en cierto punto. Casi nunca estamos solos o en silencio, la literatura a veces funciona como relleno en las transiciones cuando no tenemos nada que hacer, pero es un relleno incómodo, porque necesita tu atención por completo y no parcial, que es la tendencia actual.



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