El violinista en el tejado es un clásico de Broadway que ha arribado a la cartelera porteña por cuarta vez, para amarrar en el puerto del mítico Teatro Astral (Av. Corrientes 1639). Cuenta con el protagónico de Raúl Lavié, el debut en el musical de Sabrina Garciarena, la participación de reconocidos artistas como el humorista Dan Breitman o la actriz Adriana Aizenberg, y grandes referentes del género como Julia Calvo, Florencia Otero, Eluney Zalazar y Omar Calicchio, entre otros.
El violinista en el tejado narra la historia de una comunidad judía asentada en la Rusia zarista de principios del siglo XX. La experiencia de Tevye (Raúl Lavié) con sus cuatro hijas revela el choque de tiempos y culturas, la crisis de viejas tradiciones. Este honrado lechero ha decidido casar a sus hijas con “buenos partidos” a través de las conexiones de Yente (Adriana Aizenberg), la legendaria casamentera del pueblo.
Pero en esa empresa deberá enfrentarse a los propios deseos de sus hijas, que difieren bastante de esos arreglos. Tzeitel (Sabrina Garciarena) es la primera que se opone al casamiento arreglado con Lazar Wolf (Omar Calicchio), el carnicero de la aldea, y manifiesta su deseo de contraer matrimonio con el joven sastre Motel (Dan Breitman). La segunda hija, Hodel (Florencia Otero) no se queda atrás y pide la bendición (¡no el permiso!) de su padre para casarse con Perchik (Patricio Arellano), un joven profesor idealista y revolucionario, tildado por los aldeanos como “extremista”.
Tevye opta por privilegiar la felicidad de sus hijas antes que la seguridad económica de la mano de “buenos partidos”. Pero el golpe fatal llega con la decisión de la tercera de sus hijas, Java (Manuela del Campo), que anhela pasar su vida junto a Fyedka (Germán Tripel), uno de los soldados del régimen zarista opresor que no pertenece a la comunidad judía. Este es el conflicto que revela todas las contradicciones internas de una comunidad aferrada a sus tradiciones e históricamente endogámica. La apertura a nuevos esquemas y deseos hace tambalear esas estructuras anquilosadas.
Esta producción tiene varios puntos para destacar. El protagónico de Raúl Lavié está a la altura de las circunstancias: el cantante está casi todo el tiempo en escena, tiene varios cuadros y —a su edad— ha logrado amasar a un gran Tevye, con contundencia vocal y buenas dosis de histrionismo. Sabrina Garciarena y Dan Breitman son los dos extranjeros del musical, y ambos logran salir airosos, sobre todo Breitman que aporta una gran cuota de humor y se lleva varios aplausos.
Las participaciones de grandes referentes del género le dan a esta producción un sello de garantía: Julia Calvo (con grandes aptitudes vocales y humorísticas), Florencia Otero, Manuela del Campo, Patricio Arellano, Eluney Zalazar, Omar Calicchio y Germán Tripel. Pero, además, hay aquí un colchón de excelentes bailarines y cantantes. Una falla de los musicales suele ser la primacía de la calidad vocal por encima de la danza (o viceversa), pero en este caso se han administrado bien estas dos categorías, y los cuadros resultan sumamente vistosos.
La escenografía, el vestuario, la iluminación y la música en vivo a cargo de Mateo Rodó configuran las puntadas finales de esta gran propuesta musical. La obra se estrenó en Broadway en 1965 y recibió 9 premios Tony, incluyendo Mejor Musical. En sus 50 años de existencia, constituye una de las piezas más celebradas y representadas en todo el mundo. La producción argentina administra con excelencia todos los recursos disponibles y, sin dudas, está a la altura de este éxito mundial. Simplemente por eso vale la pena acercarse al Teatro Astral.
