Tully es la nueva película escrita por los autores de La joven vida de Juno, donde también se tematizaba la maternidad pero desde otras aristas —el embarazo adolescente— y con el protagónico en manos de Ellen Page. En este caso, la actriz que ha puesto el cuerpo se llama Charlize Theron y su trabajo es sencillamente genial: no por los 15 kilos que debió aumentar para este papel (algunos críticos siguen alabando la eficacia de los nutricionistas), sino por la honestidad brutal con la que interpreta a esta madre al borde del colapso.
Marlo (Charlize Theron) tiene dos hijos y uno nuevo en camino. El más pequeño tiene problemas de conducta en la escuela, su esposo no ayuda demasiado y esta mujer se siente sobrepasada por ese idilio engañoso que muchos cuentos de hadas diseñaron minuciosamente: el “hogar, dulce hogar”. Después de su segundo embarazo Marlo no la pasó del todo bien: tuvo una fuerte depresión post-parto y toda la familia se vio resentida. Viven ajustadamente, pero el hermano de Marlo está en una excelente posición y le ofrece contratar por su cuenta a una “niñera de noche” para que la ayude con las horas más duras.
El trabajo de Theron es magnífico, y eso no tiene nada que ver con su aumento de peso para el papel (algunos críticos siguen empecinados en alabar los tratamientos nutricionales). Theron es buena porque como actriz entiende a su personaje, lo hace carne y logra atravesar la pantalla sin demasiadas vueltas: sus expresiones faciales, sus gestos, su lenguaje corporal y cada detalle está puesto al servicio de la interpretación de esta madre desquiciada.
Ella rechaza la propuesta pero rápidamente advierte que no puede con todo; de alguna manera descubre que las mujeres no necesariamente están “diseñadas” para padecer esa catarata de atrocidades cotidianas que, por acumulación, resultan exasperantes. Un vaso de leche derramado sobre la mesa, las patadas frenéticas de su hijo desde el asiento trasero del auto, los chillidos del bebé, las glándulas mamarias a punto de estallar, los reclamos de la directora y la pasividad de un marido dedicado plenamente a su juego de play station. Estos episodios, aislados, no parecen tan terribles, pero acumulados en unas pocas horas… ¡son una bomba de tiempo!
Finalmente Marlo relega su orgullo materno y decide contratar a la niñera nocturna (Mackenzie Davis); juntas emprenden un viaje de ida. Se trata de una mujer joven con toda su vida por delante y las esperanzas de los veintitantos aún intactas; Marlo se identifica con ella, se refleja en sus deseos y revive su época de esplendor: recuerda cómo era desear algo, vuelve a emborracharse, ríe y —sobre todo— logra dormir ocho horas seguidas.
El trabajo de Theron es magnífico, y eso no tiene nada que ver con su aumento de peso para el papel (algunos críticos siguen empecinados en alabar los tratamientos nutricionales de Hollywood). Theron es buena porque como actriz entiende a su personaje, empatiza con él, lo hace carne y logra atravesar la pantalla sin muchas vueltas: sus expresiones faciales, sus gestos, su lenguaje corporal y cada detalle está puesto al servicio de la interpretación de esta madre desquiciada.
La maternidad no suele ser un tema muy tratado en el cine, y cuando se lo aborda siempre es desde el mismo lugar luminoso, idílico y edulcorado que propone la industria. Hay que decirlo: la maternidad no es lo que nos han contado en las comedias románticas y en los cuentos de hadas. Hay un lado B que incluye vómitos, gritos, llanto (mucho llanto), noches sin sueño, tedio, aburrimiento, ira y depresión. El film está muy bien construido; el ritmo del metraje acompaña los diversos (y eclécticos) estados de ánimo de la protagonista. Reitman pone en escena ese lado B de manera magistral: con ingenio, sin golpes bajos ni empalago.
FICHA TÉCNICA
Focus Features, en asociación con Creative Wealth Media, presenta TULLY, una producción de Bron Studios, Denver + Delilah, Right of Way y West Egg, dirigida por Jason Reitman, a partir de un guión de Diablo Cody, y protagonizada por Charlize Theron, Mackenzie Davis, Mark Duplass y Ron Livingston. El casting estuvo a cargo de Corinne Clark y Jennifer Page; el vestuario, de Aieisha Li; la producción ejecutiva, de Jason Cloth, Andy Pollack, Paul Tennyson, Dale Wells, Stan Thomas, David Gendron, Ali Jazayeri, Ron McLeod, Jason Blumenfeld; el diseño de producción, de Anastasia Masaro; la música, de Rob Simonsen; el montaje, de Stefan Grube; la fotografía, de Eric Steelberg; la producción, de Helen Estabrook, Jason Reitman, Aaron L. Gilbert, Charlize Theron, Beth Kono, A.J. Dix, Mason Novick y Diablo Cody.