Reseñas Caprichosas – «Lo que uso y no recomiendo» de Gustavo Yuste: el golpe de lo imperceptible

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Lo que uso y no recomiendo (Modesto Rimba, 2018), de Gustavo Yuste, captura el movimiento imperceptible de  escenas diarias y una profundidad disruptiva que señala la fragilidad de las cosas. Con una voz definida y potente, este poemario sostiene desde un principio una apuesta por introducirse en detalles que para el espectador ajeno podrían pasar desapercibidos, pero que en este libro se transforman con la fuerza de un golpe que resignifica lo cotidiano.



Sobre el autor

Gustavo Yuste nació en la Ciudad de Buenos Aires. Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires, periodista y escritor. Actualmente es corresponsal de El Ciudadano (Chile) y director de la sección de Letras de la revista digital La Primera Piedra. Publicó los libros Obsolescencia programada (Eloísa Cartonera, 2015), Tendido eléctrico (Objeto editorial, 2016) y Las canciones de los boliches (Santos Locos, 2017). Fue jurado de selección de la antología Apología 3 (Letras del Sur, 2016) y en 2017 fue elegido como autor en la categoría Escritores de la Bienal de Arte Joven Buenos Aires. Forma parte de la editorial mágicas naranjas.

(Leer nota relacionada: Reseñas Caprichosas – «Las canciones de los boliches» de Gustavo Yuste: ante el desamparo, hacer una fiesta)


El golpe de lo imperceptible

Lo cotidiano puede resultar una fuente poética inagotable, pero lograr canalizarla implica todo un desafío. Lo que uso y no recomiendo (Modesto Rimba, 2018) de Gustavo Yuste es, en este sentido, una muestra de las posibilidades que se despliegan al posar la mirada en lo imperceptible, pero donde radica la potencia de aquello que se encuentra oculto y, a la vez, a la vista de todos.

“Un colectivo que pasa/ nos hace notar que llueve/ y una gota rompe la tierra seca/ de esa planta/ que abandonamos a consciencia/ detrás de la persiana baja”, se lee en uno de los primeros poemas, encontrando ya desde un inicio uno de los grandes aciertos del libro: capturar con precisión el movimiento de las cosas, deteniéndose allí, cuando cambia un orden que se creía inamovible. Yuste agudiza de ese modo los sentidos y, con una observación minuciosa, resignifica escenas rutinarias para dejar al descubierto que las ironías de la vida y las inquietudes diarias pueden replicarse hasta en los rincones más pequeños. 

El lenguaje es sencillo, pero eso no quita profundidad: por el contrario, es en el registro de lo coloquial en donde el autor construye una voz definida y poderosa, que hace uso de palabras cuidadosamente seleccionadas, sorteando con destreza los lugares comunes. Así, el poemario está atravesado por la perspicacia de las asociaciones, que crean imágenes certeras, a la vez que impactan en el lector al mostrarle que los estados de ánimo pueden reflejarse donde menos se lo espera. Puede leerse, por ejemplo: “Aprovecho a mirar mis zapatos despegados,/ los electrodomésticos obsoletos de mi casa/ y los techos hinchados por la humedad:/yo tampoco sé tomar decisiones/ hasta que algo no se rompe del todo”.  




Recorrer este libro implica también sumergirse en ambientes preparados en detalle. En esa dirección, lo narrativo y descriptivo juegan un papel clave al trazar escenarios físicos y mentales: “Las hojas de los árboles/ se mueven con más determinación/ que cualquier cosa que haga/ y repito una especie de plegaria/ sin ningún tipo de credo ni esperanza/ para matar el aburrimiento”. De esta forma, Yuste construye con habilidad silencios, detrás de los cuales se gesta un golpe filoso, que de a poco se desenvuelve hasta irrumpir con fuerza en el verso final. Ese efecto queda resonando como un eco que se sostiene a lo largo de las páginas, consiguiendo mantener el ritmo de principio a fin.

Desnaturalizando todo lo que lo rodea y abstrayéndose de la vorágine cotidiana que impide ver más allá de la superficie, Lo que uso y no recomiendo deja una marca: nos recuerda la fragilidad de las cosas, de la incertidumbre que acompaña a los sentimientos y de la inestabilidad de un equilibrio que nunca está del todo saldado. Como dice Silvina Giaganti en el prólogo, los poemas de Yuste «si bien personales y precisos en imágenes, se vuelven universalizables«. Y ese es precisamente otro de sus aspectos más llamativos, porque interpelan y, también, invitan a un cuestionamiento diario de las propias contradicciones.



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