Los poemas que integran La sinceridad de un golpe (Santos Locos, 2018) de Paula Brecciaroli, conforman un entramado de reflexiones y sentimientos que se debaten entre el instinto animal y la inestabilidad racional. Con una belleza certera, la autora alterna textos breves y extensos para dejar una mirada desgarradora que hace zoom en la importancia de lo mínimo.
Sobre la autora
Paula Brecciaroli nació en Buenos Aires, en 1976. Es escritora, psicóloga y ocasionalmente ilustradora. También es coeditora de la editorial Conejos (integrante de La Coop). Publicó, entre otros, la novela Brasil (Editorial Conejos, 2011) y Otaku (Paisanita, 2015). Participó de 9. Antología de cuentos (Textos Intrusos, 2013). Algunos de sus relatos forman parte de La mano que mece (antología de editores) (Ediciones Outsider, 2015).
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La belleza certera
Buscar el detalle donde no hay más que repetición, ofrecer una mirada que desgarra algunos estereotipos y complejiza la racionalidad. Esas parecen ser las preocupaciones de Paula Brecciaroli en La sinceridad de un golpe (Santos Locos, 2018), donde lo mínimo cobra una importancia vital. En esa dirección, puede leerse: «Un rasguño./ Un gesto tuyo/ puede hacer/ que el eje/ del planeta/ se curve».
A lo largo del libro conviven una tensión entre la pasión, el instinto animal que anida en cada uno de nosotros, con la profundidad de la duda que conlleva ser seres racionales. De esa manera, puede leerse: «Si tuviera un cuchillo/ lo usaría/ con los ojos cerrados/ sin distinguir/ lo tuyo de lo mío./ Piel sobre filo/ filo sobre piel»; o también: «Esa tarea/ imposible/ de atarte/ con mil nudos/ a la memoria». ¿Qué hay de lo incontrolable de nuestros sentimientos que responde de la naturaleza humana y cuánto hay de lo inabordable de nuestra conciencia?
Con un estilo certero, como un golpe dado en el lugar y momento oportuno, los poemas de Brecciaroli convencen a medida que se van sucediendo, como si conformaran un entero que solo se puede apreciar como tal a medida que avanza. En un momento de La sinceridad de un golpe, la autora escribe: «Aunque las ponga en orden,/ el hilo que las enhebra, no logra más que un nido/ apurado/ de palomas/ que se desploma/ con el primer viento». Esa alusión a sus propias palabras se contrasta con el resultado final: un libro que se sostiene de principio a fin, que en lo brutal de su sinceridad encuentra el encanto.
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Ahora bien, tal como se pudo ver recién, el libro también propone momentos para la reflexión sobre el valor de la poesía como disciplina humana. «Pero esta noche/, como tantas,/ las palabras/ no sirven para nada», concluye un poema. «Bajo esta piel/ está todo/ lo que no sé decir», se anima a arriesgar la autora en otro. Las palabras, de esta manera, parecen ser un consuelo momentáneo, un último recurso para atrapar algo que nos atraviesa y se nos escapa sin dejarnos más que el lamento y la duda.
Sin temor a la emotividad, los poemas de Paula Brecciaroli son textos que despiertan empatía en el lector. La sinceridad de un golpe posee el nombre adecuado a la hora de hablar del efecto que este libro genera, como si ambas partes -autor y lector- supieran que en ese contrato efímero que se firma a la hora de la lectura hubiera que dejar todo lo que se pueda. «Con qué fuerza/ tengo que seguir/ tirando/ para llegar/ lo más lejos/ de mí/ que pueda», se pregunta la autora en un momento y la respuesta se encuentra en el propio libro: en el intento animal, en la duda racional y en la sinceridad emotiva de un golpe.