Custodia compartida es la ópera prima del francés Xavier Legrand que podría catalogarse como drama, pero que también se desliza hacia el thriller de suspense e incluso hacia el terror de lo cotidiano. Aquí se narran las experiencias de una mujer y sus hijos acosados por el ex marido; magistral retrato social de la violencia doméstica más cruda (física y psicológica), donde el terror está encarnado en el hombre que el mandato social, la tradición patriarcal e incluso la justicia suelen identificar como “el sostén del hogar”.
La primera escena es un registro de la audiencia entre Myriam (Léa Drucker) y Antoine (Denise Menochet) quienes, tras su divorcio, se sientan a discutir con la jueza y sus abogados la custodia compartida de sus hijos. Se trata de una escena fría, cruda, plagada de primeros planos y cruce de testimonios para dar cuenta de la situación de choque familiar: es la palabra de Myriam contra la de Antoine: ella lo acusa de violencia y quiere alejarse; él arguye que esas acusaciones son falsas y que su único deseo es ver a sus hijos.
Josephine (Mathilde Uneveaux) tiene 18 años y puede decidir ver o no ver a su padre, pero el pequeño Julien (Thomas Gioria) —por su minoría de edad— debe atenerse a los fallos que dicte la justicia. En esa primera escena queda claro que ninguno de los dos hijos tiene deseos de ver a su padre, pero la justicia no parece poner demasiada atención en los deseos humanos sino en tradiciones arcaicas y datos fríos, fuera de todo contexto. Aquí prima el derecho del padre sobre la integridad de los hijos.
Josephine lo odia y tiene algunas razones: a raíz de su noviazgo, Antoine ha llegado a fracturarle las manos para que no pueda tocar más el piano. Julien, por su parte, está aterrado de pasar tiempo con su padre pero decide sacrificarse para que no moleste a su hermana ni lastime a su madre (escenas con las que ha crecido a lo largo de toda su infancia). Ninguno de ellos lo llama por su nombre; lo han apodado “el Otro”, y esa despersonalización revela buena parte del rechazo que sienten hacia él. El problema aquí es una justicia que mira pero no ve y, cegada por las tradiciones del sistema patriarcal, ordena una custodia compartida que pone las vidas de estas víctimas en peligro permanente.
Hay varios puntos para destacar en este primer trabajo de Legrand: en primer lugar, no ofrece todos los datos servidos en bandeja al espectador sino que retacea la información convenientemente y logra crear un clima de suspense que envuelve a los personajes y sus relatos. En segundo lugar, las actuaciones de Drucker, Menochet y (sobre todo) la del pequeño debutante Thomas Gioria contribuyen a que esta maquinaria de suspense se sostenga y eche a andar. El miedo expresado en el rostro de este niño pasará sin demasiadas vueltas a la piel del espectador.
Tercero, Legrand consigue elaborar un excelente retrato social de las consecuencias que puede traer una justicia ciega que sólo acata los dictámenes del patriarcado; Antoine es “el Otro”, el peligro, la amenaza potencial que espera a la vuelta de la esquina para dar su peor golpe. La justicia lo sabe pero no actúa, o actúa con demasiada demora, cuando el daño ya está hecho. Custodia compartida es una gran crítica al patriarcado, un retrato magistral sobre la violencia doméstica y una buena herramienta para dar este debate y pensar qué tipo de justicia se necesita en estos casos.
Dice Legrand al respecto: “Creo que, ante este tema, no se puede cerrar los ojos por incómodo que resulte. Sé que el tema es muy de actualidad y da la sensación de que se habla mucho de ello pero no es verdad, la sociedad no responde, falta mucho por cambiar”.
FICHA TÉCNICA
Título original: Jusqu’à la garde
Título en inglés: Custody
Dirección y Guion: Xavier Legrand
Elenco: Denis Menochet, Léa Drucker, Thomas Gioria , Mathilde Auneveux, Coralie Russier
Empresa Productora:
K.G. Productions
Producción: Alexandre Gavras
Género: Drama
Año: 2017
Duración: 93 min.
País: Francia
Distribuye: Impacto Cine