La novela Cruz (Revolver, 2017) de Nicolás Ferraro propone un relato crudo sobre la humanidad, donde la realidad cotidiana presenta un costado que pocos quieren ver: lo desalmado de tomar decisiones. Con el género negro como brújula, la historia avanza más allá de cualquier corset estilístico, atrapando a un lector que busca comprender a los personajes y, al mismo tiempo, a sí mismo.
Sobre el autor
Nicolás Ferraro nació en Buenos Aires en 1986. Diseñador Gráfico titulado por la UBA. Trabaja en la Biblioteca Nacional Mariano Moreno. Forma parte del staff de Evaristo Cultural. Como escritor, formó parte de la antología Paganos (Alto Pogo, 2014) con el cuento “La Sangre en las Manos”. Dogo (2016, Del Nuevo Extremo) , su primera novela, fue finalista del concurso Extremo Negro. En 2017 participó de la Bienal Arte Joven Buenos Aires con su proyecto de novela el cielo que se aleja
La realidad vista con una lupa negra
Cada uno carga su propia cruz. A veces, son más que una sola. Ese es el caso de la historia que se relata en Cruz (Revolver, 2017) de Nicolás Ferraro, donde una familia con ese apellido está destinada a buscar de manera constante una salida en momentos de máxima tensión. Con el vértigo y la violencia que caracteriza al género policial, el autor agrega aún más elementos explícitos e imágenes fuertes para que se pueda hablar de una novela negra sin titubear.
Como suele suceder en los últimos años (basta con pensar en autores como Leo Oyola o Kike Ferrari), las novelas policiales sirven como una forma de ver la realidad a través de una lupa negra que no destiñe, sino que amplifica lo que muchos pretenden ocultar. En ese sentido, Ferraro hace de la descripción un arma punzante: «El revoque se cae como la piel de un leproso. En algunas partes directamente habían pintado arriba de los ladrillos. (…) Parece que está lleno de cosas que se encontraron en la basura. Hasta las chicas. Una Mulán y una Sirenita nos sonríen. Diez dientes entre las dos».
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La «Cruz» en este caso se convierte en apellido y destino: Tomás, el protagonista narrador de la novela, introduce al lector en un mundo donde nada es de fiar. Negocios oscuros, miseria y traiciones se van interponiendo en las distintas acciones que dan vida al relato. Fruto de esos momentos de máxima tensión, también hay lugar para la epifanía: «Las promesas más difíciles de cumplir son la que se le hacen a los desesperados, por los desesperados quieren lo imposible». También se puede encontrar en este fragmento, con un tinte irónico: «Si hubiera prestado la misma atención en la universidad, hoy sería un bocho como el pelotudo ese que está en silla de ruedas en vez de dejar a la gente en sillas de ruedas».
Con una propuesta interesante, donde el héroe es a su vez villano y el concepto de justicia se muestra en todo su esplendor- arbitrario y flexible-, Cruz de Nicolás Ferraro muestra que la ficción tiene mucho material del cual nutrirse en la realidad. Es tarea del escritor encontrar el tono exacto en la que contarlo, y eso es lo que ocurre en este libro. En ese sentido, los diálogos remiten a una oralidad que climatiza aún más la atmósfera que se plantea.
En definitiva, Cruz es una novela que es hija de su tiempo, donde el género policial y y el género negro recobran el lugar perdido aprovechándose de un contexto político y social que hace que las líneas entre la ficción y realidad sean difusas, casi provocando el surgimiento de un hiperrealismo en la literatura. ¿Acaso Rodolfo Walsh no lo advirtió en su momento? Autores como Ferraro parecen recobrar lo mejor de esa tradición e introducirla en el convulso siglo XXI.