Cada nueva jornada en el Congreso continúa sumando testimonios que desnudan la trama de violencia contra los derechos de las mujeres enquistada detrás de la ilegalidad del aborto. Así fue como se sumó la exposición de Norma Cuevas, madre de Ana María Acevedo, la joven santafecina que en el año 2007 murió luego de que le negaran un aborto terapéutico. Tenía cáncer, pero no solo le negaron tratamiento por estar embarazada, sino que además fue obligada a continuar con la gestación.
Ana María Acevedo tenía 19 años y tres hijos y vivía en la localidad de Vera, ubicada a 250 kilómetros al norte de la capital de Santa Fe. En mayo de 2006 ingresó al hospital por un fuerte dolor en la boca. Le extrajeron una muela y le dieron antibióticos, pero luego de cinco meses de atención odontológica, fue derivada al Hospital Cullen, de la ciudad de Santa Fe. Allí le diagnosticaron un cáncer maxilar. Le extrajeron una parte del tumor y el 23 de noviembre la derivaron al Servicio de Oncología del Hospital J.B. Iturraspe para que hiciera un tratamiento de quimioterapia y rayos. Sin embargo, los médicos se negaron: ante la sospecha de un embarazo que se confirmó días después, eligieron preservar al feto. La internaron en el Servicio de Ginecología, donde le suministraron analgésicos hasta la víspera del 24 de diciembre.
«¿En algún momento se pensó en un aborto terapéutico?”, preguntaron desde el Comité. «Por convicciones, cuestiones religiosas, culturales, en este hospital (y en Santa Fe) no», sentenció el el jefe del Servicio de Oncología.
En febrero de 2007, Ana volvió al hospital Iturraspe. El cáncer avanzaba y estaba dolorida. Le dijeron que debía permanecer internada en el Servicio de Oncología, donde la medicaron en dosis lo suficientemente bajas para que no afectaron al feto. El 22 del mismo mes, el Comité de Bioética de aquel centro de salud examinó el caso. La reunión entre tres médicos del servicio de Oncología, una asistente social, una psicóloga, un médico del servicio de obstetricia, un médico radioterapeuta ajeno al hospital y tres integrantes del Comité, quedó registrada en un acta. «¿En algún momento se pensó en un aborto terapéutico?”, preguntaron desde el Comité. «Por convicciones, cuestiones religiosas, culturales, en este hospital (y en Santa Fe) no», sentenció el el jefe del Servicio de Oncología.
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En el documento, tal como se puede leer en Página/12, se dejó constancia de que el tratamiento que Ana recibía combatía el dolor pero no la enfermedad y que la quimioterapia y radioterapia fueron descartadas frente a su embarazo. Norma Acevedo, su madre, recorrió tribunales para reclamar un aborto terapéutico, pero no tuvo respuesta. No era la primera vez que les daban la espalda: luego de que Ana pariera a su tercer hijo había pedido una ligadura de trompas, solicitud que le fue negada. El obstetra se lo había recomendado porque padecía un problema en la sangre. “Peleaba todos los días y el médico no hacía nada. Me decía que no podía hasta que no estuviera grave. Mi hija no estaba para morirse, tenía otros tres hijos que criar”, dice un testimonio de Norma en Cosecha Roja.
No era la primera vez que les daban la espalda: luego de que Ana pariera a su tercer hijo había pedido una ligadura de trompas, solicitud que le fue negada. El obstetra se lo había recomendado porque padecía un problema en la sangre.
Los padres de Ana renunciaron al trabajo para acompañarla mientras estuvo durante casi siete meses. El 26 de abril de 2007 fue sometida a una cesárea. El bebé murió luego de 24 horas. Ocho días después Ana, recibió la primera sesión de quimioterapia, seguida de una traqueotomía. Murió tras dos semanas, el 17 de mayo. Al llegar a la Unidad de Terapia Intensiva, la joven ya estaba «en estado premorten, es decir, con una marcada insuficiencia respiratoria y falla de órganos”, según explicó en el expediente clínico el médico Emilio Schinner. «Desde que le hicieron la cesárea hasta que falleció no hubo ningún doctor que la atendiera. La abandonaron directamente del todo […] Ella no estuvo dos o tres meses así, estuvo un año y nueve días y no le dieron oportunidad de vida«, relató Norma Cuevas en su exposición frente al Congreso.
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De acuerdo a Página/12, cuando el caso tomó relevancia pública, el entonces director del Hospital Iturraspe, Andrés Ellena, negó que la madre y el padre de Ana hubieran pedido un aborto terapéutico. Pero la mentira no se pudo sostener demasiado y eso le costó el cargo. «Se habla con la familia, padre y madre refieren querer realizar aborto, se habla con el director en presencia de los mismos y se les explica que no se puede realizar de ninguna manera. Familia muy agresiva, amenazando que va a recurrir a la Justicia”, dice la historia clínica del 22 de marzo de 2007.
En julio de 2008 el juez Eduardo Pocoví procesó a Ellena, y a otros cinco médicos por los delitos de lesiones culposas e incumplimiento de los deberes de funcionario público. Pero la causa no avanza.
En julio de 2008 el juez Eduardo Pocoví procesó a Ellena, y a otros cinco médicos por los delitos de lesiones culposas e incumplimiento de los deberes de funcionario público. Pero la causa no avanza. Ocho años después, en octubre de 2015, el Estado provincial reconoció su responsabilidad en el hecho. Pidió disculpas públicas a la familia y firmó un convenio de resarcimiento económico. En noviembre del año pasado Norma recibió un pedido para cerrar la causa, sin que ninguno de los implicados llegara a juicio. «Yo lo que pido es que haya justicia para mi hija y que a ninguna otra mujer le pase lo que le pasó a ella. Que los curas no se metan en la vida de una persona porque a mí me trataron de asesina, que yo quise matar a una criatura. No era una criatura, yo quise evitar un embarazo», dijo Norma en el Congreso.
A pesar de lo que muchos insisten en negar el aborto es legal desde 1912 en caso de que el embarazo implique peligro para la vida y/o salud de la mujer, o sea producto de una violación. El Código Penal contempla estas tres causales que durante mucho tiempo fueron intepretadas de forma restrictivas, o ignoradas, como sucedió con Ana. Su caso se convirtió en un emblema para el movimiento feminista y continuó impulsando la lucha por el aborto legal. Hoy Santa Fe es una de las ocho jurisdicciones del país que se ajustan al protocolo de aborto no punible establecido por la Corte Suprema en el año 2012, cuando ratificó lo establecido en el Código Penal y sentó un precedente histórico aún no implementado en su totalidad.
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A Ana María Acevedo la mataron en nombre de la moral, de la religión, de la objeción de consciencia. Murió en manos de aquellos mismos que monopolizan la palabra «vida», que se arrogan la defensa de la misma y hacen oídos sordos a los derechos y necesidades de las mujeres.
A Ana María Acevedo la mataron en nombre de la moral, de la religión, de la objeción de consciencia. Murió en manos de aquellos mismos que monopolizan la palabra «vida», que se arrogan la defensa de la misma y hacen oídos sordos a los derechos y necesidades de las mujeres. Y más cuando son pobres. Porque si la palabra de la mujer no tiene valor alguno cuando se trata de decidir sobre su propia salud, la situación se refuerza cuando se trata de quienes no tienen recursos. A Ana María Acevedo la abandonaron: le negaron los cuidados necesarios para preservar su vida, pero se acercaban a su cama para rezar y dejarle estampitas. Como si pudieran reemplazar la falta de políticas públicas.