La semana pasada se desarrollaron las primeras jornadas de debate por la legalización del aborto en el Congreso de la Nación. Mientras fuera se convocaron actividades masivas que tiñeron las calles de verde para apoyar la iniciativa, en el plenario de comisiones, distintos expositores mostraron sus argumentos a favor y en contra del proyecto de ley. ¿Cuáles fueron las principales posturas? (Foto: Nadia Díaz)
La última semana fue histórica. El pañuelo verde, símbolo de una identidad colectiva que desafía el orden patriarcal inundó las calles, pero también el Congreso. Aquel lugar que rechazó reiteradas veces la posibilidad de siquiera debatir sobre la legalización del aborto, abrió un espacio que durante los próximos meses instalará en la agenda política lo que por tanto tiempo fue postergado. Desde que la Campaña por el Aborto Seguro, Legal y Gratuito inició su trabajo en el año 2013, después de un Encuentro de Mujeres, el reclamo se masificó. Encontró un eco que cruzó generaciones y que mantiene vivo el grito por los derechos sexuales y reproductivos en banderas, canciones, escenarios, presentes para dar batalla también fuera del recinto parlamentario.
El reclamo por la legalización del aborto se masificó. Encontró un eco que cruzó generaciones y que mantiene vivo el grito por los derechos sexuales y reproductivos en banderas, canciones, escenarios, presentes para dar batalla también fuera del recinto parlamentario.
En los plenarios del día martes y jueves, que incluyeron a las comisiones de Legislación General, Acción Social y Salud Pública, Legislación Penal, y Familia, Mujer y Adolescencia, y por los que pasaron más de 50 expositores, se escucharon voces a favor y en contra. Tal como sucederá durante abril y mayo, representantes de la sociedad civil ofrecieron argumentos a los diputados para pasar luego a una votación que se realizaría en el mes de junio. En estos primeros días pasaron por el Congreso periodistas, abogadas, escritoras, militantes feministas, trabajadores de la salud y muchos otros que dejaron en claro el punto central de la cuestión: se trata de que todas las mujeres tengan la posibilidad de elegir sobre su propio cuerpo y de garantizar el acceso a la práctica de forma segura, sin que los recursos económicos impliquen una diferenciación.
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Entre los argumentos a favor, se planteó la necesidad de terminar con la criminalización a la que conduce la penalización de aborto, los problemas de salud pública, la violación de los derechos de las mujeres y la negación de su voluntad a la hora de elegir sobre ser o no madres. “Los mismos que argumentan en contra de la despenalización del aborto estuvieron en contra del divorcio vincular, de la patria potestad”, afirmó la reconocida abogada Nelly Minyersky, especializada en derechos humanos y perspectiva de género. Por su parte, la médica Mariana Romero, coordinadora del Observatorio de Salud Sexual y Reproductiva de Argentina recordó que, desde el regreso de la democracia, “3030 mujeres fallecieron por aborto en la Argentina”. «Las mata la clandestinidad», enfatizó.
Entre los argumentos a favor, se planteó la necesidad de terminar con la criminalización a la que conduce la penalización de aborto, los problemas de salud pública, la violación de los derechos de las mujeres y la negación de su voluntad a la hora de elegir sobre ser o no madres
También se llevaron al recinto casos emblemáticos que resonaron en el último tiempo. La periodista Mariana Carabajal recordó a María Campos, una mujer de Santiago del Estero que murió por una infección generalizada tras un aborto inseguro, días antes de la presentación del proyecto de Ley. La abogada Soledad Deza, integrante de Católicas por el Derecho a Decidir mencionó la historia de Belén, la joven tucumana que en marzo de 2014 fue condenada por el Poder Judicial y pasó tres años privada de su libertad tras haber sufrido un aborto espontáneo. «Es necesario acabar con una figura penal que impacta de forma desproporcionada en las mujeres y que compone un mensaje estatal de maternidad obligatoria». También se habló de Juana, la niña wichi de la provincia de Salta, violentada sexualmente y obligada a continuar con su embarazo.
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Además se presentaron Verónica Llinás, Carla Peterson y Griselda Siciliani en representación de un colectivo de más de 400 actrices que firmaron una carta abierta a favor de la legalización, leída en el plenario. Ese texto será también firmado el próximo martes por más de 200 escritoras, tal como adelantó Claudia Piñeiro, quien también expuso sus argumentos. «No permitamos que nos roben la palabra vida, nosotros también estamos a favor de la vida», expresó. «Cuando ustedes dicen que no están de acuerdo con una ley de interrupción del embarazo y dicen ‘porque estoy de acuerdo con la vida’ están haciendo una operación de lenguaje para separar a la sociedad y dejarnos a nosotros afuera […] Cambiaron los tiempos las mujeres estamos acá para defender nuestros derechos y no nos vamos a retirar».
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En contra de la legalización se sucedieron una serie de argumentos insólitos, como fue el caso de lo expuesto por Úrsula Basset, doctora en Ciencias Jurídicas de la Universidad Católica Argentina, quien dijo: «La niña del caso FAL se salvó de seguir siendo abusada gracias a su embarazo. Reflexionemos y no hagamos leyes cómplices del abuso». En la misma línea, Oscar Botta, director de la ONG ProFamilia expresó: “Saben los legisladores que el crimen del aborto aumenta la tasa de violencia familiar y de violencia infantil”. Como si esto fuera poco, Botta arremetió también contra la educación sexual en las escuelas, afirmando que genera una «estimulación sexual forzada». «Las tasas de embarazo y aborto adolescentes cayeron en donde hubo recortes a los programas de salud sexual. ¿Por qué en la Argentina hacemos lo contrario?», preguntó.
Como si esto fuera poco, Botta arremetió también contra la educación sexual en las escuelas, afirmando que genera una «estimulación sexual forzada». «Las tasas de embarazo y aborto adolescentes cayeron en donde hubo recortes a los programas de salud sexual. ¿Por qué en la Argentina hacemos lo contrario?», preguntó.
A pesar de que en las reuniones previas al comienzo de los plenarios se planteó que no se exhibieran fotos o videos, varios hicieron caso omiso. Pedro Martínez, jefe de cirugía bariátrica y metabólica de Hospital Universitario Austral, mostró imágenes de presuntas intervenciones quirúrgicas de interrupción del embarazo, junto con descripciones sesgadas y deliberadamente cruentas: «esta sombra que ven allí es el aspirador, el feto se mueve desesperadamente para escapar de ese instrumento que lo amenaza, lo que se señala en la boca del niño abierta, que es un grito silencioso y desesperado». Además, desacreditó las cifras oficiales sobre aborto del Ministerio de Salud y, descontextualizando los datos y omitiendo que la clandestinidad complejiza la recolección de estadísticas, agregó: «es más seguro hacerse un aborto clandestino en Argentina que sacarse la vesícula en Estados Unidos”.
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También estuvo el pediatra Diego Montes de Oca, quien mostró imágenes de su propia infancia y dijo: «Porque pude vivir, pude hacer todo esto. Si mi mamá hubiese abortado y el Estado se lo hubiese permitido, no hubiese sido todo esto. No hubiese dormido con mi mamá ni hubiese conocido a mi esposa ni hubiese tenido hijos». Tampoco faltaron los argumentos religiosos, como el del abogado Alejandro Rodríguez: «Lo invocamos hasta arriba de un avión. En un tema tan importante no saquemos a Dios ni a sus valores universales de nuestro presente y nuestro futuro»; ni quienes alegaron a la objeción de consciencia para afirmar que no practicarían abortos.
Aún quedan muchos expositores por delante, pero lo que la semana pasada dejó en claro es, por un lado, la masividad de la convocatoria que el reclamo fue ganando con el tiempo y que se dejó ver en las calles teñidas de verde, y, por el otro, la insistencia de quienes se oponen en negar derechos sobre la base de argumentos que desconocen por completo la voluntad de la mujer y la realidad a la que miles de enfrentan de forma cotidiana.
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