El poemario Saber lo que se pierde (Peces de ciudad, 2017) de Marinés Scelta propone una mezcla de frescura poética contenida por ecos de generaciones pasadas. Atenta a la musicalidad y a la estructura de cada poema, los versos de la autora incomodan al lector por su precisión y sagacidad, donde lo personal a veces se diluye y a veces aparece en primer plano.
Sobre la autora
Marinés Scelta nació en Mendoza en 1984. Es Profesora de Legua y Literatura (Universidad Nacional de Cuyo). Se dedica a la docencia y desde 2014 reside en Buenos Aires. Saber lo que se pierde (Peces de ciudad, 2017) es su primer libro.
Una voz que desafía a la oscuridad
Hay algo inquietante en la poesía de Marinés Scelta y eso puede verse en su primer libro: Saber lo que se pierde (Peces de ciudad, 2017). Con un tono fluído, en sus versos aparecen reminicencias de generaciones poéticas anteriores, creando un diálogo entre lo contemporáneo y lo clásico. De todas maneras, eso solo puede apreciarse una vez que se sale del primer estupor que genera la sagacidad de sus poemas.
«Nada crece donde está encerrado/ lejos del sol/ acorralado en una mata de espinas/ hiciste que deseara las muertes de cada día», escribe en uno de los primeros poemas del libro, abriendo la puerta a lo que será una de las claves de su poesía: una aparente sencillez que en realidad necesita una relectura. Lo que se dice y lo que no, la forma y el fondo, están en constante diálogo en los versos de Scelta. Ella misma da una pista: «miramos al espejo y no estamos/ por fin empezamos a entender».
Una de las apuestas más llamativas de este poemario es el lugar que la autora le da al yo y a la experiencia personal, quedando expuesto en algunos casos y, en muchas otras ocasiones, ocultándose detrás de imágenes que enseñan. Vale destacar que en Saber lo que se pierde, el verbo enseñar cobra un significado doble: lo que se muestra y también lo que transmite. Escribe Scelta: «las huellas que dejamos/ ya son de otro»
«Tu voz desafía a la oscuridad/ en los pasadizos del recuerdo», puede leerse más adelante y quizás sirva para hablar de la propia poesía de Scelta. Hay una suerte de desafío constante en sus versos, una búsqueda que trata de trazar contornos en el vacío, de hablar desde lo personal y, al mismo tiempo, de lo extraño. Como quien cruza un pasillo a oscuras con un fósforo que en breve va a quemarnos la punta de los dedos, la poesía de Scelta tiene ese factor inquietante: iluminar también ponernos en riesgo.
